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Daniel Martínez

16/04/15

El 'súper hongo' español que fertiliza los campos de 16 países

Jesús Suárez y Félix Fernández estaban convencidos de que si buscaban en una zona árida, como una rambla salada, podían encontrar un nuevo hongo que ayudase a los cultivos a resistir las peores condiciones. Lo consiguieron. En 2009, descubrieron la variedad de 'Glomus Iranicum var Tenuihypharum' que, en simbiosis con las plantas, fortalece su raíz, mejora su actividad biológica, aumenta su producción y la calidad de sus frutos. Hoy, a través de su empresa Symborg, con sede en Murcia, venden sus bioestimulantes, protegidos bajo patente mundial, a 16 países. Y es que, en casos como los melones y el maíz, consiguen aumentar su productividad en más de un 20%.

Tras aislar el nuevo hongo, los investigadores iniciaron la etapa «más complicada» de su trabajo, tal y como afirma Juárez. La variedad presentaba cualidades beneficiosas para las plantas, pero había que convertirla en un producto «factible» para su explotación comercial. El principal problema es que, para que cumpla su papel, el hongo tiene que transferirse directamente a las raíces de los cultivos. Para ello, se hacía «imprescindible» que pudiera ser distribuido a través de cualquier mecanismo de riego. «La espora de un hongo, normalmente con un tamaño mayor de 120 micras, no puede pasar por los filtros de los sistemas tradicionales de riego por goteo», explica el CEO de la empresa.

Symborg logró entonces que el hongo produjera «otras partes infectivas» que sustituyen a las esporas. ¿El resultado? Todos sus bioestimulantes, antes de ser envasados, pasan por un tamiz de 80 micras, garantizando su paso por los filtros de «cualquier sistema de riego». La tecnología, además, consigue la pervivencia del hongo en los productos durante las «duras condiciones de transporte y de almacenaje».

Así la empresa ha conseguido producir el hongo en unas «condiciones óptimas» dentro de un producto de agricultura intensiva, que se puede pulverizar con los sistemas de regadío habituales. En contacto con las raíces de la planta, el 'Glomus' las coloniza de forma rápida y comienza su «relación simbiótica» que se prolonga «durante todo el ciclo productivo de la misma. Symborg ha protegido bajo patente mundial todo el proceso de producción y aplicación.

Los efectos del hongo sobre los cultivos son impresionantes. Juárez recalca que sus productos no son biofertilizantes, sino bioestimulantes. Mientras los primeros «no actúan directamente sobre la planta», los suyos «sí producen una acción sobre el cultivo». «Generan un efecto estimulantes que ayuda a aumentar la capacidad de absorción de la planta», afirma el CEO. «Conseguimos que tomen los nutrientes del suelo con mayor eficiencia», señala. Todo ello mediante un proceso natural, «100% sostenible».

El hongo provoca que los cultivos desarrollen un sistema de raíces «más voluminoso y equilibrado», mejorando el estado hídrico de las plantas y produciendo incrementos «muy significativos» en la producción. «Obtenemos más de un 20% en melones y en maíz; más del 15% en lechuga y pimientos; o más de un 12% en tomates», indican desde Symborg. Y es que sus biofertilizantes se pueden utilizar en todo tipo de cultivos, excepto en brassicaceas, urticáceas y polygonaceas, como son las coles, repollos o lombardas.

Symborg ha realizado estudios de cada cultivo con las mejores universidades del mundo. Su expansión en Estados Unidos, por ejemplo, se inició a raíz de un informe de la Universidad de California sobre la eficacia de los bioestimulantes en las fresas. A partir de su publicación, los agricultores del estado confiaron en los productos españoles no sólo para las fresas, sino para el resto de sus cultivos. Replicando esta estrategia, la empresa ha logrado comercializar sus fitofortificantes en 16 países, desde México, hasta Senegal, Mali y China. Ahora tiene previsto penetrar en otros 16 nuevos mercados antes de finalizar el año 2017.