Plásticos y embalajes. Una asignatura pendiente también en la agricultura / Sandra Ortega

oye-closed - 12 Nov, 2018

Sandra Ortega Bravo 
Parque Científico Tecnológico Aula Dei
sortega@pctad.com

Hace ya bastantes meses en los que no ha habido un día en el que no se haya hablado ampliamente en los medios y redes sociales sobre la afección ambiental a la que se ha llegado a nivel global debido a la contaminación por plásticos. El efecto más alarmante lo vemos en los océanos y ecosistemas acuáticos, esta situación es “crónica de una muerte anunciada” y a estas alturas pocos pueden negar que las cosas no se han hecho bien y que con tales evidencias ya no se puede seguir mirando para otra parte ni continuar haciendo las cosas de la misma forma. El sector agrícola no está exento de esta problemática y la dimensión que la producción primaria tiene, especialmente en el medio rural y a nivel logístico, apunta la clara necesidad de empezar a pensar en la forma de mejorar los procesos y la gestión de los flujos de materiales que se generan en las diferentes actividades agrarias.

La Comisión Europea está tomando cartas en el asunto con clara determinación.  Un amplio bloque de normativa, directrices y estrategias puestas en marcha con profusión creciente en los últimos años apuntan al objetivo central de disminuir el uso de materias primas y por lo tanto la generación de residuos que acaban en vertederos en los territorios europeos. Un objetivo esencial que afecta sustancialmente, no sólo a la minimización de los impactos ambientales que ocasionan, sino al cuestionamiento y reformulación de nuestros sistemas productivos orientándolos al modelo de Economía Circular publicado en diciembre del 2015 como propuesta legislativa y este mismo año con “La Estrategia Europea para plásticos en economía circular” (COM/2018/028).

En cuanto a la producción, demanda y residuos plásticos, los datos más recientes del grupo de trabajo sobre estudios de mercado de la Asociación europea  de productores de materias primas plásticas (PlasticEurope) en su último informe,  han mostrado que la producción de plásticos en 2016 fue de 335 millones de toneladas a nivel mundial (60 millones de toneladas en Europa), alcanzando la demanda total de plásticos en todos los sectores en Europa los 49,9 millones de toneladas de las que el 3,3% corresponde al sector agrícola  lo que supone un consumo de 700.000 toneladas al año.

El problema de los plásticos y embalajes no radica en su uso, ya que indudablemente han aportado numerosos e importantes beneficios en las aplicaciones que se les da en la agroalimentación, sino en cómo se resuelve su gestión a lo largo de los distintos puntos de su ciclo de vida y especialmente en su gestión final.  En 2016 en Europa se recogieron 27,1 millones de toneladas de residuos plásticos para su posterior tratamiento y por primera vez el reciclaje de estos fue superior al depósito en vertedero, se reciclaron el 31,1% frente al 27,3% de vertedero y el 41,6% destinados a recuperación energética, lo cual es un logro pero claramente insuficiente frente al volumen total de plásticos consumidos.  En 10 años el reciclaje de residuos plásticos ha aumentado en un 79% en Europa. No obstante, aún estamos lejos de alcanzar un escenario satisfactorio para la correcta gestión de estos residuos ya que sólo dos países alcanzan una tasa de reciclaje superior al 50%. En España el depósito en vertedero sigue siendo a día de hoy la opción mayoritaria constituyendo un 46% de las 2,3millones de toneladas de residuos plásticos recogidas en 2016.  

 

Residuos de Plásticos de un solo uso recogidos en labores agrarias

Los usos de estos plásticos en agricultura son variados, además de los usados en infraestructuras como invernaderos, gran parte se derivan también a aplicaciones como el acolchado y el embolsado y un volumen considerable van ligados a los procesos de distribución y logística. La reciclabilidad de los restos de plásticos de aplicaciones como el acolchado y el embolsado que quedan en los campos después de cada campaña está muy comprometida y constituyen un esfuerzo extra para el agricultor,  tanto por las labores necesarias para su retirada como por el coste económico que supone  su correcta gestión con un gestor autorizado, así como,  un perjuicio a largo plazo para las propias tierras de cultivo en las que inevitablemente se van quedando fragmentos de los plásticos usados en las sucesivas campañas. Actualmente el tratamiento final de la mayor parte de estos plásticos usados en labores agrarias es el vertedero mayoritariamente y en menor proporción la valorización energética, siendo su reciclaje muy poco relevante.

Acolchado y embolsado, dos de los usos de plásticos en explotaciones agrarias

A diferencia de los envases domésticos y comerciales que en su gran mayoría se gestionan bajo el marco de gestión de la Responsabilidad Ampliada del Productor a través de entidades que disponen   de una  red de recogida de los contenedores específicos, un  complejo sistema  logístico de recogida y plantas de separación y tratamiento final de esos envases, los residuos plásticos derivados de los usos agrícolas no cuentan, a día de hoy, con ningún sistema similar ni autonómico ni nacional  para optimizar  el flujo para su correcta gestión y tratamiento final, o cual es otro factor que complica aún más la situación.

Fragmentos de plásticos de acolchado en tierras de cultivo

Es patente la necesidad de buscar soluciones eficientes y viables a este problema que incide directamente en la gestión de las explotaciones y parte de las respuestas ya se reflejan en la propia normativa al respecto. Así, el Plan Estatal Marco de Residuos (PEMAR 2016-2022) en su capítulo específico para residuos agrarios define como líneas estratégicas avanzar en la mejora de la gestión de los residuos de plástico a través de medidas como la utilización de materiales compostables y biodegradables, el alargamiento de la vida útil de los productos, la mejora de su reciclabilidad y la sustitución de aditivos perjudiciales. En el ámbito del desarrollo de nuevos materiales para conseguir plásticos con la óptima bidegradabilidad en cada cultivo y ubicación ya se están realizando importantes esfuerzos, tanto a nivel de desarrollos industriales, como en ensayos y trabajos en campo bajo el marco de proyectos colaborativos de innovación. Un ejemplo de ello es el proyecto LIFE Multibiosol financiado por la Comisión Europea  en el que participan varios centros de investigación aragoneses (http://multibiosol.eu/), así como la constitución del  Grupo Operativo Suprarregional “Agrobiosol” que abordará la búsqueda de soluciones para diferentes cultivos y materiales.

La presión para encontrar soluciones es cada vez mayor, algunas de las exigencias que tendremos que afrontar en los próximos años se centran en una reducción drástica de la cantidad de residuos que van a vertedero. Para el 2035 sólo se podrá enviar a vertedero el 10% como máximo de los residuos generados en los países comunitarios, teniendo en cuenta que actualmente menos del 30 % de los residuos plásticos en Europa se recoge para ser reciclado podemos hacernos a la idea del largo camino que nos falta por recorrer. Todo apunta a que a corto plazo vamos a ser testigos del desarrollo de nuevas soluciones en el ámbito de los materiales empleados en la agricultura y los procesos encaminados al máximo aprovechamiento de los diferentes flujos de productos generados en cada actividad económica. Sin duda, es un complejo e ilusionante reto que supondrá aspectos muy positivos tanto para los procesos productivos como para el medioambiente.

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