La necesidad de implementar tratamientos antiparasitarios de carácter táctico-selectivo en el ovino de carne / Carlos Calvete

oye-closed - 28 Jan, 2019

Carlos Calvete Margolles
Unidad de Producción y Sanidad Animal.
Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA)
Instituto Agroalimentario de Aragón (IA2)

Un valor añadido de la ganadería de pequeños rumiantes es su capacidad de generar actividad económica y riqueza en el medio rural, en donde desempeña un importante papel a la hora de fijar población en áreas deprimidas. Este aspecto es especialmente relevante en el caso de la ganadería de ovino de carne, ya que por sus características de producción puede desarrollarse en áreas especialmente pobres o faltas de otros recursos. Por este motivo, es crucial mejorar la rentabilidad de esta actividad, contribuyendo así a evitar la despoblación del medio rural y aumentar la calidad de vida de sus habitantes.

Una de las principales causas de pérdidas de rentabilidad en el ovino de carne son las patologías, y entre ellas destacan las parasitosis por nematodos gastrointestinales (NGI) debido a su elevada prevalencia e intensidad de parasitación y, sobre todo, porque suelen cursar de forma subclínica (sin síntomas aparentes), por lo que su efecto negativo en la rentabilidad de la explotación suele pasar desapercibido.

Tradicionalmente, la forma de controlar los NGI se ha basado en la administración de fármacos antihelmínticos en tratamientos de carácter estratégico, realizados de forma rutinaria, y en los que el fármaco se administra a todos los animales del rebaño, sin una valoración previa del nivel de parasitación, y en las épocas del año en las que se supone que la población parasitaria es mayor (normalmente en otoño y/o primavera). No obstante, este tipo de tratamientos se han venido realizando sin un sólido conocimiento sobre su eficacia para controlar las poblaciones de parásitos, salvo la reducción temporal de la carga parasitaria en el rebaño, ni de su impacto sobre la rentabilidad de las explotaciones. Este tipo de tratamientos, además, ha conllevando un problema aún mayor, como ha sido favorecer el desarrollo de resistencia a los antihelmínticos (RA) por parte de las poblaciones parasitarias. La aparición de la RA es un fenómeno global en las ganaderías de todo el mundo y su aumento puede llegar a implicar el abandono de la actividad ganadera en algunas áreas ante la imposibilidad de controlar los efectos negativos de las parasitosis por helmintos.

Como alternativa a estos tratamientos estratégicos, y sabiendo que la mejor manera de ralentizar el desarrollo de la RA es dejar parte de la población parasitaria en “refugio”, es decir no exponer a toda la población al efecto del antihelmíntico, durante la última década se ha desarrollado el concepto de tratamientos táctico-selectivos (TS), en los cuales se busca simultáneamente rentabilizar el control de los GNI y ralentizar el crecimiento de la RA. Este doble objetivo se persigue aplicando tratamientos anti-GNI sólo en los períodos productivos más sensibles del rebaño y administrando el antihelmíntico únicamente a aquellos animales que más se van a beneficiar del tratamiento.

Un correcto protocolo de desparasitación frente a nematodos gastro-intestinales puede suponer un interesante aumento en la productividad del rebaño.

No obstante, para implementar adecuadamente un protocolo de TS es necesario establecer criterios de decisión que sean sólidos, fáciles de estimar en campo y que permitan determinar cuándo y a qué animales se debe desparasitar, criterios que, tal y como se ha demostrado en investigaciones realizadas en los últimos años, pueden variar con la zona geográfica o el sistema productivo.

La implementación de tratamientos selectivos debe basarse en la condición corporal de las ovejas.

Por este motivo, desde el Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA), en colaboración con investigadores de la Universidad de Zaragoza, se ha llevado a cabo un proyecto de investigación (INIA RTA2013-00064-CO2) en el que se ha tratado de establecer criterios aplicables a esquemas ganaderos de ovino de carne de carácter semi-extensivo, al ser éstos mayoritarios en nuestro país, buscando no sólo como ralentizar la RA, sino también aumentar el peso del control de los GNIs en la rentabilidad de las explotaciones.  Para ello se ha partido de la premisa de que los períodos previos a la cubrición y al parto son momentos cruciales para la productividad de los rebaños y de que ambos períodos son muy sensibles al efecto negativo de los GNIs, ya que el detrimento que éstos causan en la capacidad de las ovejas (aparentemente sanas) de aprovechar de forma óptima los nutrientes, suele implicar la reducción de parámetros productivos tan importantes como la fertilidad, prolificidad, supervivencia de los corderos o su crecimiento, entre otros.

Los resultados obtenidos indican que, además de los necesarios y rutinarios análisis coprológicos para valorar la naturaleza e intensidad de la parasitación, la implementación de tratamientos TS básicamente debe pivotar sobre la realización de tratamientos anti-GNI 6 semanas antes del inicio de las cubriciones y del inicio de los partos, pero administrando el antihelmíntico únicamente a aquellas ovejas con una condición corporal (CC) baja. De manera general la CC se estima mediante palpación de la zona lumbar del animal (lo que facilita su estimación en campo), puntuando su conformación en un rango de valores que va del 1 (flaca) al 5 (obesa) siguiendo una escala estándar internacionalmente aceptada.  De forma generalizada, los resultados obtenidos indican que la desparasitación 6 semanas antes de la cubrición de aquellas ovejas con una CC por debajo de 3, aumenta hasta un 11% la fertilidad aparente (ovejas que llegan a término de gestación). Teniendo en cuenta que este tipo de ovejas puede constituir perfectamente el 50% del total, ello implica que su desparasitación puede llegar a incrementar un 5-6% la fertilidad aparente de todo el rebaño, algo nada desdeñable. Algo similar ocurre en el período previo al inicio de los partos, ya que la desparasitación de las ovejas con una CC inferior a 3 supone un mayor peso de los corderos al nacimiento, así como una menor mortalidad y una mayor ganancia media diaria de éstos durante la lactación.

En contraposición, la desparasitación de las ovejas con mejor CC no parece conllevar ningún aumento de la fertilidad y sólo una mejoría marginal de los parámetros productivos en parto y lactación, por lo que estos animales se deben dejar sin desparasitar (ahorrando costes) con el fin de mantener una parte de la población parasitaria en “refugio”, la cual servirá para diluir los genes asociados a la RA que son seleccionados después de cada tratamiento realizado en un rebaño.  Es decir, al dejar estos animales sin tratar se está ralentizando el desarrollo de la RA.

Combinando el incremento de la productividad subsecuente a la instauración de tratamientos anti-GNI en ambos períodos (pre-cubrición y pre-parto) con la capacidad de ralentizar la RA, parece claro las enormes ventajas que los TS pueden tener en comparación a los tratamientos estratégicos tradicionales, por lo que se considera necesaria su implantación en las explotaciones a corto y medio plazo.

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