07/05/14
¿Qué ocurre con la patata nueva?
Paralelamente, durante las últimas décadas en el norte de Europa las superficies de siembra han permanecido prácticamente invariables. La gran beneficiada en este tiempo ha sido Francia, como evidencia que la superficie de siembra en este país en la última década se haya incrementado un 25%.
La caída de la producción en España ha sido parcialmente sustituida por la importación de patata de conservación de Francia, y digo parcialmente porque el consumo en los países mediterráneos se ha desplomado. Mientras el consumo en Holanda y Alemania aflora caídas del 7% (propias de los cambios en la estructura social de la UE en las últimas décadas), en los países mediterráneos esta bajada está en torno al 40%. ¿A qué se debe esta diferencia? ¿Por qué los países mediterráneos acusamos una mayor caída en el consumo?
Utilizaré de ejemplo Alemania por la importancia que tiene a nivel europeo. Alemania produce y recolecta toda su patata desde junio hasta octubre, pues su climatología no permite recogerlas fuera de esa fecha. Tras esta recolección se produce un almacenaje del producto, normalmente a temperaturas de entre 8 y 10 grados centígrados, pues a temperatura más baja la calidad culinaria del producto se destruye. En febrero y marzo, cuando la patata conservada en Alemania ha perdido calidad, el país comienza a importar, primero de Egipto e Israel, y más tarde de España y Portugal, hasta alcanzar su campaña de patatas nuevas en junio. De esta forma el consumidor alemán tiene un producto con calidad todo el año.
¿Qué ocurre en España, Italia o Portugal? Pues que los países mediterráneos han acabado con sus siembras de patatas tempranas: se dedican a importar patatas francesas almacenadas a bajas temperaturas (en torno a 4º), que tiene una apariencia externa similar pero peores propiedades. Está demostrado que el almidón de la patata a tan baja temperatura se transforma en azúcares al freír, lo que provoca que la patata se queme, o bien se cueza en el aceite cuando se baja la temperatura de fritura, lo cual incrementa el consumo de aceite y el aporte calórico. Cocida en agua, la patata de conservación tiene un sabor dulce.
El resultado es una caída del consumo en estos países. El ama de casa mediterránea confunde el brillo de la piel de esta patata francesa lavada identificándola como nueva, pero la realidad es que el resultado en la cocina no es bueno.
A ello hay que sumar también la asociación que en España se hace entre patata y sobrepeso. Nada más alejado de la realidad: la patata es una fuente de aporte de hidratos de carbono con bajo contenido calórico (100 gramos de patata cocida aportan tan solo 80 calorías, mientras que de pan aportan 220 calorías y de pasta 350 calorías). ¿Cuántos españoles saben que un plato de patatas asadas o cocidas engordan cinco veces menos que la misma cantidad de pasta? ¿Cuántos conocen que, además, la patata es una fuente valiosa de Vitaminas A, B1, B2, B3, Fósforo, Hierro y Potasio ?
Un español consume alrededor de 23 kilos de patatas frescas al año. Si fueran nuevas supondrían 23 euros/persona/año, mientras que si fueran de conservación supondrían 12 euros/persona/año. Aun con la crisis que soportamos, es evidente que no se trata de un gasto desorbitado.
En cualquier país europeo se sienten orgullosos de su producción nacional. Cuando comienza la producción de cualquier producto agrario se cesan las importaciones y todo el mundo consume productos locales ¿Qué tipo de complejo tiene el español que es el único que continua importando productos de baja calidad? Alemania importa el 6% de la patata que consume. España el 30%.
Es hora de que apostemos por nuestro país y creemos riqueza y trabajo aquí. Ser europeos no significa dejar de consumir nuestros productos, que además son de mejor calidad. Sobre todo cuando, si atendemos a las estimaciones oficiales, que establecen que cuatro hectáreas de patata suponen un puesto de trabajo, la merma de superficie cultivada ha implicado la pérdida de 33.000 puestos de trabajo fijos. ¿Qué sectores hay en este país con capacidad de crear 33.000 empleos?
Tenemos tendencia a culpabilizar al que está arriba de nuestros problemas. En este caso no podemos culpar ni al Gobierno ni a las cadenas de distribución de la situación existente. Una cadena de distribución vende lo que su público demanda. Si no nos hemos preocupado de explicar públicamente las diferencias existentes en este caso entre la patata nueva y de conservación, no podemos buscar culpables.
Este año tenemos la confirmación por parte de alguna cadena de distribución de que durante el mes de mayo realizarán el cambio a patatas nuevas en todas sus referencias. Es el momento de apoyar a quien nos apoye y ponga producto nacional en los lineales.
No está de más recordar que Francia exporta 800.000 toneladas de patatas a España, y sin embargo España no llega a exportar 3.000 toneladas a Francia. Nuestros camiones atraviesan Francia descargando las apreciadas patatas nuevas españolas en Alemania, Holanda, Bélgica, pero no vendemos en el país galo. Sin embargo, ¿saben de qué vuelven cargados esos camiones? De patata de conservación francesa, barata, para que se las coman los españoles.
Ante esta realidad estamos obligados a reaccionar como sociedad, pues con muy poco esfuerzo podemos crear mucha riqueza en nuestro país y apostar por lo nuestro, generando puestos de trabajo, que tanta falta nos hacen.