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Daniel Martínez

11/03/15

Descubren factor que acelera el colapso de las colonias de abejas

Este es un problema que preocupa cada vez más, ya que la producción de alimentos y el mantenimiento de la biodiversidad dependen de los insectos polinizadores. De este modo, expertos alrededor del mundo se han dedicado a estudiar este fenómeno para dar con sus posibles causas y controlarlo.

Así, y de acuerdo a un nuevo estudio realizado por científicos de la Universidad Queen Mary de Londres (QMUL), de la Universidad Macquarie de Sydney, de la Universidad de Sydney (Australia) y de la Universidad de Washington en St. Louis (EEUU), el estrés de las abejas jóvenes que deben sustituir en la recolección de polen a las que han muerto, es un factor que está impulsando este complejo escenario.

“Rapid behavioral maturation accelerates failure of stressed honey bee colonies” es el estudio realizado por Clint J. Perry, Eirik Søvik, Mary R. Myerscough y Andrew B. Barron -publicado en Proceedings de la National Academy of Sciences- donde los expertos señalaron que, por lo general, las abejas obreras (abejas hembras infértiles) de las colmenas suelen comenzar a recolectar polen y néctar de la flora apícola [pecoreo] cuando tienen entre 2-3 semanas de edad.

No obstante, la situación cambia cuando las colonias sufren algún tipo de presión, como enfermedades, falta de alimentos u otros factores que acaban con la muerte de las abejas de más edad. Razón por la cual, las abejasobreras jóvenes, comienzan su pecoreo precozmente.

“Que las abejas jóvenes dejen la colmena tempranamente probablemente sea un comportamiento de adaptación a una reducción en el número de abejas obreras mayores. Pero si el aumento de la tasa de mortalidad continúa por mucho tiempo o la colmena no es lo suficientemente grande como para soportar las pérdidas en el corto plazo, esta respuesta natural podría alterar el equilibrio social de la colonia y tener consecuencias catastróficas”, dijo el Dr. Clint Perry de la Escuela de Ciencias Biológicas y Químicas de QMUL.

El cambio en la actividad de las abejas fue descubierto por los investigadores mediante el rastreo y seguimiento de sus movimientos a lo largo de sus vidas.

De esta manera, notaron que las abejas que habían comenzado a recolectar polen y néctar demasiado pronto completaban menos vuelos de forrajeo que las que empezaban a una edad adecuada y presentaban una mayor probabilidad de morir en sus primeros vuelos, hecho que afectaría gravemente a la población de abejas a futuro.