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Irene Campos

12/01/14

El CITA trabaja en recuperar y conservar las variedades locales de cerezo

El Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA), adscrito al Departamento de Industria e Innovación del Gobierno de Aragón, trabaja en la recuperación, conservación y caracterización de variedades locales de cerezo. Un proyecto que se desarrolla en la Unidad de Fruticultura, con la investigadora Ana Wünsch al frente, dentro del programa de Conservación de los Recursos Genéticos de Interés Agroalimentario financiado por el Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria INIA. Es continuación de proyectos anteriores iniciados en 2005.

El trabajo se basa en la colaboración de tres centros de investigación: el CITA, la Estación Experimental de Aula Dei CSIC, y el Centro de Investigación Agraria de CICYTEX del Gobierno de Extremadura. Estos centros están ubicados en las principales regiones productoras de cerezo del país -Aragón y Extremadura-, que también tienen las colecciones de referencia en esta especie como el banco de germoplasma de variedades autóctonas de cerezo del Jerte, la colección de variedades de la EE Aula Dei y la colección de variedades y de germoplasma de cerezo del CITA.

El cerezo es una especie nativa de Europa, donde se han desarrollado ecotipos adaptados. Sin embargo, la introducción y cultivo de nuevas variedades procedentes de programas de mejora foráneos causa una pérdida de las variedades autóctonas, con la consiguiente reducción de variabilidad genética y caracteres adaptados.

Este proyecto viene a dar respuesta a esta situación mediante la recuperación, caracterización y documentación de germoplasma autóctono. Para ello se llevan a cabo trabajos de prospección de variedades locales que están cayendo en desuso, su recuperación y conservación en colección, el análisis y mejora de su estado sanitario y su caracterización tanto morfológica como molecular.

Dentro del material prospectado y recuperado existen variedades con caracteres específicos de gran interés para la mejora genética y con propiedades de adaptación a condiciones particulares, como son los bajos requerimientos de horas de frío o la autocompatibilidad. En general se ha observado que las variedades locales están diferenciadas genéticamente del material cultivado, de ahí que constituyan un acervo genético único que hay que conservar.