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Miguel Lorenzo

17/06/14

Fertilización en agricultura ecológica (Revista Agroquímica)

España es el primer país de la Unión Europea por superficie de producción ecológica. Las perspectivas de crecimiento en la producción nacional siguen siendo muy favorables a pesar del impacto que ha tenido la crisis económica. El sector, aquejado de desequilibrios entre una producción pujante y un exiguo consumo interno, demanda actuaciones encaminadas a caracterizar la agricultura ecológica y conocerla más en detalle.

En España, está regulada desde 1989. Actualmente, la Comisión Europea (CE) dicta los reglamentos, aunque sus métodos y técnicas de producción son objeto habitual de debate en las instituciones comunitarias. En junio del año pasado, un grupo de expertos creado en el seno de la CE, denominado EGTOP, emitió un informe donde se recoge un amplio conjunto de recomendaciones que deben guiar la producción ecológica. El documento servirá de base para las futuras directivas de Bruselas.

La fertilización en este tipo de explotaciones comienza por conocer nuestro suelo a fondo. Hay que estimular tanto la tierra como la planta, vigilando el nivel de nutrientes e intentando adaptar la producción a los ciclos naturales. El terreno sobre el que trabajamos tiene que convertirse en un lugar donde los procesos biológicos y químicos están equilibrados y se suceden en armonía con la naturaleza y el medio ambiente.

Fertilizantes para agricultura ecológica

En este modelo de gestión agrícola, la productividad se sostendrá a largo plazo mediante estrategias que favorezcan la estructuración y la función biológica del suelo. Una buena estructuración favorece la retención y suministro de agua para las plantas, así como el reciclaje de materia orgánica y nutrientes.

Para lograr estas condiciones, el agricultor dispone de abonos orgánicos, abonos minerales y biofertilizantes. Otras técnicas como el abonado en verde o la conservación del suelo con cubiertas vegetales, ayudarán a aumentar la productividad y eficiencia de la explotación.

Orgánicos

Este tipo de fertilizante es el resultado de procesos naturales. El compost o ciertos estiércoles, son el ejemplo más claro. Los abonos orgánicos deberían provenir de ganaderías o pastizales que dispongan, a su vez, de certificado ecológico. Sin embargo, tanto la producción como el acceso a estos abonos orgánicos 100% ecológicos son limitados. Además, son más caros.

Las propuestas de abonos orgánicos disponibles en el mercado se multiplican. Estiércoles de vaca, caballo, ovino, cerdo, etc. Purines, compost industrial o casero, turba negra y turba rubia, vermicopost, residuos urbanos y lodos de depuradoras (correctamente procesados, sin metales pesados). Estas son solo las opciones más extendidas, pero no dejan de aparecer nuevos abonos.

Varios estudios señalan que, aunque los abonos orgánicos disponen de la mayoría de nutrientes necesarios para el crecimiento de los cultivos, en algunos casos presentan un desequilibrio en nitrógeno (N), fósforo (P) y potasio (K), en relación a las necesidades de los cultivos. Además, estos productos pueden perder nutrientes, sobre todo N, durante su almacenaje, manipulación y aplicación.

Entre las mejores propuestas comerciales de abonos orgánicos aparece el Compost Microbiológicamente Controlado (CMC©). SOLUCIONES AGRÍCOLAS MEDIOAMBIENTALES, en Tenerife, asegura que este producto “fija el N atmosférico, aumenta la fertilidad del suelo, la producción de los cultivos y la resistencia frente a plagas y enfermedades”.

Joan Romanyà, especialista en materia orgánica y reciclaje de nutrientes en suelos forestales y agrícolas, es profesor de edafología en la Universidad de Barcelona. Ha investigado los procesos biológicos del suelo y su implicación en la agricultura y la gestión del territorio. Este experto señala que “la gestión de la fertilidad en los sistemas agrícolas ecológicos se basa en maximizar el reciclaje de nutrientes en el sistema suelo-cultivo y en minimizar la aplicación de abonos. Las enmiendas orgánicas (...)