21/04/15
¿Por qué desaparecen las abejas?
Según la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación (FAO), el 90% de los alimentos de todo el mundo se obtienen a partir de 100 especies de cultivos, de los cuales, 71 se polinizan con abejas. Si venimos un poco más cerca, en Europa existen 264 especies de cultivo y casi 4.000 variedades vegetales de las que un 84% dependen de la polinización de abejas. España no es ajena a esta problemática, pues se encontraría entre los países europeos más afectados por la desaparición de colmenas.
A tal nivel está llegando la gravedad de las pérdidas, que en países como Estados Unidos ya se habla sin tapujos de un “síndrome de despoblamiento de las colmenas” para referirse a la situación, que también ocurre en otros lugares alejados como Asia o África desde hace algunos años.
Ante cifras tan apabullantes, no resulta difícil comprender que una merma importante de los censos de abejas, cuando no su desaparición en amplias zonas del planeta, como la que está ocurriendo en la última década, podría comprometer de forma directa la viabilidad de numerosos cultivos, la diversidad de múltiples ecosistemas y el abastecimiento de alimentos a la población.
¿Cuál es la causa del descenso?
Lejos de ser una respuesta única y sencilla, nos encontramos ante un complejo entramado de causas que, con mayor o menor peso, afectan a la desaparición de estos insectos y que los numerosos científicos que lo han analizado señalan hasta más de diez factores implicados, entre los que destacan:
Insecticidas y otros productos químicos. Se podría considerar como el principal factor de desaparición de las abejas a nivel mundial. Es evidente que el efecto de los primeros no sólo aparece sobre “insectos plaga”, sino también sobre otras poblaciones beneficiosas para los cultivos, entre las que se encuentran las abejas. De este modo, se ha observado que el uso generalizado de insecticidas como los neonicotinoides son causa directa de la desaparición de colonias de abejas y otras especies. Tampoco debemos olvidar que otros productos químicos de síntesis que no son capaces de provocar la muerte de los animales afectados, sí pueden alterar el sentido de la orientación y las funciones biológicas de las abejas, causando la desaparición de colonias a corto o medio plazo.
Parásitos como los pertenecientes al género Varroa, u hongos como Nosema ceranae, entre otros, pueden provocar importantes mortandades en las colmenas afectadas, llegando incluso a provocar su desaparición.
Contaminación y presencia de campos electromagnéticos. La presencia de contaminantes y ondas electromagnéticas en la atmósfera, dificulta la orientación de los insectos y que puedan localizar las zonas de alimentación o incluso retornar a la colmena, por lo que también suponen un perjuicio importante.
Cambio climático. Nos encontramos ante un proceso de cambio climático que está dando lugar a ciclos de temperaturas anómalas, precipitaciones intensas o sequías prolongadas en determinadas épocas del año y en áreas donde no son habituales. Todo ello hace que los ciclos de las plantas y los periodos de floración se alteren, con consecuencias directas en la actividad de las abejas y su disminución.
Presencia de especies invasoras. Probablemente influenciado por lo descrito en el punto anterior, nos encontramos ante un incremento progresivo de la abundancia de especies invasoras altamente predadoras de las abejas autóctonas, como ocurre por ejemplo en el caso de España con la avispa asiática (Vespa velutina) originaria de China.
¿Cómo llegan los pesticidas a afectar a las abejas?
Como apuntábamos en el apartado anterior, uno de los factores más importantes que influyen en la desaparición de las abejas es el empleo masivo de pesticidas en la agricultura, fundamentalmente neonicotinoides, que presentan una elevada toxicidad para las abejas.
En este sentido, un trabajo publicado por Krupke y colaboradores en Estados Unidos en el año 2012 trató de describir las diferentes rutas de exposición de los pesticidas para las abejas melíferas que habitan en entornos agrícolas. Para ello analizaron muestras de abejas, polen almacenado en las colmenas y varias posibles rutas de exposición asociadas con plantaciones de maíz tratado con este tipo de pesticidas.
Consiguieron demostrar que las abejas están expuestas intensamente a éstos y otros productos químicos de uso agrícola a lo largo de todo su ciclo vital. Así, durante la primavera, encontraron elevados niveles de neonicotinoides tanto en las plantas de maíz cuya semilla fue tratada antes de la siembra, como en el suelo de las parcelas incluso antes de sembrarlas, por el efecto residual de los productos. También observaron niveles altos de estas sustancias en plantas próximas a estos campos de cultivo tratados.
Por otro lado, al analizar abejas muertas recogidas cerca de las entradas de las colmenas, también encontraron neonicotinoides, si bien, no se pudo demostrar si su presencia y la mortalidad fue debida al consumo de polen contaminado o por contacto con el suelo o las plantas tratadas. También se analizó el polen almacenado en esas colmenas próximas a los campos de cultivo de maíz tratado, detectando también allí estas sustancias, así como en polen fresco muestreado directamente a partir de plantas procedentes de semillas tratadas.
En conclusión, se comprueba que son numerosas las posibilidades de contaminación de las abejas por diferentes productos químicos agrícolas de uso habitual, incluso aquellos que se emplean para el tratamiento de semillas previas a su siembra. Por ello, resulta fundamental tratar de establecer una regulación normativa intensa en relación al uso indiscriminado de estos productos y, sobre todo, establecer planes estratégicos de investigación orientados al conocimiento de alternativas de control de plagas basadas en manejos sostenibles, control biológico o el empleo de sustancias de origen natural.