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Marta García

12/02/13

La agricultura ecológica como prototipo de agricultura sostenible

Un equipo de la Unidad de Ecodesarrollo del Instituto Nacional de Investigación Agronómica (INRA) de Aviñón (Francia), ha explorado estas tensiones en el caso de la producción frutícola.

El Departamento de Ciencias para la Acción y el Desarrollo (SAD) del INRA acaba de publicar los resultados de una serie de encuestas y actividades de experimentación desarrolladas en los últimos 5 años en explotaciones frutícolas y parcelas experimentales del sur de Francia. En esta publicación se presentan una serie de datos y reflexiones en relación a la sostenibilidad de la fruticultura ecológica.

A pesar de que las explotaciones frutícolas francesas sólo ocupan el 1% de la superficie agrícola (SAU), suponen el 21% del uso total de pesticidas. Las prácticas fitosanitarias suponen, pues, uno de los puntos claves en la evaluación ambiental de los sistemas frutícolas. Por este motivo se realizó una comparación entre diferentes estrategias de control. Concretamente, se compararon cuatro sistemas diferentes: un sistema convencional basado en la utilización preventiva e intensiva de pesticidas (S1), otro sistema, también convencional, basado en la búsqueda de la eficiencia a través de la utilización de tratamientos de choque curativos (S2), un tercer sistema, en producción ecológica, caracterizado por una sustitución de insumos que privilegia la aplicación preventiva de numerosos tratamientos a base de productos poco tóxicos y poco eficaces (S3), y un último sistema, también en producción ecológica, caracterizado por una estrategia integrada por métodos de control culturales y alternativos, concentrando las intervenciones en los períodos de mayor sensibilidad de los árboles a las plagas y enfermedades (S4).

Estas diferencias de estrategia repercuten claramente sobre la fauna, tanto sobre los pulgones que afectan al frutal como sobre sus predadores (fauna auxiliar). Las dos últimas estrategias (S3 y S4) se muestran más favorables a la presencia y actuación de poblaciones de fauna auxiliar, que están presentes en niveles significativamente más elevados y diversificados, aunque actúan sobre los pulgones de acuerdo a sus límites de eficacia. Por el contrario, una práctica intensiva (S1), mediante la aplicación de una serie de tratamientos repetidos con productos relativamente tóxicos, permite un control eficaz de los pulgones, pero afecta negativamente y de forma significativa a la fauna auxiliar. Se confirma el mejor perfil medioambiental de las estrategias de producción ecológica en producción de manzanas, utilizando indicadores que miden los impactos físicos de los diferentes sistemas sobre la biodiversidad y la calidad del agua y el aire.

Los fruticultores ecológicos realizan menos tratamientos que los convencionales, aunque es precisamente entre los productores ecológicos que se encuentra la mayor diversidad de prácticas seguidas. De este modo se resalta como en las explotaciones que están en proceso de conversión a la producción ecológica se realizan tratamientos casi tan a menudo como en las explotaciones convencionales. Esto podría parecer sorprendente, pero se explica por la transición necesaria que supone pasar a producir de forma ecológica. Efectivamente, en un principio, el propio proceso de conversión supone a menudo que el productor utilice los fitosanitarios autorizados por la normativa, mientras que después, y de forma progresiva, va adoptando una estrategia de gestión del agroecosistema más integrada y global, a base de experiencia y conocimiento. Este hecho cuestiona la idoneidad ecológica que supondría mantenerse indefinidamente en un modelo tipo S3, de sustitución de insumos, puesto que al fin y al cabo implica una utilización importante de productos con efectos tóxicos (como la rotenona, el cobre o el neem).

En cuanto a los rendimientos y calibres, los resultados observados en plantaciones de melocotoneros ecológicos siempre han estado por debajo de los alcanzados en plantaciones convencionales. Estas reducciones pueden llegar al 20% en plantaciones experimentales y hasta el 50% en plantaciones productivas. Estas bajadas se explican por un menor vigor de los árboles en producción ecológica, una mayor incidencia de los daños causados por plagas y, sobre todo, por enfermedades de conservación. Estos resultados, sin embargo, se producen en variedades de frutales que fueron seleccionadas para la producción convencional, poco adaptadas a la producción ecológica. La utilización de variedades resistentes a ciertas enfermedades podría reducir sensiblemente estas diferencias de rendimientos.

Por otro lado, estas reducciones en los rendimientos de la producción ecológica están asociadas a una calidad superior del producto, con unos frutos muy sabrosos que presentan contenidos de azúcares y polifenoles más elevados. Los polifenoles tienen propiedades antioxidantes y estimulantes de las defensas naturales que los hacen particularmente interesantes para la salud humana.

Otro aspecto a considerar es que los productores ecológicos se diferencian de otros en la utilización de circuitos comerciales más diversificados y cortos, que desde un punto de vista económico compensan las pérdidas de rendimiento mediante el establecimiento de precios de venta más elevados y más estables que los percibidos por los productores convencionales.

La estabilidad en los resultados económicos está ligada a otra característica de la producción ecológica: la existencia de un mayor grado de autonomía de los productores. Interrogados sobre su calidad de vida, los productores ecológicos se ponen una nota de 8 sobre 10, contra un 6,4 en el caso de los productores convencionales. Los productores ecológicos mencionan en primer lugar su satisfacción personal, mientras que los convencionales hacen referencia a los precios bajos y a la incertidumbre de los precios. Este aspecto "no de mercado" de la producción ecológica, que a menudo no se considera cuando se evalúan los sistemas de producción, se refiere a objetivos relacionados con la reconquista de valores, del sentido y la coherencia aportada por el oficio de agricultor.