CHIL.org

Eugenio DOP

18/03/14

La superficie de patata nueva aumenta entre un 15 y 20 por ciento

Es importante destacar que este año se han realizado siembras muy escalonadas para evitar cuellos de botella y mantener una oferta estable en el mercado. “Se han sembrado patatas a finales de diciembre, mediados de enero y mediados de febrero”, explica Javier Boceta, técnico agrónomo de la Asociación de productores y Exportadores de Patata Temprana de Andalucía.

El año pasado la patata tuvo cotizaciones históricas al alza debido a la pronunciada falta de volumen que propiciaron las condiciones climatológicas. Este año la superficie de siembra se ha incrementado entre un 15 a un 20% respecto al ejercicio de 2013 sumando Andalucía y Cartagena (Murcia).

No obstante, “esto no tiene por qué crear alarmas, ya que si comparamos el histórico de datos, no existe aumento de producción respecto al año 2012 e incluso sigue suponiendo un descenso de producción respecto al 2011”, indica. Y es que, en los últimos 10 años, la superficie de siembra de patata de Andalucía ha descendido de 23.000 has a 10.000 has(Teniendo en cuenta todas las producciones).

‘La distribución española prefiere la patata francesa por su precio’

De acuerdo con Javier, el consumo del mercado nacional ha sido el que más ha ‘castigado’ a la patata nueva, y este es el principal motivo por el que se ha ido abandonando su siembra. “Hace dos años el mercado alemán pagaba 30 céntimos por un kilo de patata nueva, mientras que España pagaba apenas 13 céntimos”, afirma. “Por esto los productores destinan un 65% de su siembra a la patata de exportación, principalmente a los mercados de Bélgica y Alemania. El resto de la siembra se dedica a la patata de industria y al mercado en fresco para España”.

"A día de hoy el consumidor español está perdido, pues confunde la patata de conservación francesa con la nueva no sabiendo como diferenciarla. Es por ello que se oferta patata de conservación importada de Francia, ya que resulta más atractiva por su precio", continúa.

“Se trata de una patata almacenada desde septiembre a 4 grados que, aunque mantenga su piel intacta y estéticamente sea atractiva, pierde cualidades culinarias. El almidón se transforma en azúcar y cuando se cuece pasa a tener un sabor dulzón. Además, es una patata que se quema con facilidad cuando se fríe”.

Por lo contrario, la patata nueva española llega al mismo tiempo como un producto fresco pero con una piel menos atractiva, “algo que los consumidores belgas o alemanes conocen perfectamente”, dice Javier. “El consumidor español compra la patata por su estética, por lo que nuestra meta es transmitirle esta diferencia de calidad. Asimismo y a diferencia de otros países, el consumidor español tiene la percepción de que la patata engorda. “Esto es falso, ya que 100 gramos de pasta contienen 320 K calorías, mientras que 100 g de patatas cocidas aportan 70 k calorías”, afirma Javier Boceta.

“El sector de la patata en España está muy desestructurado y carecemos de medios para llevar a cabo campañas de promoción y marketing. Aun así, continuaremos en la búsqueda de nuevas variedades teniendo en cuenta los distintos usos culinarios de la patata y tratando de empujar nuestro sector”.