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Marta García

03/11/14

Cultivar verduras en la cima de un rascacielos es posible

Los techos ecológicos o ajardinados están actualmente de moda en grandes urbes como Nueva York o Alemania y son considerados lo último en diseño vanguardista, pero ¿Realmente lo son? Este tipo de arquitectura proviene de la antigüedad, concretamente de pueblos como los vikingos que usaban este tipo de infraestructura como termostato natural.

Hasta 1960 se consideraba una construcción típica de los países nórdicos sin ningún tipo de atractivo. Pero en aquellos años Alemania recuperó y transformó esta práctica llevándosela a un plano más arquitectónico y de diseño. Ejemplo de ello es el edificio Geno Haus, en Stuttgart. Desde entonces, las azoteas verdes se han extendido a muchos otros países del mundo.

En Francia el museo Historial de la Vendée se inauguró en 2006 con casi dos hectáreas verdes en su techo. Fuera de Europa, en EEUU, algunos de los techos verdes más destacados son el del City Hall de Chicago y el edificio residencial The Solaire de Nueva York, elaborado en 2003. Y en Japón, uno de los países con mayor índice de contaminación del mundo, destaca el Fukuoka Prefectural International Hall, con 100.000 metros cuadrados y más de 35.000 plantas.

¿Por qué tener una azotea verde?

1. Reducen la contaminación ambiental y el cambio climático. Las plantas absorben diversas partículas contaminantes y dióxido de carbono (CO2). Con solo el 6% de techos cubiertos de vegetación en Toronto se eliminarían 30 toneladas de partículas contaminantes de la atmósfera cada año, según Green Roofs, una asociación para el fomento de los techos verdes en América del Norte.

2. Controlan la temperatura. El Instituto Americano de Ciencias Biológicas ha comprobado en una extensa investigación que durante el verano, las azoteas verdes logran disminuir en un 25% el gasto en aire acondicionado y en invierno reducen hasta en un 50% las pérdidas de calor. Asimismo, limitan el fenómeno de la 'isla de calor', que eleva la temperatura en las grandes ciudades.

3. Disminuyen el consumo energético. Si todos los edificios de Chicago tuvieran techos verdes, se ahorrarían 68 millones de euros en energía, el equivalente a la producción de varias centrales térmicas de carbón o a una pequeña central nuclear.

4. Protegen el edificio y las zonas colindantes. La azotea se conserva mejor al estar más protegida frente a fenómenos meteorológicos. Las calles también se benefician, ya que al absorber el agua de la lluvia contribuyen a que no haya inundaciones.

5. Combaten el ruido. La Comisión Europea reconoce que son un excelente aislante acústico. Las plantas, tanto en los techos y azoteas como en jardines verticales, forman una mampara natural contra el ruido producido por el tráfico rodado o por aparatos del propio edificio, como maquinaria de los ascensores o equipos de aire acondicionado. Por ello, esta tendencia arquitectónica llamada "greening" ha sido incluida en la Estrategia de Infraestructuras Verdes de la Unión Europea.

Huertos urbanos

En los últimos años ha habido una expansión de los huertos urbanos en las grandes ciudades a nivel individual o colectivo y está íntimamente relacionado con el aumento del número de azoteas verdes. La Huertita de Tetuán en Madrid o la iniciativa municipal del Ayuntamiento de Barcelona son ejemplo de ello.

El 'Urban Farming' es un sistema de cultivo pensado para tener hortalizas en tu balcón, terraza o patio. Los huertos urbanos, en cualquiera de sus modalidades, crecen día a día en el asfalto de nuestras ciudades. El verde está entrando en la ciudad: en tiempos de globalización y consumismo desmedido, el retorno al origen de la tierra y los movimientos como 'Slow Food' son una opción cada vez más popular.

El cultivo de productos agrícolas en la ciudad no es una novedad. Desde principios del siglo XX se utilizan como complemento alimentario para las clases más populares. Con el incremento del bienestar de las clases medias se generó, sobre todo en los países de Centro Europa, una gran afición por el cultivo de verduras, hortalizas y frutas en la propia vivienda. Así, pequeños jardines de países como Alemania se acabaron convirtiendo en zonas de doble uso: pequeños huertos y espacios de ocio.

Algunos países verdes

La ciudad de Copenhague, que es la más grande de Dinamarca, se ha unido a Toronto como la segunda urbe que aprueba una ley que requerirá que todos los techos nuevos de la ciudad tengan algún tipo de vegetación. De esta manera se quiere combatir la contaminación ambiental.

En Canadá, Toronto implementó ya una medida similar, generando 1'2 millones de metros cuadrados verdes en desarrollos comerciales, institucionales y residenciales. El país también ha conseguido un ahorro energético anual de más de 1'5 millones de kWh para los propietarios de dichos edificios.

En nuestro país, la Asociación Española de Cubiertas Verdes (ASESCUVE) «se creó para dar a conocer al conjunto de la sociedad la existencia de estos novedosos sistemas constructivos», explica la presidenta de la organización, Elisabeth Contreras. «ASESCUVE también pretende desarrollar una línea de formación específica para técnicos, instaladores, y fomentar así la construcción de cubiertas y fachadas vegetales», añade.

En España también se pueden ver algunos buenos ejemplos de techos verdes. La Villa Bio, en Girona, incorpora la vegetación local para estar en sintonía con el entorno mediterráneo. En Santander, la OS House se adapta también al terreno con la vegetación de los alrededores. Pero sin duda, los techos verdes más curiosos y llamativos son los ideados por el artista Marc Grañén, que los ha incorporado a varios autobuses de Barcelona y Girona.