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El corazón a la izquierda, la cartera a la derecha

La resaca del 25-M dura más que las pilas del famoso conejito y mientras algunos todavía no le dan vuelta al champan descorchado a la noche, otros cuantos no han asumido aún la amarga derrota en la dichosa noche de autos.

Pues bien, escuchando las diferentes reacciones posteriores, me viene a la cabeza la reunión que hace unos meses mantuvimos entre representantes de los diferentes partidos que conforman la coalición EHBILDU y las dos organizaciones agrarias, a iniciativa de los primeros, donde los políticos, ante la sorprendente unidad sectorial frente a la Diputación, pretendían valorar la marcha de la legislatura, ahora acabada, la actuación de sus representantes institucionales y contrastar, cara a cara, los motivos de dicho enfrentamiento.

A lo largo de dicha reunión, ambas organizaciones agrarias efectuaron un somero repaso de la actuación institucional y de la actitud de sus dirigentes, subrayando que el nulo diálogo con los agentes sociales, los continuos intentos de debilitamiento del tejido asociativo que estructura el sector primario y la aplicación de directrices políticas dirigidas, única y exclusivamente a un sector, importante pero minoritario, como el agroecológico y la erradicación de todo aquello ligado a la producción para así, debilitar el modelo de agricultura que ellos, despectivamente, califican como intensivo e industrial han sido acogidas por el conjunto del sector, tanto en su orientación agrícola, ganadera como forestal, como un verdadero ataque a la linea de flotación de la mayoría de explotaciones agroforestales de nuestro territorio.

Los agentes sociales reclamaron a los políticos una política más realista, flexible y que apoye al conjunto del sector y utilizando un símil, se refirieron a la necesidad de impulsar políticas sectoriales que a modo de autopista de varios carriles permita el desarrollo y convivencia de los diferentes tipos de explotación frente a la política foral de EHBILDU que era una vía de carril estrecho donde sólo entran unos pocos mientras la gran mayoría son expulsados a los arcenes de la vía.

Pues bien, al final de la reunión, el responsable de SORTU a pesar de reconocer errores en las formas y en la interlocución por parte de sus responsables institucionales, nos llegó a decir que habían llegado a la conclusión que cuatro años eran insuficientes, un periodo excesivamente corto, para poder aplicar la revolución que ellos pretendían aplicar.

Imaginarán la lógica preocupación en la que nos vimos sumidos los agentes sociales al captar que los interlocutores políticos, lejos de admitir cualquier error en la orientación de sus políticas sectoriales, reclamaban más tiempo para perseverar en sus errores sin ningún propósito de enmienda.

Algo similar les habrá ocurrido a miles de guipuzcoanos al escuchar las palabras de Hasier Arraiz, presidente de SORTU, o al candidato foral, Xabier Olano, quienes en su rueda de prensa de valoración de los resultados de los comicios municipales y forales llegó a la conclusión que, dando por supuesto que la directriz política era la correcta, el error era el ritmo adoptado en la aplicación de las mismas. Osea, su conclusión, tanto sectorial como globalmente, es idéntica a la que llegó el responsable con el que dialogamos sobre política agraria.

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