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Daniel Martínez

08/03/15

El trabajo que nadie quiere... ni por 4.500 euros al mes

Es muy probable que si escuchas la expresión «sexador de pollos» tu mente te lleve de inmediato hacia la figura de Luis Aragonés. Después de aquella polémica «charla motivadora» que tuvo con José Antonio Reyes, el Sabio de Hortaleza se defendió de quienes le acusaban de racista presumiendo de tener amigos en todo el mundo y de todas las nacionalidades. «Hasta tengo un amigo japonés que es sexador de pollos. No sé si sabéis lo que es. Se dedica a decir si son hembras o machos y se equivoca dos por mil», explicó el legendario exseleccionador español.

Teniendo en cuenta las circunstancias y la peculiar manera de expresarse de Aragonés, es más que comprensible que casi todos nos tomásemos a guasa aquella historieta. Pero lo cierto, como veremos a continuación, es que el técnico no dijo ninguna barbaridad. Quizá te sorprenda saber que el de sexador de pollos es un empleo extraordinariamente bien pagado: se ofrecen salarios superiores a los 55.000 euros anuales, más de 4.500 euros al mes. Pero más impactante todavía es que ni siquiera ese sueldazo sea suficiente para atraer candidatos al puesto en Reino Unido, según leemos en «The Times».

¿Cuál es el problema? ¿Por qué los británicos no se pelean por ser sexadores de pollos? A priori, cabría esperar la formación de colas kilométricas tan sólo para asistir a una entrevista. Sin embargo, las exigentes condiciones provocan que muchos se echen atrás antes de iniciar el proceso. No es oro todo lo que reluce, ni un empleo es necesariamente de ensueño por muchos ceros que añada a tu cuenta bancaria al final de cada mes. Por mucha hilaridad que nos provoque recordar a Luis Aragonés, estamos hablando de un trabajo que de sencillo tiene más bien poco.

En primer lugar, para ingresar en este negocio es imprescindible adquirir formación. No se trata de un curso de una semana, ni siquiera de un mes: para que una persona consiga diferenciar hembras y machos entre pollitos recién nacidos, con la velocidad y la precisión necesarias, hacen falta nada menos que tres años de entrenamiento. Hace falta tenerlo todo muy claro para ponerse a realizar estos estudios durante un periodo de tiempo tan prolongado; y son pocos los que se lanzan con semejante sacrificio. Quienes se atreven lo hacen más por las perspectivas económicas que por vocación.

Los directivos de las empresas que demandan sexadores de pollos consideran que es el propio trabajo y no la formación lo que lleva a la gente a descartar esta carrera. Al fin y al cabo, se trata de pasar hasta 12 horas al día observando el trasero de los pollitos, sin tener más que unos cuatro segundos para determinar su sexo y sabiendo que el margen de error es apenas de un 2% o un 3%. Sí, estás pensando lo correcto: el amigo de Luis Aragonés era uno de los buenos. ¡Sólo fallaba dos de cada mil!