CHIL.org

Córdoba se adhiere al Pacto de Política Alimentaria Urbana de Milán

Pacto de Milán

Pacto de Politica Alimentaria Urbana de Milan

milan_urban_food_policy_pact_logo_484

En el último pleno celebrado por nuestro ayuntamiento el 11 de Noviembre de 2016 y por acuerdo unánime de todos los grupos políticos, nuestra alcaldesa a firmado la adhesión de Córdoba al Pacto de Política Alimentaria Urbana de Milán, el llamado Pacto de Milán.
Incorporándose así a un importante grupo de más de 130 ciudades que trabajaran de forma coordinada en estrategias para lograr sistemas alimentarios sostenibles.

Pero, qué persigue el Pacto de Milán?

Es difícil explicar en unas líneas toda una relación de posibles actuaciones que el pacto propone, ya que cada una de ellas por sí sola, podría suscitar un análisis detallado y también diversas interpretaciones.
En este caso y para ser didácticos intentare explicar el Pacto de Milán como una mesa de tres patas en la que nos vamos a sentar a comer cada día.
Ya que hablamos de sistemas alimentarios la mesa en la que comemos tiene especial importancia. Hablaremos por lo tanto de nuestro sistema alimentario propio y nos ayudara a entenderlo.
Las tres patas son Que vamos a comer, Quien lo ha producido,y Quien lo ha vendido

Que vamos a comer.

Afortunadamente hemos conseguido unos estándares de calidad y salud alimentaria muy elevados en nuestra sociedad, pero que aun pueden ser claramente mejorables.
Estamos hablando de la distinción entre los alimentos llamados convencionales y los llamados ecológicos.
Evidentemente este es un aspecto fundamental y es hacia donde se encaminan las medidas que propone el pacto, es decir en promover en la medida en que sea posible la producción y elaboración de alimentos sin químicos y respetuosos con el medio ambiente, acordes a la temporalidad, la diversidad, y la recuperación y conservación de las semillas.
Un producto por tanto elaborado de forma más sostenible.
Ya tenemos en la mesa la comida, y es convencional o es ecológica o en un tercer escenario más probable, conviven ambas, convencional y ecológica. Vamos a ver la segunda pata.

Quien ha producido estos alimentos

Este es un factor clave en el pacto. Estos alimentos sean convencionales o ecológicos han podido viajar miles de kilómetros hasta llegar a nuestra mesa, con el consecuente impacto medioambiental.
Pero también cabe la posibilidad de que se hayan elaborado por productores locales.
La industria alimentaria mundial ha pasado a ser controlada mayoritariamente por las grandes compañías a través de grandes explotaciones, primando los monocultivos y controlando tanto las semillas como los demás insumos agrarios.
Esto ha provocado el abandono de pequeñas explotaciones cercanas que han dejado de ser rentables según las políticas comerciales que estas compañías imponen y han provocado una gran brecha entre producción agrícola y el consumo, provocando unos diferenciales inadmisibles entre los precios que paga el consumidor por lo que compra, y los que recibe el agricultor que ha producido dichos alimentos.
Las grandes ciudades se hacen por tanto dependientes de estas mega empresas en lo que a suministro alimentario se refiere.
Para conseguir tener un sistema de abastecimiento alimentario independiente y a prueba de pérdidas de cosecha o desastres naturales, o peor aún, de políticas erróneas de las compañías multinacionales, el Pacto habla de potenciar las producciones cercanas a nuestras ciudades, apoyando a las pequeñas explotaciones en un proceso de territorialización del suministro alimentario de las ciudades,
Un sistema de producción por tanto, claramente más sostenible
En definitiva, potenciar las producciones cercanas y su distribución a través de los llamados canales cortos de comercialización (CCC) desde una óptica económica y social donde se preste especial atención al papel de la mujer en el ámbito agrícola y se consiga acercar estos productos a todos los sectores de la sociedad, independientemente de sus niveles de renta.
Ya tenemos en nuestra mesa los alimentos y sabemos quien los ha producido.
Puede que tengamos naranjas que vienen de Argentina, o por el contrario sean de Palma del Rio, y por tanto tendremos que reflexionar sobre ello.
Pero nos queda una última pata, en la que apoyar nuestra mesa

Donde hemos comprado estos alimentos

A la distribución de alimentos le ha ocurrido como a la producción, y es que está controlada por muy pocas compañías, en el caso español entre las cinco principales empresas de distribución de alimentos, se reparten más del 55% del mercado.
Estas compañías han ajustado tanto los márgenes a los productores que estos han tenido que explorar nuevas vías para poder comercializar sus productos.
El Pacto por tanto, impulsa la conexión entre consumidor y productor a través de los canales cortos de comercialización acercando el campo a la ciudad, explorando vías como la venta directa en fincas o a través de cestas de producto o bien mediante mercados de productores.
Pero si, como pretende el pacto, queremos que la alimentación saludable sea accesible a todo el mundo y que su consumo se consiga generalizar, el pequeño comercio debe jugar un papel principal.
El pequeño comercio debe situarse como actor principal en esta tarea de acercar el campo a la ciudad y conseguir desde unas estructuras comerciales ya existentes y que vertebran nuestra ciudades en términos económicos, y sociales, adopten también, el papel de impulsores de estos sistemas alimentarios sostenibles.
Esto además provocara que al repartir el mercado de la distribución alimentaria entre los pequeños comercios, estamos creando un flujo económico local importante ya que según estudios, al menos, el 50% del beneficio de los pequeños comercios revierte en su territorio, mientras que en el caso de las grandes cadenas alimentarias este porcentaje no pasa del 5%.
Igualmente importante es el factor empleo, en el que el pequeño comercio es mucho más intensivo en mano de obra y mucho más resiliente a la hora de luchar en entornos económicos desfavorables.
Es por tanto un modelo de distribución más sostenible
Ya tenemos el ciclo de la alimentación cerrado.
Ya tenemos en nuestra mesa los productos que vamos a tomar y como han sido elaborados, sabemos por quien y donde han sido producidos e igualmente sabemos donde los hemos comprado.
En esta mesa nos sentamos nosotros, los consumidores, que en todo este circuito somos los jefes.
Somos los que decidimos lo que vamos a comer, donde se tiene que producir y donde lo vamos a comprar. Tenemos una responsabilidad muy importante al sentarnos a la mesa, ya que dependiendo de los alimentos que decidamos poner en ella, estaremos colaborando a definir como será nuestro futuro alimentario y medioambiental.
Por lo que, intentaremos incorporar cada vez más productos orgánicos
Procuraremos llevar a la misma en la medida en que podamos productos elaborados en nuestro territorio
Elegiremos a la hora de comprar estos alimentos, acudir a pequeños comercios, que a la vez son nuestros vecinos.
Estos tres factores nos permiten evaluar de alguna forma nuestro sistema alimentario familiar, dependiendo de si el alimento es orgánico o no, de si esta producido en nuestro territorio o no, y si lo hemos comprado en una gran distribuidora o por el contrario en un pequeño comercio o directamente al productor.
Si como consumidores conscientes y responsables nos hacemos estas tres preguntas, conseguiremos que cada uno en la medida que pueda incorpore cambios en sus hábitos de compra.
Por último el Pacto de Milán dedica especial atención en su articulado a la aplicación de estos criterios en la restauración colectiva, como son comedores escolares, hospitales o residencias, así como a colaborar con todos los agentes de la cadena alimentaria para reducir los desperdicios de comida.
Para conseguir estos ambiciosos objetivos dedica las primeras propuestas de su articulado a reclamar que las administraciones que suscriban el pacto, tomen las decisiones oportunas para que pueda llevarse a cabo.
Así entre todos, consumidores, productores, comerciantes y administración lograr un Sistema Alimentario Sostenible en nuestras ciudades.