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Jorge GdO

12/04/15

La receta para alimentar a 9.000 millones de personas en 2050

Escasez de producción. En el año 2050, el planeta Tierra estará habitado por más de 9.000 millones de personas. Un crecimiento demográfico que requerirá de un 70% más de alimentos de los que hoy produce la población mundial. Además, el aumento de las clases medias a nivel global se traducirá en un aumento de la demanda de carne y otros alimentos ricos en proteínas mientras que, paralelamente, el cambio climático podrá acabar con algunos importantes nichos agrícolas. Una previsión del aumento de la demanda que deberá sumarse al tradicional aumento del precio de algunos productos básicos de la dieta como el trigo y el arroz, que llevan encareciéndose a lo largo del a última década. La volatilidad de los precios de estos productos ha provocado una inestabilidad en los mercados que previsiblemente continuará.

La planificación. Un difícil panorama descrito por la consultora estratégica McKinsey & Company para la que propone un enfoque basado en cuatro ejes: una producción cultural más eficiente que se aproveche de las tecnologías y prácticas más innovadoras, un enfoque de comercio e inversión a medida, el establecimiento de mecanismos de buen funcionamiento en los mercados internos y sus economías y, por último, la creación de reservas estratégicas de comida y agua en cada país.

Prácticas innovadoras. El informe presta una especial atención al empleo de métodos y tecnologías innovadoras combinadas con una planificación y estrategia agrícola destinadas a fortalecer las ventajas competitivas del país. Habría que acompañarlo todo con una política de subsidios, destinados tanto a productores como consumidores, que fomenten la innovación y la compra de verduras del país. Asimismo, la consultora explica que las políticas agrícolas más efectivas son aquellas destinadas a facilitar el desarrollo de una cadena de valor de principio a fin, que permita a las compañías el acceso a financiación barata y unos riesgos compartidos. Por otro lado señala hacia una serie de medidas complementarias, como la correcta planificación de los recursos hídricos y la reducción del consumo de combustibles fósiles, que deberían sumarse a una apuesta por productos internacionalmente competitivos como cítricos, olivas, vegetales y pescados.