22/09/14
El IRNASA busca hongos que mejoren el cultivo del cereal Tritordeum
El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) consiguió desarrollar hace años un nuevo cultivo como resultado de combinar un trigo duro (Triticum durum) y una cebada silvestre (Hordeum chilense). Esta innovación española se ha convertido en el primer cereal híbrido que llega a la alimentación humana en 10.000 años, con el nombre de Tritordeum. Ahora, un proyecto del Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Salamanca (IRNASA, centro del CSIC) pretende mejorar el rendimiento de este cultivo sin necesidad de recurrir a pesticidas o fertilizantes químicos, tratando de encontrar hongos simbióticos apropiados.
“En su estado natural, una planta contiene muchos hongos en las hojas o en las raíces, algunos producen toxinas que la protegen de insectos y otros favorecen la absorción de nutrientes u otros aspectos de su adaptación al medio”, explica a DiCYT Íñigo Zabalgogeazcoa, investigador del IRNASA experto en microorganismos endófitos, es decir, los que están en el interior de las plantas.
Esta iniciativa se enmarca dentro del Programa Estatal de I+D+i Orientada a los Retos de la Sociedad, en concreto, dentro de la convocatoria Retos-Colaboración, que apoya la cooperación entre empresas y organismos de investigación. Por eso, además del IRNASA, el proyecto incluye a las empresas Agrasys, que lanzó el nuevo cultivo, y Cecosa Semillas, que comercializa la semilla de Tritordeum en España.
Precisamente, las empresas se fijaron en el trabajo que habían hecho los científicos de Salamanca, que cuentan con una importante colección de hongos endófitos aislados de plantas que sobreviven en condiciones inhóspitas, como rocas o terrenos secos y pobres. “Pensamos que parte de su adaptación viene determinada por la presencia de estos hongos”, asegura Beatriz R. Vázquez de Aldana, otra de las investigadoras del equipo.
La idea es inocular estos microorganismos en Tritordeum y ver sus efectos. Si son los deseados, podrían sustituir a fertilizantes o pesticidas químicos que perjudican el medio ambiente. Hay hongos demasiado específicos que no se pueden inocular en otras especies de plantas, por ejemplo, algunos que producen alcaloides tóxicos para insectos, pero muchos otros son generalistas y se pueden asociar a diferentes organismos vegetales, favoreciendo su crecimiento al aumentar el contenido de nutrientes como el fósforo o la respuesta a estrés causado por patógenos o sequía.
Del invernadero al campo
En cualquier caso, “este mundo es muy desconocido”, afirman los científicos, y en la mayoría de los casos no se sabe qué efectos puede tener un hongo en la planta. Por eso, el trabajo será largo y el proyecto, que dura tres años, se dividirá en diferentes etapas. En estos momentos, se dan los primeros pasos en los invernaderos del IRNASA, donde ya se está inoculando Tritordeum con un conjunto de unas 100 especies de hongos. Tras analizar la respuesta en cuanto a biomasa, contenido de nutrientes y variaciones en la bioquímica de las plantas, los investigadores seleccionarán una o dos decenas para experimentar en el campo.
Este grupo de investigación del IRNASA comenzó a estudiar los hongos en gramíneas silvestres de pastos de dehesa de Salamanca ante la sospecha de que hubiera microorganismos que producen alcaloides tóxicos para ganado, como sucede en otros lugares. Sin embargo, comprobaron que en el caso de la provincia salmantina no existía ningún peligro debido a la gran riqueza botánica que existe en los pastos de dehesa. A raíz de esa investigación se abrió un campo de estudio enorme, ya que los investigadores han llegado a encontrar más de100 especies de hongos en una sola especie de planta.
El interés de esta línea de investigación para la agricultura es máximo, ya que en la actualidad se buscan fertilizantes y pesticidas alternativos a los químicos. El IRNASA ya ha realizado estudios similares sobre la aplicación de hongos en otros casos, como plantas del género Lolium, que se usan como césped en jardines y campos deportivos.