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Miguel Lorenzo

28/09/15

Alimentación y bebidas: oportunidades a la vista

Según el informe económico elaborado por la Federación Española de Industrias de la Alimentación (FIAB) en 2014, el sector experimentó un crecimiento del 1,94% respecto al año anterior, con un aumento de las exportaciones del 5,9%, convirtiéndose en la industria que aporta el 10% de las exportaciones nacionales totales. Por si los datos económicos fueran pocos, cada vez son más los congresos y eventos organizados alrededor del sector, que cada año sobrepasan sus récords de asistencia.

Todos estos datos dibujan un panorama muy prometedor para el sector, que se han visto refrendados por el análisis de la situación que hace el vademécum de alimentación y bebidas que cada año Deloitte elabora junto al IESE Business School. Esta guía para la internacionalización sitúa a nuestro país en el puesto 13 en el ranking de los más atractivos para la exportación. Pero es que además España se sitúa en el top 10 como país exportador en vino y fruta (3), en grasas y aceites (5) y en carne y pescado (6).

Todas estas cifras no hacen sino confirmar la recuperación de la industria de la alimentación y bebidas, que poco a poco va convirtiéndose en uno de los pilares fundamentales de la economía española. Y no solo por su actividad dentro del país, sino por las posibilidades de internacionalización de sus productos, que hoy son mayores que nunca. La posibilidad de que las empresas españolas encuentren y retengan una cuota de mercado en el extranjero se debe, fundamentalmente, a tres circunstancias que se han producido en los últimos años.

Por un lado, destaca la transformación del mercado internacional de commodities. El descenso en los precios de las materias primas, las tensiones de oferta y demanda en estos mercados, la transformación en el uso y aprovechamiento de las mismas, la escasez, la abundancia, la generación de nuevos productos de consumo o el crecimiento del mercado de las proteínas son oportunidades para la industria española, tanto en el ámbito productivo en nuestro territorio como en la comercialización internacional.

En segundo lugar, hay que señalar el proceso de consolidación productivo e industrial que el sector ha experimentado en los últimos 10 años, y que sin duda deberá acelerarse en la próxima década. Gracias a ello, las empresas de alimentación y bebidas han ganado capacidad productiva, situándolas en una mejor posición de partida para el reto de la internacionalización. No hay que olvidar que más del 70% del sector lo componen pequeñas empresas, que al atravesar nuestras fronteras deben enfrentarse a gigantes transnacionales. Conseguir, con este tejido empresarial, aportar el 10% de las exportaciones anuales, y convertirse en la sexta economía europea por exportaciones del sector es un logro que hay que reconocer debidamente. A las empresas, que han sabido desarrollar acuerdos de colaboración en estos procesos, y también a los responsables institucionales del sector.

Este reconocimiento entronca de forma evidente con la tercera circunstancia que ha favorecido el crecimiento de la industria, y que no es otro que el prestigio que la Marca España está obteniendo en este aspecto. Vinos, frutas y aceites ocupan los primeros puestos en exportaciones, pero no son los únicos productos que se han beneficiado de las campañas de difusión llevadas a cabo en los últimos años, y que poco a poco han sabido no solo abrir mercados, sino también consolidar la percepción de calidad de la que goza el sector fuera de nuestras fronteras. Además, el éxito de generaciones de chefs nacionales que cuentan con innumerables reconocimientos internacionales está llevando la gastronomía española, y los productos del país, a un nuevo nivel. Y esta vez tampoco solo de calidad, sino también de demanda fuera de nuestras fronteras.

Las empresas de alimentación y bebidas se enfrentan a un panorama esperanzador que seguirá abriendo puertas a medida que la economía global asiente su recuperación. Pero no debemos pararnos a esperar las oportunidades. Es necesario tomar hoy decisiones, algunas de carácter estructural, si queremos mantener o mejorar la posición de liderazgo actual.