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Daniel Martínez

13/10/15

La agricultura se instala en la ciudad

Esta semana se celebra el Día Mundial de la Alimentación y este año parece tener más importancia que otros, debido a la próxima cita sobre Cambio Climático de París, a la publicación de los nuevos Objetivos del Desarrollo y a la celebración de una Expo Universal, la de Milán, dedicada en exclusiva a este tema. Unos 9.000 millones de habitantes convivirán en el planeta en el año 2050 y en ese contexto, y según la FAO, la producción agrícola tendrá que haber aumentado en torno a un 60 por ciento para hacer frente a la demanda de alimentos y garantizar la resolución del reto del hambre cero. Sin embargo, a día de hoy, el 80 por ciento del terreno adecuado para cultivo ya está siendo explotado. La especie humana debe afrontar la apuesta de combinar eficiencia y sostenibilidad para el planeta. La carta de los agrónomos que se acaba de aprobar en la Expo es un compromiso del sector en aras de mejorar la producción garantizando la biodiversidad y la gestión sostenible del suelo.

Mientras ésta es la apuesta para el campo, cada vez hay más espacio para nuevas y arriesgadas propuestas y desarrollos I+D que se basan en la acuoponía, la producción «indoor» y los cultivos verticales basados en sistemas de irrigación hidropónicos.

Como cada año, se acaba de fallar el concurso de soluciones de diseño para start-ups que promociona la organización americana sin ánimo de lucro Biomimicry Institute. Un programa de aceleración en el que se premia a quien proponga ideas de cultivo innovadoras pero inspiradas en la naturaleza. Algunas de las ocho finalistas ofrecen pistas de la dirección de la futura producción. Uno de los equipos propone un sistema modular que permite a cualquiera cultivar alimentos en espacios limitados. El árbol, llamado hexagro, produce 342 lechugas en sólo dos metros de superficie (frente a los 80 metros en agricultura tradicional). La Universidad Técnica de Zvolen, en Eslovaquia, también apuesta por un mini invernadero de riego hidropónico para instalar en la terraza. El equipo tailandés Biox ha sido a su vez galardonado por sus jaulas Jube, pensadas para capturar insectos.

Sin embargo, estas innovaciones han dejado de ser simples propuestas de emprendedores para ocupar nichos reales de mercado. Si las predicciones son ciertas, un 70 por ciento de la población mundial vivirá en ciudades, así que, siguiendo este razonamiento, no es muy difícil llegar a la conclusión de que parte de la solución pase por cultivar en los centros urbanos. El gigante Phillips, consciente de esta realidad, ha inaugurado recientemente su primera granja «indoor» para producir alimentos frescos con la ayuda exclusiva de la luz LED. El centro GorwWise ha comenzado su actividad en el campus universitario de Eindhoven, en Holanda y tiene 234 m2 de superficie. Se están cultivando especies vegetales de hoja como la lechuga, fresas, plantas aromáticas o patatas en un ambiente esterilizado en el que se sustituye la luz natural por luces LED y en el que el espacio está aprovechado al máximo. Además, «es muy eficiente en el uso de agua, ya que se necesitan pocos litros para producir 1 kg de lechuga en comparación a los cientos de litros que se usan en campo abierto. El rendimiento es 1,5 veces superior a la de un invernadero, ya que se garantiza luz durante 18-20 horas al día. Sin embargo, la prioridad ahora es maximizar el uso de energía renovables, ya que el consumo energético de los LED y las emisiones asociadas son mayores que las de un invernadero expuesto a los rayos del sol», explican los responsables del proyecto.

No es el único ejemplo de granjas urbanas. La ciudad de Chicago cuenta desde hace más o menos un año con el centro Greensense, en el que se cosecha gracias a 7.000 LED (en colaboración con Phillips) entre 20 y 25 veces al año. Otro ejemplo reciente es la granja subterránea Growing underground, construidaen un refugio antiaéreo de la Segunda Guerra Mundial en el centro de Londres. Cuando esté totalmente operativo producirá unos 20.000 kg de plantas al año. Y los ejemplos se extienden por todo el globo; Singapur o New Yersey se han unido a la producción vertical indoor, cuyo máximo exponente es Mirai, una granja japonesa que produce 10.000 cogollos de lechuga en un sólo día. En todos los casos, la elección de riego hidropónico garantiza un 70 por ciento menos necesidad de agua que un cultivo tradicional.

Libres de pesticidas

El mar parece que va a ser el segundo gran escenario de instalación de las futuras granjas. Sin ir más lejos, este mes de octubre se va a desmontar «el huerto de Nemo», un experimento realizado por la empresa Ocean Reef frente a la costa italiana. «Durante cuatro aaños se ha experimentado con varios tipos de biosfera; las hay cilíndricas, de entre 50 y 100 litros y que no necesitan de submarinistas para el mantenimiento, y las redondas de 800 litros que necesitan de algún técnico. Depende del tipo de cultivo, si son plantas que necesitan muchos cuidados o no», explica Luca Gamberini, socio de la start-up. Este año han cosechado 12 variedades de plantas y, aunque, de momento, su objetivo se centra en la investigación y no en la producción agrícola como tal, esta temporadahan conseguido organizar una comida para celebrar el final de la cosecha, en la que han alimentado a 12 personas con su albahaca submarina. Las biosferas se instalan a diferentes profundidades para garantizar la llegada de luz natural; no necesitan de sistemas de refrigeración porque es el mar quien se ocupa, y sirven también para producir agua dulce. Las estructuras son como pequeñas desalinizadoras; el agua que queda dentro se evapora, perdiendo su contenido en sal y condensándose en las paredes que están más frías.

Los puntos fuertes de estas soluciones son casi comunes. Por un lado, están totalmente exentas del uso de fertilizantes y pesticidas, responsables de más del uno por ciento de las emisiones totales de CO2 a la atmósfera y son intensivas, es decir, concentran una mayor producción en menos metros cuadrados.

Además, reducen la necesidad de transporte porque se trata de fábricas de producción cercanas a los centros de consumo. Y, por último, generan menos residuos. El Growwise Center, que ya está distribuyendo comida fresca a los restaurantes del campus tecnológico, reduce un 15 por ciento los residuos, entre otras cosas porque el agua, los sustratos y nutrientes de la granja se pueden reciclar.

En algunos casos también estimulan el autoconsumo, como el proyecto de acuaponía desarrollado por la Universidad de Sevilla, que ha ayudado a los vecinos más desfavorecidos del Polígono Sur de Sevilla a completar su dieta. Gracias a unos tanques de unos 800 litros de agua que combinan la cría de pescado con el cultivo de hortalizas, se han producido en un año 60 kg de verduras y hortalizas y 20 de tilapas.

Un complemento para la dieta

La Universidad de Sevilla y la Asociación Ecológica, Social y Comunitaria del Polígono Sur, Verdes del Sur, se unieron en este proyecto social cuyo objetivo ha sido completar la dieta de familias desfavorecidas, que no tienen el acceso garantizado a pescado y verdura fresca, con instalaciones acuapónicas. La acuoponía sirve para evitar los contaminantes típicos de las piscifactorías, ya que los nitratos y fosfatos residuales se utilizan para alimentar a las plantas, es decir, que se producen pescados y verduras libres de pesticidas a la vez. Los depósitos de mil litros hechos con materiales accesibles, quedan cubiertos por bandejas de 30-40 cm donde se cultivan plantas de raíz corta.

Cultivar albahaca a 80 m de profundidad

El huerto de Nemo ha probado diferentes soluciones para la producción agraria submarina. Durante los cuatro años que han durado las investigaciones se han cultivado 20 tipos de verduras de hoja larga, plantas aromáticas, tomates y patatas. Se han testado ocho tipos de estructuras, cilíndricas y esféricas de hasta 2.000 litros que han servido para demostrar que en el mar las plantas crecen más rápidamente. A partir de abril de 2016 las biosferas saldrán a la venta para autoconsumo en casa.