07/07/14
Las explotaciones agrícolas del futuro en África
La apertura de un negocio puede ser una labor muy ardua. Sobre todo en África, donde la escasa solidez de los gobiernos y el difícil acceso a los recursos básicos obstaculizan el éxito. Para los agricultores de África, las dificultades son particularmente pronunciadas. En vista de los enormes beneficios económicos y sociales que podría reportar un sector agrícola moderno y dinámico, debería ser de máxima prioridad facilitar a los agricultores los incentivos, inversiones y reglamentaciones que necesitan.
El reciente auge del sector de las telecomunicaciones en África, que ha revolucionado por completo ciertos sectores de la economía, por no hablar de las formas de vida de la población, demuestra lo eficaz que puede ser este método. En el continente existen ya más de 500 millones de conexiones para teléfonos móviles; de hecho, África ocupa el primer lugar del mundo en crecimiento e innovación en el sector de la telefonía móvil.
¿Por qué no puede África repetir ese crecimiento en el sector agrícola? ¿Por qué, en lugar de obtener cosechas excepcionales, tiene que pagar una factura de 35.000 millones de dólares por importar alimentos? Según el último informe anual de Africa Progress Panel, Grain, Fish, Money – Financing Africa’s Green and Blue Revolutions (Cereales, pescado, dinero. La financiación de las revoluciones verde y azul de África), el problema es sencillo: los agricultores africanos lo tienen todo en contra.
Es el caso de los agricultores de minifundios, la mayoría de los cuales son mujeres. Cultivan parcelas del tamaño de uno o dos campos de fútbol pero suelen carecer de sistemas fiables de regadío y de recursos de calidad, como, por ejemplo, semillas y suplementos para la tierra. Además, raras veces ganan lo suficiente para invertir en la maquinaria que necesitan y tampoco pueden obtener financiación.
Los gobiernos africanos han puesto aún más obstáculos al crecimiento
Como si eso no fuera bastante, los agricultores afrontan condiciones climáticas cada vez más inestables que aumentan la probabilidad de que se arruinen sus cosechas. Por ejemplo, a lo largo del siglo XXI los beneficios del maíz se reducirán en una cuarta parte. Cuando las cosechas están listas, los agricultores se enfrentan a otros obstáculos importantes como un sistema de carreteras rurales insuficiente y la ausencia de instalaciones de almacenamiento en frío para trasladar sus productos al mercado.
Pese a esos riesgos, que empequeñecen los que afronta la industria de las telecomunicaciones, los minifundistas de África siguen siendo tan eficientes como los que cuentan con explotaciones mayores, lo que demuestra su tenacidad y capacidad de resistencia. Sin embargo, en lugar de apoyar a los agricultores, los gobiernos africanos han puesto aún más obstáculos al crecimiento que incluyen el pago de impuestos excesivo, una inversión insuficiente y políticas restrictivas.
Los agricultores de África necesitan un medio que les permita superar las dificultades que afrontan. En ese marco, el sector agrícola del continente podría desencadenar una revolución semejante a la impulsada por el sector de las comunicaciones.
Lo bueno es que tanto el sector privado como el público, motivados por una demanda enorme de alimentos, —en particular en las ciudades de África que crecen más rápido—, y por el aumento de sus precios a nivel mundial, parecen dispuestos a impulsar ese cambio. Las empresas privadas han comenzado a encauzar inversiones hacia el sector agrícola de África mediante iniciativas como Grow Africa (de la que soy copresidente), que facilita la cooperación entre los gobiernos nacionales y más de cien empresas locales, regionales e internacionales con el fin de lograr metas de crecimiento agrícola. A lo largo de los dos últimos años, esas compañías se han comprometido a realizar inversiones agrícolas de más de 7.200 millones de dólares.
Por su parte, los gobiernos africanos y las asociaciones para el desarrollo, al reconocer el papel fundamental que puede desempeñar la agricultura para sus programas de crecimiento económico, han empezado a corregir la disminución de la inversión pública que se había producido en la agricultura durante los tres últimos decenios. En realidad, la agricultura tiene potencial para reducir la pobreza dos veces más rápido que ningún otro sector.
Las repercusiones de esas medidas ya están resultando patentes en muchas partes del continente. De Ghana a Ruanda, unos altos niveles de inversión agrícola están alimentando un crecimiento económico impresionante en zonas rurales e impulsando así la creación de puestos de trabajo y la reducción de la pobreza y el hambre.
La agricultura tiene potencial para reducir la pobreza dos veces más rápido que ningún otro sector
Pero esos beneficios siguen siendo frágiles. Para mantenerlos, los gobiernos africanos deben volver a comprometerse con la Declaración de Maputo sobre la Agricultura y la Seguridad Alimentaria, que contiene la promesa de encauzar al menos el diez por ciento de sus presupuestos hacia la inversión en agricultura, y deben facilitar a los agricultores la infraestructura, los suministros energéticos y las políticas de apoyo que necesitan para llevar sus productos al mercado.
También el sector de las comunicaciones tiene un papel que desempeñar. La tecnología de los teléfonos portátiles ya ha empezado a transformar el sector agrícola de África al facilitar a los agricultores información valiosa, como los precios del mercado, apoyo en materia de recursos mediante cupones electrónicos e, incluso, acceso al crédito. Muchos de esos servicios innovadores son más accesibles para los minifundistas africanos que para sus homólogos europeos o americanos.
Por último, los agentes del sector privado, las organizaciones de agricultores y los grupos de la sociedad civil deben cooperar para hacer avanzar el desarrollo agrícola. Por ejemplo, la Alianza para una Revolución Verde en África suministra semillas de calidad, muchas de las cuales son resistentes a la sequía, a millones de agricultores minifundistas de todo el continente.
La Unión Africana ha declarado 2014 Año de la Agricultura y la Seguridad Alimentaria en África. Con una amplia actuación en la normativa y también en materia de inversiones y en tecnología, los agricultores de África podrían duplicar su productividad dentro de cinco años. Ya es hora de brindar al sector agrícola la oportunidad que todos los africanos necesitan para entrar en una era de prosperidad.