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JOXEPI ha bajado la persiana

Cada vez que me enfrento a la pantalla en blanco (qué tiempos aquellos en los que se decía lo del folio en blanco) suelo acordarme de aquel que me decía que iba perdiendo amigos por cada uno de los artículos que escribía pero tengo que reconocer que, contrariamente, también voy conociendo diferentes gentes, algunas cercanas y otras no tanto, que aprecian mi labor y agradecen que, por una vez, alguien saque públicamente la cara por la gente del campo y de los pueblos pequeños, por sus usos y costumbres.

También los hay que me sugieren que en mis escritos les mencione, por supuesto para bien, y mi respuesta suele ser tan sencilla como tajante: si usted quiere que yo hable bien de su producto o firma, sepa usted que aquí la publicidad se paga. Como podrán comprobar en mi blog, obviamente, nadie lo ha hecho, por lo que, por ahora, sigo con las manos libres para hablar y criticar o alabar al que me plazca, eso sí, jugando siempre con la suficiente responsabilidad pues soy conocedor que, a través de las tecnologías y sus diferentes tentáculos como son los blogs, el feisbuk, los foros de ganaderos, el rastreador de Google, etc. mi opinión llega hasta sitios y personas o entidades que ni siquiera conozco y que mis escritos puedan llegar a perjudicar a los que, inocentemente, pretendo ayudar.

Valga como ejemplo del alcance de las tecnologías, que en el reciente Congreso de Cooperativas Agroalimentarias de España, el director general de la cooperativa Agropecuaria de Navarra, Jesús Sarasa, al que juro no conocerle de nada, leyó, de cabo a rabo, unos de mis artículos (¿Agricultura sin agricultores?) porque en su opinión mi artículo recogía íntegramente su punto de vista sobre la agricultura y el cooperativismo. Como se imaginarán, uno, que está habituado a recibir críticas, reprimendas, sugerencias, veladas recomendaciones y, de vez en cuando, algún insulto, está henchido y orgulloso de que semejante directivo tenga en cuenta las opiniones de un simple juntaletras.

Pero bueno, terminada la entrada con este tipo de medio desahogo personal, quiero informarles que mi tendera preferida, Joxepi Agirre, ha bajado la persiana por motivos de salud. Llevaba varios meses aquejada de fuertes dolores que han ido, progresiva e implacablemente, a más y más y ha llegado el fatal momento donde, haciendo de tripas corazón, ha tenido que colgar las botas, como se diría en el argot futbolero. Joxepi, como le ha ocurrido a otros muchos autónomos (tenderos, carniceros, taberneros o baserritarras), no tiene quien le siga dentro de la familia y por ello, preocupada por no dejar sin servicio a su clientela, ha optado por traspasar su tienda a una pareja de jóvenes emprendedores a los que, desde estas líneas, les deseo lo mejor.

Como decía, Joxepi de la saga Egiñu, tomó el relevo a su madre Casilda que durante muchísimos años compaginó las labores domésticas y la cría de cinco hijos con la puesta en marcha de una pequeña tienda de comestibles en los bajos de la casa familiar y una vez, relevada la madre ya al frente del negocio, supo ir introduciendo todo tipo de innovaciones y renovaciones que a lo largo de los últimos años ha ido integrando para mejorar el servicio que nos prestaba a los clientes.

Joxepi, durante estas últimas décadas, bajaba a la tienda a las 6,30 de la mañana para ir preparando el genero, limpiar todos los recovecos del atienda, barrer la acera, ordenar los albaranes, adornar el escaparate, etc para abrir, puntualmente a las 9 donde, también puntualmente, le estaban esperando clientas fieles como Agueda, personas mayores para las que la pequeña tienda de pueblo es la única alternativa a sus necesidades comerciales. Comer, deprisa, volver a la tienda, cerrar a los habituales rezagados de última hora como yo que llegábamos en el último minuto antes de cerrar a las 8 para así, tras recoger y ordenar nuevamente los bártulos, volver a casa y emprender las tareas domésticas, eso sí, a diferencia de lo que le ocurría a su madre (para algo han pasado los años), con la ayuda del sonriente auxiliar Manolo.

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