12/11/15
¿Dónde se bebe el vino español?
Antes de nada, una pregunta de difícil respuesta: ¿Cómo es posible que con una historia y cultura vitivinícola similar a la española, Francia e Italia dupliquen con creces el consumo per cápita de España? ¿Puede mantenerse un sector de tanta importancia estratégica si tiene que exportar casi la mitad de su producción a unos mercados cada vez más competitivos? España es la primera productora vitivinícola del mundo, con la mayor extensión de viñedo (algo más de un millón de hectáreas). Su producción de vino, en los últimos años, ronda los 44 millones de hectólitros, por encima de Francia e Italia. A esto se une el hecho de que la calidad de los vinos españoles alcanza el nivel de los mejores, superando pasadas épocas de dorada medianía. Así que, o se exporta el vino o lo quemamos (destilado para la obtención de alcohol). Sin embargo, el salvavidas de la exportación tiene sus inconvenientes.
La buena noticia es que, pese a la caída generalizada en Europa, el consumo mundial de vino fue de 243 millones de hectolitros en 2104, según datos de la OIV (Organización Internacional de la Viña y el Vino), con un ligero aumento con respecto al año anterior, y que en 2016 se estima que podría superar los 34.000 millones de botellas. Un mercado en alza siempre es una buena noticia cuando sobra vino para vender. La buena marcha de las importaciones de países como China y Estados Unidos está tirando del consumo. Sobre todo EE UU, que es en estos momentos el principal motor de crecimiento del sector, tanto en volumen como en valor. En cuanto a China, ya es el quinto consumidor mundial de vino, con un total de 1.900 millones de botellas, de las cuales 660 millones son importadas.
Lo lógico es pensar que el consumo en estos países, y otros emergentes, como India y Brasil, junto a países elaboradores pero de bajo consumo hasta ahora, como Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica, junto a los ya consolidados como Japón, propicien un aumento continuado de vino, compensando así cierto estancamiento de mercados tradicionales como Inglaterra, Alemania, Suiza, Bélgica o Dinamarca.
Es decir, campo para vender existe y la crisis ha obligado a muchas bodegas a salir al extranjero. Y ahí se encuentran con la dura competencia de Francia, que encabeza el ránking mundial, con el 19% del mercado global, seguida de Italia. Los 2.518 millones de euros que ahora factura el sector español están muy lejos de los 7.834 millones de euros de Francia y de los 5.155 millones de Italia. Competir, por tanto, se convierte en una obligación. Pero ¿a qué precio? Veamos los datos:
España exporta en la actualidad unos 2.518 millones de litros de vino, casi el doble que hace diez años. Sin embargo, más del 40% son vinos a granel, 60% de los cuales van a Francia e Italia. España vende vino a países que se aprovechan del bajo precio (1,05 euros por litro de media, muy lejos de los 5,37 euros por litro de media de Francia) para obtener beneficios despachándolo como si fuera suyo.
El bajo nivel de los precios españoles queda patente si los comparamos con países como Nueva Zelanda (4,36 euros/litro), Portugal (2,55 euros/litro), Alemania (2,51 euros/litro), Italia (2,50 euros/litro), Argentina ( (2,38 euros/litro) EE.UU. (2,37 euros/litro), Chile (1,74 euros/litro) Australia (1,73 euros/litro), o Sudáfrica (1,74 euros/litro). Ante este panorama, no tiene sentido decir que se empieza a salir de la crisis gracias a la exportaciones. La realidad es que España vuelve a ser un país granelista en los mercados internacionales. De manera que, pese a exportar casi la mitad del vino elaborado, la facturación sigue siendo muy baja en comparación con países como Francia o Italia.
Hay, sin embargo, margen para la esperanza. Por ejemplo, de junio de 2014 a junio de 2015 se ha experimentado un aumento del 2,9% en valor y del 21,4% en volumen. Claro que el correlato es la continua bajada de precios. Un círculo vicioso que se debería romper con una política estatal de promoción más ambiciosa y mejor orientada.
En cuanto al destino de las exportaciones de vino español, EE UU es el preferido por casi el 40% de la bodegas españolas. Canadá, Rusia y China son los mercados que más han crecido últimamente. Los grandes vinos de calidad, las firmas conocidas, están funcionando bien a costa de crear segundas marcas más baratas que en la crisis global se admiten mejor, ya que, pese a aumentar el consumo mundial del vino, los compradores internacionales solo están dispuestos a pagar un precio ajustado a la calidad cuando la imagen del país lo justifica. En caso contrario, buscan el menor precio.
Y mientras cae el consumo en España, la oferta de vinos de calidad se ha disparado, pero es dificl encontrar un hueco en los mercados internacionales pese a las buenas puntuaciones de los críticos más solventes. Es un problema de imagen de país que las bodegas, individualmente, no pueden corregir. De ahí que algunas bodegas, algunas prestigiosas, tengan que recurrir a crear segundas y terceras marcas, más baratas que lo que se venden en España, a veces cambiando simplemente la etiqueta.
¿Quién exporta vino en España?
Según un informe elaborado por ICEX España, cerca de 3.900 empresas españolas exportaron vino en 2014, más de un tercio por primera vez acuciadas por la crisis. Pero el verdadero poder exportador de vino envasado y con denominación de origen descansa en un pequeño grupo de bodegas. En 2012 este era el ránking, por millones de euros facturados:
1. Freixenet (234)
2. García Carrión (180)
3. United Wineries (130)
4. Félix Solís (121)
5. Codorníu (112)
6. Miguel Torres (106)
7. Domecq Wines (75)
8. González Byass (67)
9. Grupo Faustino (50)
10. Juan Ramón Lozano (37)
11. Grupo Barón de Ley (33)
12. Marqués de Riscal (32)