05/05/14
La desaparición de abejas en EEUU causa pérdidas por 2.000 millones de $
Las abejas están desapareciendo en Estados Unidos. Este fenómeno, hasta ahora inexplicable, hasta ahora deja a los apicultores pérdidas aproximadas a los dos mil millones de dólares.
En octubre de 2006, los apicultores de Estados Unidos comenzaron a reportar la desaparición sostenida de colmenas de abejas melíferas sin una causa aparente, de forma inusualmente rápida y sin que se encontraran rastros de sus cadáveres.
Los apicultores reportaron pérdidas que iban de 30% y hasta 90% de la población. El fenómeno —llamado Desorden del Colapso de Colonia (CCD por su sigla en inglés)— se replicó en países de Europa y Asia y aunque tuvo su punto álgido entre 2006 y 2007, es un problema que aún persiste.
Hasta ahora no hay certeza de cuáles son las causas que lo originan, de acuerdo con el Servicio de Investigación Agrícola del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA por su sigla en inglés).
Los datos del USDA señalan que desde 2006 (cuando se registraron los primeros casos de CCD) se han perdido aproximadamente 10 millones de colmenas de abejas, cada una con un valor de alrededor de 200 dólares.
El costo de reemplazar esas pérdidas, que asciende a dos mil millones de dólares, ha sido absorbido totalmente por los apicultores, de acuerdo con la dependencia estadounidense.
Datos de la USDA también señalan que entre 2006 y 2011 la pérdida de colmenas de abejas en promedio fue de 33% cada año. De ese porcentaje, la tercera parte fue atribuida por los apicultores al CCD.
La USDA ha advertido que si la pérdida de colmenas de abejas continúa en un nivel tan elevado, la viabilidad económica de la industria de la polinización de abejas podría estar en riesgo.
“Las abejas melíferas no desaparecerían completamente, pero el costo de la polinización de las abejas melíferas aumentaría, y esos costos incrementados pasarían, en última instancia, a los consumidores mediante mayores costos de la comida. Es tiempo de averiguar las causas y tratamiento del CCD antes de que el CCD se convierta en una crisis agrícola”.
Cuando salieron a la luz los primeros casos de CCD, se dijo que las ondas de los teléfonos celulares eran un posible causante de la desaparición de abejas. Esa suposición partió de un estudio realizado en Alemania por Stefan Kimmel, en el que indagaba si un tipo específico de estación para teléfonos inalámbricos podría afectar los sistemas de localización de las abejas.
El propio Kimmel aclaró que no había ninguna relación entre su estudio y el CCD. Además, los apiarios normalmente se localizan en áreas rurales, donde la cobertura de teléfonos celulares puede ser espaciada, lo que hace inverosímil la idea de que son los responsables del CCD, dice el USDA.
Los científicos adscritos al Laboratorio de Investigación de Abejas han hecho pruebas con estos cuatro tipos de agentes para intentar averiguar cuál de ellos provoca en las abejas una respuesta similar al CCD.
Otros científicos han hecho trabajos similares, obteniendo los mismos resultados. Por ello es que se ha aceptado que son múltiples factores los que provocan el CCD sin que siquiera se tenga certeza de si éstos se presentan en la misma secuencia.
Con información de Sinembargo.mx
LAS POSIBLES CAUSAS
Los expertos han focalizado sus estudios sobre las causas del CCD en cuatro categorías
Agentes patógenos: entre los agentes biológicos, los científicos consideran al nosema (un hongo intestinal), el virus israelí de parálisis aguda, y agentes desconocidos que pueden causar enfermedades. Sin embargo, señalan que ningún patógeno tiene una correlación directa con la mayoría de los casos de CCD.
Parásitos: los ácaros varroa han sido frecuentemente encontrados en colonias de abejas afectadas por el CCD. Sin embargo, se desconoce si la posible causa son directamente los ácaros varroa o son los virus que esos ácaros transmiten.
Estresores por el manejo: entre éstos se encuentran una alimentación deficiente, debido a la sobrepoblación de los apiarios, y el creciente estrés migratorio, provocado porque las abejas son transportadas a varios lugares en todo el país.
Estresores ambientales: éstos incluyen el impacto por la escasez de polen o néctar; la falta de diversidad en el polen o néctar; el polen o néctar con bajo nivel nutricional; un limitado acceso al agua, o sólo a agua contaminada; y la exposición (intencional o accidental) a plaguicidas, tanto a niveles letales como no letales.
SABER MÁS
Al vuelo
Las abejas melíferas son importantes debido a su aportación como polinizadores naturales, ya que al transferir el polen desde los estambres al pistilo de las plantas contribuyen a la producción de una amplia gama de frutas, verduras, nueces y forrajes.
Tan sólo en Estados Unidos, el valor comercial de las abejas como polinizadores se estima entre 15 y 20 mil millones de dólares anuales, de acuerdo con una investigación sobre el CCD realizada por la agencia investigadora del congreso estadounidense
Los sospechosos
Desde que se conoció el Desorden del Colapso de la Colonia, los pesticidas han sido señalados continuamente como causantes de este fenómeno. Al respecto, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos sostiene que no hay ningún dato científico que apoye esta idea.
La dependencia del Gobierno estadounidense concluye lo anterior a partir de una investigación en la que analizó los efectos de 121 pesticidas en las abejas, así como en su colmena y su cera. Dicho estudio mostró que aunque en 60% de los casos se había detectado la presencia de alguno de los plaguicidas, sus niveles eran tan bajos que no podían considerarse letales para las abejas.
Sin embargo, aunque los pesticidas no tengan un efecto directo en provocar la muerte de las abejas, otra investigación realizada en 2012 por la Universidad de Maryland demostró que pequeñas dosis del plaguicida imidacloprida, que pertenece al grupo de los neonicotinoides, sí hace más susceptibles a las abejas al agente patógeno Nosema.
Desde los años noventa, se popularizó el uso de los insecticidas neonicotinoides, cuya característica es que actúan en el sistema nervioso central de los insectos y, en menor medida, de los mamíferos. Dada su posible relación con el origen del CCD, en 2013 la Unión Europea restringió el uso de tres plaguicidas pertenecientes a la familia de los neonicotinoides: clotianidina, imidacloprid y tiametoxam.
Las únicas excepciones que se contemplan en esta restricción son para los cultivos atractivos para las abejas, ya sea en invernadero o en campo abierto. La disposición entró en vigor el 1 de diciembre de 2013 por un plazo de dos años.