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Casos de agricultores hortofrutícolas, pastores o bodegas prueban la preocupación en el sector porque su actividad se gane el adjetivo de sostenible y así lo reconozcan o, por lo menos, conozcan los ciudadanos.

Desde El Ejido (Almería), la gerente de Clisol Agro, Lola Gómez Ferrón, explica a Efeagro que a su empresa familiar “no le queda otra” que usar la tecnología para optimizar los recursos y frenar el cambio climático, si bien otro reto es pulir la imagen de la agricultura bajo plástico.

Al hablar del “desconocimiento” sobre los invernaderos, Gómez Ferrón menciona, por ejemplo, que la opinión pública no sabe la alta implantación del control biológico de plagas (con insectos carnívoros y sin pesticidas), que llega “al 100 %” de la producción del pimiento y al 80 % o 90 % de otras hortalizas de Almería.

El control biológico de plagas (con insectos y sin pesticidas) se aplica al 100 % del pimiento almeriense, según el sector

Clisol recicla íntegramente sus plásticos, que van a destinos diversos como una planta de biodiesel del municipio, y también instaló un evaporador que, cuando se disipa el agua sucia, permite aprovechar los restos que quedan para caolín o cerámica.

Gómez Ferrón detalla que sus dos hectáreas de cultivo están o bien en terreno “enarenado” -que permite un ahorro hídrico del 60 % respecto a la tierra convencional- o en contenedores sin suelo.

De sustrato, utilizan pelo de coco y, para fumigar, extractos de plantas como orégano o hinojo; el riego se basa en un sistema de canales por el que se recicla el agua.

Además de hortalizas, ofrece rutas didácticas y gastronómicas para dar a los turistas otra opción distinta a la playa o para educar a los niños y eliminar “falsos mitos”.

Pastores, importantes para los pueblos y el monte

En el caso de la ganadería, el director técnico de Oviaragón Grupo Pastores, Enrique Fantova, defiende en declaraciones a Efeagro la importancia del pastor, una profesión “de hace siglos” que permite que los pueblos sigan habitados toda la semana.

Oviaragón Grupo Pastores engloba a mil ganaderos de 400 pueblos de Aragón y a 400.000 ovejas, en régimen extensivo, de las que se obtiene el “ternasco”; los animales salen a pastar y vuelven por la noche al aprisco, lo que contribuye a fertilizar el suelo y a limpiar el monte de residuos y rastrojos.

“Si desaparece el ganado queda el fuego, los veranos nos lo recuerdan”, subraya Fantova, quien asimismo realza su valor “para la diversidad genética” y para salvar razas de la extinción.

Anualmente, Oviaragón concede su “Premio Biodiversidad”, que en 2014 reconoció el trabado de productores de razas como la “ojinegra” de las Cuencas Mineras (Teruel), la “rasa”, la “parda de montaña” o la “ansotana” oscense.

Responsabilidad social en el vino

La responsabilidad social corporativa o empresarial (RSC o RSE) también está presente en el campo; la bodega Cuatro Rayas (La Seca, Valladolid), por ejemplo, ha sido pionera al firmar anualmente un pacto mundial de Naciones Unidas que incluye diez principios basados en derechos humanos, laborales, ambientales y contra la corrupción.

Para esta bodega cooperativa, de la que dependen 400 familias, el compromiso consiste en dar opciones para conciliar tiempo familiar y laboral, con el fin de mantener el nivel de vida de socios y empleados para que sigan en el entorno rural”, según precisa a Efeagro su responsable de Comunicación y RSC, Ana del Fraile.

Cuatro Rayas, que produce vino de la Denominación de Origen Rueda, participa en crear un sello certificador para el proceso “12 pasos RSE”, destinado a pymes.

Por otra parte, la bodega hizo un estudio de la huella de carbono hace tres años, que analizó el impacto ambiental del cristal y que propició una reducción del peso de las botellas.