04/10/15
El tomate: cuando su precio se cuadruplica de la tierra a la mesa
En la actualidad, al agricultor se le paga por el kilo de tomate para ensalada 0,47 céntimos y en la tienda de turno se vende a 1,86 euros, según el Índice de Precios en Origen y Destino (IPOD) de agosto de este año, que elaboran la organización de agricultores COAG y las asociaciones de consumidores UCE y CEACCU.
El de esta hortaliza no es el peor de los casos. El precio del repollo y el melón se sextuplica en destino y el de la sandía y el pimiento verde, se quintuplica.
¿Está justificado este precio? "A veces sí y otras no tanto", responde Manuel Galdeano, presidente de la Asociación de Productores Hortofrutícolas y Cooperativas Agrarias de Almería, Coexphal. "El problema", continúa, "se produce cuando al supermercado no le trae cuenta bajar los precios aún sabiendo que éstos en origen están baratos. En el caso opuesto, cuando los precios por carencias en origen crecen, el supermercado no tarda mucho en trasladar estas subidas".
"Es el propio consumidor el que con su acto de compra marca el precio. Un precio que, además, lo determina la presentación e innovación del producto", defiende Aurelio del Pino, presidente de la asociación que representa los intereses de cadenas como Carrefour, Eroski, SuperCor o Lidl, ACES.
Oficialmente, en la estructura tradicional de la cadena de valor hortofrutícola elaborada por el Ministerio de Agricultura, y consensuada con el sector, intervienen hasta cuatro eslabones: agricultor, cooperativa, mayoristas y tienda. Pero, extraoficialmente, intervienen más actores entre transportistas, almacenes, logística o conservación que incrementan el coste. Hay ocasiones que mayorista y distribuidor coinciden. Es el caso de las plataformas de distribución creadas por grandes cadenas de hipermercados y supermercados.
Productor
El agricultor mira con preocupación al cielo. Se acercan unas nubes que nada bueno auguran. Las previsiones meteorológicas ya han advertido de posible granizo en la conocida huerta de España, en Almería.
Parte de la cosecha se puede ir al traste. Eso, no sólo le acarreará pérdidas importantes, sino también que lo que se salve llegue a las tiendas a precios astronómicos.
Podría darse el escenario contrario. Buen tiempo y riego idóneo producen una cosecha excelente. Tan excelente que hay demasiados tomates en el mercado que, en consecuencia, tiran los precios. Hasta ahí, pura ley de la oferta y la demanda.
Así que, nuestro agricultor lleva su cosecha a la central hortofrutícula o alhóndiga, donde las cooperativas clasifican y envasan el producto, pero se va sin saber cuánto le pagarán por el cargamento.
"Nuestra angustia e incertidumbre es esa. No saber el precio que vamos a recibir hasta seis semanas después de haberlo vendido. Eso no puede ser", se queja Andrés Góngora, productor hortícola en los invernaderos de Almería y responsable de frutas y hortalizas de COAG.
Y es que, en la mayoría de los casos no existe contrato entre uno y otro. ¿Cómo fiarse? "Hay que tener un poco de picaresca y enviar a alguien para que compruebe que lo que te pagan es lo que realmente venden en la alhóndiga", reconoce María Bacas, productora de aguacate y chirimoya en la Costa Tropical de Granada.
Comercialización en origen
En las centrales hortofrutícolas, se desecha el producto que no cubre un mínimo de calidad y se va envasando el resto por tamaño, madurez, color... Una vez hecha la criba, se pesa la producción y es cuando se paga al agricultor.
Según los últimos datos recabados por el ministerio de Agricultura, al productor de tomate se le paga entre 29 y 55 céntimos por kilo -la horquilla es tan amplia porque mete en el mismo saco todo tipo de variedades de tomate-.
Con estos precios, y siguiendo el citado informe, el agricultor no cubriría sus gastos, ya que la inversión que asume está entre 30 y 70 céntimos. Si bien, la realidad es que el campo es «viable», dice la COAG, al renunciar a ciertos costes, como el de mano de obra.
María Bacas, por ejemplo, reconoce que vive gracias a otro trabajo ya que cada campaña saca en limpio tan sólo 5.000 euros por una producción de 10 toneladas de aguacate y de 25 de chirimoya. "Si tuviéramos que vivir del precio, no podríamos", afirma.
"Sin las cooperativas el agricultor estaría desprotegido y no podría haber conseguido el grado de desarrollo actual", defiende Coexphal. En su opinión, las cooperativas "son las responsables, junto con el socio, de que las hortalizas cumplan con todos los requerimientos de calidad desde que el producto se planta hasta que llega al consumidor final".
El coste de estas agrupaciones oscila entre los 30 y 36 céntimos y su beneficio depende del mayorista al que vende. Si lo hace a través de la Red de Mercas, asciende al 17%, y si es a través de la plataforma del hiper y súper, al 13%.
Comercialización en destino
De madrugada, la actividad en las naves de fruta y verdura es frenética en la Red de Mercas de España. Allí recepcionan todo el tomate de las centrales hortofrutícolas. Decenas de empresas compiten para vender su producto en una subasta en la que, a veces, cinco céntimos marcan la diferencia.
"¿Qué si pactamos precios? Imposible, somos 118 puestos compitiendo en Mercamadrid". Quien responde es Andrés Suárez, presidente de la Confederación de Asociaciones de Empresas de Mercamadrid y propietario de Frutas Suárez. De los Mercas sale el 50% de lo que se consume en el país hacia tiendas de barrio, plazas de abasto o mercadillos.
La otra mitad la controlan las plataformas mayoristas de hipermercados y supermercados, que negocian directamente con las cooperativas. "Los intermediarios no aportan valor", afirma la Asociación de Cadenas Españolas de Supermercados (ACES), donde se agrupan superficies como Carrefour, Eroski, SuperCor o Lidl.
En este sentido, y siguiendo el informe del ministerio, en esta estructura moderna de la cadena de valor, el beneficio que acumula el hipermercado siendo mayorista y distribuidor a la vez supera el 30% frente al 3% que ganan los mayoristas de los Mercas y el 25% de la tienda. "En los Mercas tenemos que rebajar el precio para vender al minorista. Y es el frutero el que lo vende a lo que quiere", afirma Andrés Suárez.
Tienda
En la campaña de 2014 los precios de las hortalizas frescas cayeron en general en las distintas superficies de venta. Fue en el supermercado donde el coste fue más alto.
Así, el precio medio del kilo de hortalizas y verduras se elevó a 1,51 euros, seguido de los híper, con 1,39 euros, según otro informe publicado por el Ministerio de Agricultura (ver gráfico). ¿Y dónde compramos? Un 34% en la tienda tradicional y un 26,2% en el súper.
Efectivamente, es el bolsillo del consumidor el que decide si está dispuesto a pagar por un producto básico en su cesta de la compra, como es el tomate de ensalada, hasta dos euros. ¿Consideraría justo que al agricultor se le pague cuatro veces menos? Habría que preguntarle.
¿Por qué el tomate no sabe a tomate?
La culpa la tienen esas semillas inteligentes para hacerlos más gordos, relucientes y duraderos que dan lugar a una hortaliza «más productiva y barata», dicen desde la COAG. En otras palabras: más llamativos para el cliente; menos perecederos para la tienda. También influye el hecho de que se cortan verdes por lo que la maduración es «artificial», dicen los mayoristas. Este tipo de tomate estaba destinado al consumidor extranjero -el 70% se exporta-, que no aprecia tanto el sabor. El problema, explican desde la COAG, es que en algún momento esa variedad se coló en nuestro lineal. Ejemplos:_Daniela o pera.