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Miguel HGL

19/11/14

La FAO prevé un incremento de la producción acuícola mundial

El aumento de las inversiones en la acuicultura –sobre todo en tecnologías para mejorar la productividad, que incluyen el uso del agua, el mejoramiento genético, las prácticas en los criaderos y la innovación en la alimentación de los peces- debería incrementar la producción acuícola hasta un 4,14% anual de aquí al año 2022, un crecimiento notablemente más rápido que la previsión del 2,54% anual hecha a principios de año en un informe conjunto de la FAO y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

“La principal razón para un mayor optimismo es que existe un amplio margen para ponerse al día con tecnologías más productivas, especialmente en Asia, donde hay muchos pequeños acuicultores que no pueden afrontar los fuertes gastos financieros que se requieren para ampliar la producción sin tropezarse con limitaciones de recursos”, señaló Audun Lem, experto de la División de Políticas y Economía de la Pesca y la Acuicultura de la FAO y uno de los autores principales del informe de 120 páginas.

El mayor incremento se producirá en África

África, con enormes recursos hídricos, también experimenta un fuerte crecimiento de más del 5% anual -el más rápido en el mundo- de su sector acuícola, aunque partiendo de un nivel de base muy bajo, según el informe.

La acuicultura es una industria joven en comparación con la cría de ganado y surgió prácticamente de la nada en 1950, para llegar a una producción récord de 66,5 millones de toneladas en 2012, casi treinta veces el nivel de 1970. Alrededor del 50 por ciento de los 127 000 millones de dólares EEUU en exportaciones de pescado a nivel mundial en 2011 procedía de países en desarrollo, que reciben más ingresos netos del comercio de pescado que de sus exportaciones de té, arroz, cacao y café combinadas, explicó Lem.

En términos de consumo humano directo, el cultivo de peces superó en 2014 a la pesca de captura, estabilizándose a mediados de la década de 1980 y se espera que crezca tan sólo un 5% durante la próxima década, gracias en gran parte a la reducción de los desperdicios, así como a mejores aparejos que reducen las capturas incidentales no deseadas y a la mejora de la gestión de las pesquerías.

El consumo mundial de pescado per cápita se incrementó de 9,9 kg en 1970 a 19,1 kg en 2012, aunque las cifras varían considerablemente entre regiones y dentro de ellas. África, América Latina y el Cercano Oriente tienen niveles de consumo de alrededor de la mitad de la media mundial, mientras que Asia, Europa y América del Norte tienen todos promedios de alrededor de 21 kg por habitante.

Los precios del pescado en 2022 serán un 27% más altos que hoy en el escenario de referencia de la FAO, pero hasta un 20% más bajos si la acuicultura se expande más rápidamente.

El importante papel nutricional del pescado

El pescado es la carne más saludable, su producción tiene una huella de carbono mucho menor que la ganadera, y es también un gran proveedor de los micronutrientes que la población necesita. Más allá de la energía y proteínas que aporta, reduce el riesgo de enfermedades coronarias y mejora la salud cardiovascular.

El pescado también aporta ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga (LC n-3 PUFA, por sus siglas en inglés), que se ha demostrado están vinculados a un mejor desarrollo cognitivo, medido por las habilidades de lectura hasta los 12 años de edad.

“El pescado no es sólo un alimento”, aseguró Jogeir Toppe, experto de la FAO en pesca y nutrición. Toppe citó el caso de la mola, un pez de estanque de Bangladesh que tiene niveles excepcionalmente altos de zinc y hierro y vitamina A, así como 80 veces el contenido de calcio de la tilapia. Existen especies pelágicas similares en otros lugares -como las sardinas de lago africanas- con niveles similares de micronutrientes, y hay muchos peces autóctonos que aún no se han estudiado.

Esos atributos tienen un valor enorme teniendo en cuanta que 800 000 muertes infantiles cada año son atribuibles a la carencia de zinc, 250 millones de niños en todo el mundo se ven amenazados por el déficit de vitamina A, y casi un tercio de la población mundial sufre carencia de hierro. El marisco es también prácticamente la única fuente natural de yodo.

El nuevo estudio desvela que las familias con más ingresos a menudo se alejan de estos tipos de pescado humildes -lo que la industria pesquera denomina “morralla”- optando por pescados más grasos – como la carpa-, que son menos ricos en micronutrientes. Una de las razones es que los peces de mayor estatus a menudo se consumen en forma de filetes, mientras que la mola y sus parientes suelen comerse enteros.

“El contenido más elevado de hierro, zinc y calcio en el pescado está en las cabezas, espinas y vísceras, que es a menudo la parte que se descarta, como sucede con el atún”, señaló Toppe. Añadió que, irónicamente, subproductos como las cabezas de pescado o las espinas de la perca del Nilo -cuyo filetes se exportan-, pueden ser a menudo de mayor valor nutricional que el producto principal.

Desafíos a la gobernanza de la acuicultura

La FAO ha hecho un llamamiento a los responsables de las políticas para que tengan en cuenta estas consideraciones nutricionales, sobre todo en esta fase de crecimiento de la actividad acuícola.

El cultivo de peces debería también analizarse con la perspectiva amplia de un sistema alimentario, ya que tiene diversas implicaciones, desde el impacto ambiental y los proyectos de energía hidroeléctrica a los derechos de tenencia de los pequeños productores, que comparten recursos hídricos comunitarios, pasando por el empleo de mujeres en las redes minoristas locales, lo que implica a las instituciones y a complejas costumbres sociales.

El informe de la FAO sugiere que el aumento de la demanda de harina de pescado -debido a las necesidades de la acuicultura- no tendrá un gran impacto sobre los precios, ya que se están desarrollando alternativas, como los alimentos a base de proteínas vegetales.

Este tipo de innovación es particularmente importante para África, donde los acuicultores dependen en gran medida de los piensos importados de países europeos.

Está en marcha un cambio notable, ya que la anchoveta peruana, la caballa chilena y el arenque escandinavo se están utilizando cada vez más para el consumo humano directo, mientras que otros subproductos se explotan de forma más eficiente y se destinan a la producción de aceite de pescado.