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Miguel HGL

25/12/13

Más integración y diferenciación para alargar un buen 2013 en el agro

Antes de profundizar en algunos de los aspectos, a mi modo de ver, más relevantes del año, creo que hay que hacer mención a un hecho que se ha venido materializando a lo largo de este tiempo de crisis que estamos viviendo. Y éste es la redención política y social de la agroalimentación, después de años de relativo ostracismo. La fortaleza y estabilidad del sector han permitido que la sociedad lo visibilice de nuevo como creador de empleo y riqueza, así como fuente de competitividad y potenciador de imagen país en el exterior.

Desde el punto de vista institucional los cambios han sido notorios. La aprobación este verano de las leyes de la cadena agroalimentaria y de integración asociativa implica una modificación sustancial del sistema de relaciones a lo largo de la cadena, por un lado, y la existencia de incentivos claros para acelerar los procesos de concentración en la base por otro. Aunque aún queda el desarrollo reglamentario, los mensajes de fondo ya están lanzados y los operadores deberían comenzar a actuar en función de éstos.

Resultados

Desde el punto de vista de los resultados, las principales campañas andaluzas se han saldado con aumentos en las producciones y valores de las mismas. Incluso en el agregado nacional parece que tendremos una mejora de la renta agraria en 2013. Sin embargo, cuando alzamos la vista al ámbito comunitario, observamos que desde 2005 el ingreso real por trabajador agrario ha crecido en España por debajo de la media europea y se sitúa en uno de los últimos puestos del ranking.

Recordaremos este 2013 como un buen año, pero si queremos que no se convierta en una referencia melancólica, debemos aprovechar el momento y las herramientas legales de las que ahora disponemos para atajar los problemas que aún le constriñen, como son la escasa integración en el primer eslabón y la escasa diferenciación.