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Irene Campos

12/06/13

Huertos urbanos: ¿Hará la crisis que comamos mejor?

Hernández, presidente de Sloowfood Zaragoza hablará mañana de la vuelta a lo local. Un retorno que este ingeniero agrónomo ve lógico porque “frente a una crisis la gente siempre siente temor y vuelve a lo que está probado, como la comida que nos daban de pequeños”. Los productos de la huerta, el aceite de oliva… Esos sabores de infancia que los adolescentes de ahora no han tenido, porque han crecido en la globalidad. Pero, afirma Hernández “la ciencia ha demostrado que las mutaciones biológicas en la especie humana se producen cada 7.000 años. Nuestro estómago no está programado para comer algas, aunque el de un japonés, sí”.

Por eso, el retorno a lo local es “sabiduría popular”, señala este experto. En ese punto inscribe el auge de los huertos urbanos. “La huerta zaragozana casi desapareció del todo, pero seguíamos siendo la provincia donde más hortaliza se comía”, señala, “a la moda de los huertos yo digo que nos dolía ‘el brazo amputado”. ¿Se puede recuperar esa tradición alimentaria? Dependerá de la demanda del consumidor. Hernández es escéptico. “Parece que la gente come euros, compra pensando en lo que cuesta”, y el alimento ecológico es en ocasiones más caro.

José Miguel Sanz, presidente del Comité de Agricultura Ecológica de Aragón, tiene una opinión más optimista: “El alimento ecológico es un producto emergente, el consumidor cada vez lo valora más, también en España”. Sanz, que se dedica a la fruticultura, dedica gran parte de su producción a la exportación, pero observa que se van abriendo vías tanto para la compra en comercio especializado como en grandes superficies. “El mercadillo agroecológico de los sábados en Zaragoza ha demostrado que la ciudad necesita más productores de hortaliza”, afirma Sanz, quien protagonizará otra de las ponencias de mañana.

¿Qué aporta la agricultura ecológica? No solo es buena para el medio ambiente, es importante sobre todo por su contribución a la salud pública. Un alimento ecológico está libre de los productos químicos de síntesis que se utilizan en la agricultura convencional, tiene más sabor, mayor aroma, y mejores cualidades nutritivas.

Todo ello, como explica Sanz, tiene como consecuencia que el proceso de producción sea “más costoso, yo estos días tengo a 18 trabajadores para el clareo de manzanas; si en vez de eso hubiese aplicado un par de tratamientos químicos de síntesis no habría necesitado a nadie”. Pero ese modo de producir también significa crear puestos de trabajo, lo que en realidad, puntualiza Hernández “es crear riqueza, revitalizar la economía de la zona y favorecer su desarrollo”. Por eso, añade, “en el fondo, lo local no es más caro, al acortar el circuito comercial, el hortelano puede cobrar más por su producto sin que se produzca un gran encarecimiento para el consumidor”.

“Consumir es un acto político, los consumidores también son coproductores porque lo que compre el público es lo que determinará qué políticas agrícolas se apoyan”, concluye Sanz. En estas Jornadas de consumo podemos aprender algo más sobre ello.