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Jorge GdO

07/01/14

El miedo al despertar de la ‘avispa asesina’

Los Agentes Rurales de Girona han capturado en los últimos meses en la Garrotxa unos 700 ejemplares de avispa velutina, conocida también como avispa asesina. Esta especie invasora, tres veces más grande que las abejas locales, llegó procedente de Asia y ya se ha detectado en tres comarcas gerundenses. Ahora está inactiva agazapada en sus nidos por el frío, el peligro vendrá cuando el sol cobre fuerza a partir en primavera. Se han activado todos los protocolos para minimizar su impacto, igual que desde hace años se hace con la lucha contra la presencia de otras especies invasoras como la tortuga de Florida, el visón americano o, más recientemente, el coipú, un roedor de la Patagonia que se ha instalado en el Alt Empordà.

Según el director de los servicios territoriales del Departamento de Agricultura, Vicenç Estanyol, del total de especies exóticas de las comarcas de Girona, el 12% son invasoras. Tres factores hacen que una especie sea considerada invasora: “Que altere el medio natural tanto en la flora como en la fauna en perjuicio de especies autóctonas; que cause daño a las personas, o daños económicos, por ejemplo a la producción agrícola o ganadera”. Este es el caso de la avispa velutina, que tiene en su dieta a la abeja autóctona, a la que mata para alimentar a sus voraces larvas. Por ello los enjambres de abejas locales están en peligro y su pérdida afecta a la producción de miel, pero, sobretodo, a la polinización de las especies vegetales, con el consiguiente daño económico.

Tras la aparición en 2012 de individuos aislados en poblaciones del Alt Empordà como Garriguella, Vilamacolum y Portbou, finalmente la Generalitat ha admitido que la avispa asiática “ha venido para quedarse”. Hasta el momento la comarca más afectada por el insecto invasor es la Garrotxa. En ella se han capturado 700 ejemplares en algunas trampas del millar que se han instalado por el territorio.

Protocolo de actuación

También en la Garrotxa, concretamente en la Vall d'en Bas, a principios de diciembre se localizó un nido. Bomberos especialistas del País Vasco le inyectaron venero y a mediados de diciembre se descolgó para intentar comprender mejor cómo viven estas avispas y su comportamiento para poder establecer el mejor protocolo de actuación para matarlas. “No erradicaremos esta avispa; pero podemos minimizar su presencia en el territorio”, indica Estanyol. Los agentes rurales han encontrado otros nidos de esta avispa depredadora en Ripoll, Susqueda y en otra zona que no ha trascendido.

A partir de la próxima primavera, agentes rurales y técnicos del departamento intensificarán la colocación de trampas para controlar la presencia de esta especie. Será entonces cuando las avispas recuperarán la actividad y comenzarán a construir sus nidos, en los que nacerán las obreras que se encargarán de formar su nido definitivo, que puede superar un metro de diámetro y acoger entre a 1.500 y 2.000 individuos. Será entonces, cuando las abejas también recuperen su actividad, cuando estas volverán a estar en peligro de muerte.

La ‘rata-nutria’ que llegó de la Patagonia

Diversos factores contribuyen a la llegada de especies foráneas. Entre ellos la globalización, por la facilidad de movimientos transfronterizos, y las liberaciones voluntarias o accidentales. Las comarcas de Girona también han visto últimamente la llegada de otra especie invasora, el coipú. Este roedor se localizó por primera vez en Boadella (Alt Empordà) en noviembre de 2012. Durante 2013 los Agentes Rurales detectaron una quincena de ejemplares, casi la mitad de ellos atropellados por coches.

Esta especie de rata-nutria, de grandes dimensiones, vive en las riberas de los ríos y zonas húmedas y se reproduce a gran velocidad. Puede llegar a pesar hasta 10 kilos, y tiene los incisivos muy desarrollados. Afecta a los ecosistemas fluviales y devora variados tipos de cultivos como maíz, árboles frutales o cereales. Según los Agentes Rurales, ya existe “una población estable”.

Se sospecha que ha llegado al Alt Empordà desde el sur de Francia a través de las cuencas fluviales de la Albera. Su presencia ha pasado de ser anecdótica a constante en localidades como Sant Pere Pescador o Castelló d'Empúries. Afecta a los ecosistemas fluviales, porque, como se come la vegetación y plantas acuáticas, puede dejar sin alimento a animales y aves autóctonas. Además su piel también es un nido para piojos, garrapatas y otros parásitos que pueden pasar a otros animales o incluso a los humanos. Para minimizar su expansión, se ha adoptado “medidas de choque” como alertar a los cazadores o instalar trampas para capturarlos y matarlos. Es, aseguran, “la única forma de luchar contra estos invasores”.