CHIL.org

María Martín

26/10/14

Se acelera la carrera de los plaguicidas orgánicos

Camino de una conferencia en Orlando, Florida, Brian Vande Berg detenía su auto alquilado cada 10 minutos para caminar al costado de playas y pastizales, y ocasionalmente tomar muestras de tierra en pequeños contenedores plásticos. Su objetivo: los organismos microscópicos que viven en el suelo y que las compañías agrícolas consideran una nueva frontera para proteger los cultivos.

Fabricantes de semillas y pesticidas como BASF SE, DuPont Co., Bayer AG yMonsanto Co. están invirtiendo mucho dinero para desarrollar nuevos productos que incorporen organismos como bacterias y pequeños hongos, que según ejecutivos pueden ayudar al maíz, la soya y otras plantas a repeler pestes y crecer más rápido.

Vande Berg, un director de investigación y desarrollo en la división CropScience de Bayer, es parte de una búsqueda que se extiende y que ha llevado a investigadores a rincones remotos de Estados Unidos, hurgando en la cuenca de arroyos secos y en montículos de composta en busca de microorganismos muy pequeños. Las empresas buscan recubrir la parte exterior de las semillas con ese tipo de microbios benéficos, y en otros casos, esparcirlos sobre las plantas.

La iniciativa por los microorganismos refleja un esfuerzo por parte de las empresas agrícolas por diversificarse más allá de pesticidas químicos sintéticos, en medio de un escrutinio creciente por parte de reguladores y consumidores. Los pesticidas y otros productos que incorporan microbios suelen ser presentados con más rapidez que los insecticidas y productos contra malezas químicos que son fabricados por el hombre, que han generado un escrutinio más detallado por parte de los reguladores estadounidenses en los últimos años, debido a preocupaciones sobre el medioambiente planteadas por consumidores, grupos de defensa y agricultores orgánicos.

“Hay muchas cosas que pueden hacer (los productos basados en microbios) para las que hoy acudimos a la química sintética”, sostuvo Paul Schickler, presidente de Pioneer, la unidad de semillas de DuPont.

Los microorganismos han sido usados en pequeñas cantidades durante décadas en la agricultura, principalmente para recubrir soya y otras legumbres para que absorban mejor nutrientes y combatan los hongos. Ahora, las empresas afirman que los avances en la tecnología de análisis genético y las prácticas de cultivo les permiten encontrar y desarrollar nuevos microorganismos que puedan realizar funciones mucho más amplias, como proteger cultivos ante más enfermedades y pestes, o mitigar los daños de la sequía.

“El diagnóstico por ADN hoy brinda un nivel de entendimiento que no existía cinco a 10 años atrás”, dijo Robert Fraley, director general de tecnología de Monsanto.

Monsanto y sus rivales durante casi 20 años han vendido semillas genéticamente modificadas para cultivos como maíz y algodón. Se empalman en rasgos de otros organismos que les permiten a las semillas producir proteínas que matan insectos y soportar los sprays químicos que también venden las firmas.

Incorporar organismos microscópicos útiles como bacterias y hongos representa un enfoque distinto, ya que los alienta a vivir sobre las superficies de las plantas, y ayuda a estas a absorber nutrientes y a defenderse contra insectos y enfermedades.

Los productos a base de microbios enfrentan escepticismo de algunos medioambientalistas. Pero debido a que no dependen de ingeniería genética o químicos fabricados por el hombre, los productos pueden ser usados para producir alimentos orgánicos y naturales. Las reglas del Departamento de Agricultura de EE.UU. prohíben que los productos orgánicos contengan organismos genéticamente modificados, u OGM, pero permiten el uso de bacterias que se presentan naturalmente en cultivos orgánicos, aunque la agencia revisa esos tratamientos en granjas certificadas como orgánicas para asegurarse de que los productos no incluyan sustancias sintéticas.

El apetito de los consumidores por opciones más saludables y amigables con el medio ambiente ha convertido a lo orgánico en una estrella de la industria alimentaria, impulsando acuerdos como la compra planeada por parte de General Mills Inc. del proveedor de alimentos orgánicos y naturales Annie’s Inc., por US$820 millones. Una cantidad pequeña pero creciente de fabricantes de alimentos también han comenzado a marginar los OGM de algunos productos.

Los pesticidas biológicos, incluidos productos basados en bacterias, hoy registran ventas anuales de unos US$2.000 millones, o 4% de los US$54.000 millones en ventas globales de sprays químicos, según estimaciones de la industria.

Pero los consumidores y grupos de defensa también están sonando alarmas sobre el impacto que tienen sobre el medioambiente los químicos para cultivos fabricados por el hombre que dominan el mercado, como el glifosato, vendido por Monsanto con el nombre comercial de Roundup. Eso podría ayudar a impulsar las ventas de bio-pesticidas a US$5.000 millones, o alrededor de 10% del mercado proyectado, para fines de la década, según Michael Cox, analista de Piper Jaffray.

Los productos también podrían ser atractivos para productores agrícolas que exportan cultivos a países que restringen el uso de pesticidas sintéticos, indicó Sara Olson, analista agrícola de la firma de asesoría Lux Research Inc.

Encontrar microorganismos benéficos es como buscar una aguja en un pajar.

Unos 50.000 millones de microbios viven en una cucharada típica de tierra. Los investigadores han descubierto microbios efectivos en muestras del jardín de un templo budista y una playa en Hawái, y de lugares menos exóticos, como cuencas de arroyos secos y montículos de composta. En Bayer, un microbio prometedor que mata orugas provino de una muestra tomada en el jardín de un empleado en Carolina del Norte.

“Es algo fortuito”, sostuvo Vande Berg. Afirmó que no sabe con seguridad si alguna de las muestras de suelo que recolectó en su recorrido por el estado de Florida hace cuatro años ha aportado un microorganismo que haga la diferencia.

Los fabricantes de pesticidas ingresaron en el negocio a través de una serie de acuerdos. La alemana BASF, la mayor empresa de químicos del mundo por ventas, pagó US$1.000 millones en 2012 para comprar Becker Underwood, una firma estadounidense que se especializa en pesticidas de base biológica. Bayer desembolsó unos US$500 millones el mismo año para adquirir una empresa similar llamada AgraQuest Inc.

DuPont está desarrollando su plataforma de microbios con tecnología comprada en su acuerdo de US$6.500 millones por el fabricante de ingredientes Danisco A/S en 2001. DuPont sostuvo en agosto que está construyendo dos nuevos laboratorios de investigación en EE.UU. que ayudarán a desarrollar ese tipo de productos. Monsanto, el mayor fabricante de semillas por ventas, indicó en agosto que planea casi triplicar sus esfuerzos de investigación sobre microbios en 2015. El año pasado se asoció conNovozymes A/S, y acordó pagarle a la firma de biotecnología danesa US$300 millones para que Monsanto pueda usar la tecnología de Novozymes y vender los microorganismos aptos para granja que desarrollan juntos.

Los productos a base de microbios también enfrentan desafíos. Analistas indicaron que no queda claro si las empresas tendrán el mismo éxito con avances científicos con microbios como tuvieron con semillas GMO y sprays químicos. “Podría ser un mercado significativo, pero aún le faltan años”, dijo Jeffrey Stafford, analista deMorningstar Inc.

Y algunos grupos medioamientalistas advierten que un despliegue masivo de microorganismos en campos de cultivos podría generar problemas, como fomentar pestes para desarrollar con más rapidez resistencia a ataques de bacterias, lo que podría producir malezas e insectos aún más resistentes.

Margaret Reeves, científica sénior de la Pesticide Action Network, afirmó que el problema podría terminar requiriendo el uso de aún más pesticidas. “El enfoque todavía no es de sustentabilidad a largo plazo”, dijo.