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Miguel Lorenzo

03/03/14

Cantabria exporta sus abejas a Francia y Portugal para repoblar colmenas vacías

Dicen que fue el propio Einstein quien afirmó que si las abejas desaparecieran del planeta, a la raza humana solo le quedarían cuatro años de vida: «sin abejas no hay polinización, ni hierba, ni animales, ni hombres». En el caso de Cantabria parece que este apocalíptico escenario queda todavía lejos, pero bien es cierto que esta imprescindible especie de insectos no atraviesa por su mejor momento: su número ha descendido debido a los diversos males que diezman su población como el uso incontrolado de pesticidas y plaguicidas, la llegada de especies invasoras o la destrucción de su hábitat y de sus ecosistemas, entre otros.

Aunque los problemas que atraviesan las abejas afectan de una forma u otra a toda la sociedad, hay un sector, el de la apicultura, que lo sufre directamente. César Alonso, presidente de la Asociación Montañesa de Apicultores, encara el presente del sector con realismo, pero sin perder de vista las grandes oportunidades que la actual circunstancia ofrece a esta actividad. Según explica, en Cantabria conviven dos modelos de producción apícola que se favorecen entre sí. Por un lado, el clásico modelo de apicultura menor, desarrollada como un apoyo a la economía doméstica y una forma artesanal de producción. Por otro, existen productores a mayor escala, alguno de los cuales llega a contar con cerca de mil colmenas en sus instalaciones. En ambos casos, pese a la complejidad del momento que atraviesa el sector, dichos modelos están evolucionando e incorporando nuevas vías de negocio que están dando ya sus frutos.

El caso más claro es la producción de núcleos de abejas para repoblación de zonas deshabitadas y de colmenas vacías. Este nuevo nicho, producto de la grave falta de colonias de abejas que sufren otras zonas y países, ha provocado que Cantabria exporte abejas tanto a distintas zonas de España como, especialmente, a Portugal y a Francia. Quizás el caso más paradigmático sea este último. En Francia sufren una falta de abejas más grave que en España, una circunstancia que, como señala César Alonso, comenzó a cobrar importancia cuando afectó a la producción de los famosos caldos franceses. En este caso, a la falta de abejas que polinicen las cepas se suma la expansión que ha vivido la avispa asiática en el país, que ha tenido funestas consecuencias para la producción de uva, dado que esta especie también ataca a los frutos de las vides.

De esta forma, los países vecinos se han convertido en los destinos de la producción de núcleos para repoblación, que en el caso de los productores de mayor envergadura alcanza a los 800 núcleos anuales.

Producción cántabra

Esta nueva actividad también prolifera gracias al incremento de la demanda de abejas para la creación de nuevas colonias en Cantabria. Según explica Alonso, «hay muchos jóvenes que se están interesando por la apicultura como una fuente extra de ingresos, algo en lo que tiene mucho que ver la crisis económica».

Para César Alonso la salud de la apicultura en Cantabria es razonable, pese a las actuales circunstancias que atraviesan las abejas. «Aunque el año pasado no ha sido bueno en términos de producción, ya que se ha recolectado aproximadamente una tercera parte que el año anterior, la apicultura cántabra se mantiene. Puestos a pedir, haría falta mayor inversión en el sector y más apoyo, pero en líneas generales estamos satisfechos con la evolución y con el apoyo que recibimos de las instituciones públicas».

El descenso productivo se debe más a las malas condiciones climatológicas que a los problemas que sufren las propias abejas: «Cuando llueve mucho o el frío se mantiene durante mucho tiempo las abejas no salen y no trabajan, y en ese sentido el año pasado fue malo».

Pese a ello, en líneas generales la situación del sector en nuestra región es buena, circunstancia que se debe en gran medida al buen hacer de los propios productores de Cantabria, sede de la Confederación de Apicultores de la Cornisa norte que incluye a Galicia, Asturias,el País Vasco, La Rioja y algunas zonas de Burgos y Palencia. «Realizamos numerosas actividades divulgativas, como las cerca de cuarenta charlas que dimos el año pasado por los colegios de Cantabria. También somos los promotores de la feria apícola más importante de España, que en octubre vivirá su sexta edición y que ha superado en cifra de asistentes a otras con bastante más historia que la nuestra».

Si, como decía Einstein, mientras existan abejas habrá esperanza, en Cantabria –todavía– podemos estar razonablemente tranquilos.