27/05/14
Albaricoques a prueba de sharka
Una de las mayores amenazas para los frutales de hueso (albaricoquero, melocotonero, ciruelo y cerezo) es la sharka, una enfermedad producida por el denominado 'Plum pox virus' (PPV) que, al igual que el resto de virosis en estos cultivos, se transmite mediante multiplicación vegetativa, es decir, por injerto, pero que a diferencia de los demás es el único que también lo hace a través de los pulgones, lo que lo convierte en el más complicado de combatir. Estos insectos adquieren el virus después de picar una planta infectada y pueden transmitirlo rápidamente a otro árbol.
La sharka fue detectada por primera vez en Bulgaria en 1917, propagándose posteriormente por toda Europa, Norte de África, Chile, Estados Unidos, Canadá, India y China. En España, no obstante, apareció a mediados de los ochenta del siglo pasado de forma simultánea en Sevilla, Valencia y Murcia en albaricoquero, ciruelo y melocotonero. Se estima que desde la década de los 70 ha podido causar unas pérdidas que superan los 10.000 millones de euros en todo el mundo, tanto por la merma en la producción, al alterar la morfología de las frutas y causar en ellas deformaciones que no permiten su comercialización, como por los arranques de los árboles afectados.
Y es que la única solución para controlar la enfermedad es arrancar los ejemplares enfermos, puesto que no existe ningún tratamiento efectivo, y cultivar variedades adaptadas a las condiciones de la agricultura local que sean resistentes. Para este segundo fin, el Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura (Cebas-CSIC) participa en el proyecto MARS ('Marker Assisted Resistance to Sharka' -'Resistencia a la sharka asistida por marcadores moleculares'-), cofinanciado por el VII Programa Marco de la Comisión Europea y que cuenta con un presupuesto de un millón de euros. El objetivo principal es desarrollar marcadores moleculares (secuencias de ADN específicas de la resistencia) que faciliten la selección de nuevas variedades resistentes al virus y su transferencia al sector productivo.
En total, participan 17 organismos de investigación y empresas de ocho países (Bulgaria, Francia, Italia, España, Grecia, República Checa, Rumanía y Turquía), con un periodo de investigación de dos años, hasta finales de noviembre de 2015. En la parte española del proyecto, el Cebas estudiará la resistencia a la sharka de cientos de descendientes de albaricoquero para el desarrollo de los marcadores moleculares, mientras que Viveros del Sureste, una empresa familiar dedicada a la multiplicación de olivos, frutales y almendros y con sede en Barranda (Caravaca de la Cruz), se encargará de las acciones demostrativas para la difusión de las nuevas variedades.
Para dar a conocer los detalles de la investigación, el pasado 30 de abril se celebró una jornada de puertas abiertas en las instalaciones de la empresa, en la que los investigadores Federico Dicenta, Manuel Rubio y José Egea, del Grupo de Mejora Genética de Frutales del Cebas, junto con Esteban Fernández Egea, gerente de Viveros del Sureste, impartieron unas ponencias. La organización del evento corrió a cargo de la empresa Think Tank Innotech, ubicada en el Parque Científico de Murcia.
Dicenta, el investigador responsable del proyecto MARS en España, explica que lo que se pretende es poner a punto una técnica que permita identificar las secuencias de ADN de los albaricoqueros asociadas a la resistencia al virus (marcadores moleculares). Así, el Cebas se encargará de generar el material vegetal, es decir, de producir albaricoqueros a través de su programa de mejora que, posteriormente, se clasificarán como susceptibles o resistentes a la sharka, realizándose simultáneamente el análisis de su ADN.
Acelerar el proceso
Las pruebas del centro de investigación murciano se llevan a cabo con pequeños árboles en macetas a los que se les inocula el virus. Estos albaricoqueros proceden de cruzamientos con variedades resistentes, fundamentalmente de Norteamérica, o del propio programa de mejora.
El estudio se realiza en condiciones controladas. Para favorecer el desarrollo del virus y acelerar todo el proceso, se somete a las plantas a un invierno artificial (se introducen en una cámara fría) durante los meses de julio y agosto, de forma que septiembre es primavera para ellas. De diciembre a enero se repite el ciclo artificial, por lo que experimentan dos ciclos vegetativos cada año.
El equipo del Cebas ha contribuido desde hace varios años al relanzamiento del albaricoque mediante la introducción de resistencia al virus de la sharka en las nuevas variedades que han sacado al mercado, puesto que todas las murcianas tradicionales son susceptibles a la enfermedad. Manuel Rubio explica que el PPV se caracteriza por su gran variabilidad, si bien han sido descritos dos grandes grupos: Tipo Dideron (D), el único presente actualmente en España; y Tipo Marcus (M), que afecta gravemente al melocotonero y podría detectarse en un futuro en nuestro país.
Además de la deformación del fruto, los síntomas que revelan la presencia de la sharka son unas manchas y anillos cloróticos (decoloración del tejido) en las hojas y en el hueso de la fruta. Después de la entrada del virus en la planta, suele tener un periodo de incubación de hasta un año, durante el cual los árboles enfermos no muestran síntomas y pueden ser considerados sanos, por lo que su detección no es sencilla.
Tan solo desde el año 2000 hasta 2009, se produjo una caída de la producción de 140.000 toneladas a 90.000 por el arranque de árboles enfermos, especialmente en la Comunidad Valenciana, indica el investigador.
Para el control de la enfermedad, destaca que es fundamental eliminar los focos de infección, lo que supone luchar contra los pulgones, pero también contra las diferentes especies de malas hierbas que crecen en el entorno de los frutales (diente de león, correhuela, cardo fino,…) y que sirven de huéspedes para los insectos.
José Egea, responsable del programa de mejora, indica que el Cebas ha registrado diversas nuevas variedades resistentes al virus, entre las que figuran Mirlo Blanco, Mirlo Anaranjado, Mirlo Rojo, Valorange, Rojo Pasión y Murciana, de las que ya hay más de un millón de árboles plantados, tanto en Murcia, como Valencia, Albacete, Aragón e incluso en Italia.
Todas han sido obtenidas a través de procesos de mejora genética clásica, que se basan en realizar cruzamientos entre variedades que no permiten la multiplicación del virus y variedades de calidad bien adaptadas. Se realizan las polinizaciones y las semillas que se obtienen se germinan y se hacen crecer los árboles. Posteriormente, son seleccionados por su resistencia a la sharka y otras características de interés comercial.