05/10/14
"Las nuevas generaciones saben que la agricultura ecológica es el camino"
"Algunos consumidores cuando compran ropa o un coche no reparan en que tiene que ser de una marca relacionada con calidad, pero cuando sometemos la alimentacion al mismo juicio solo buscamos alimentos baratos". María Dolores Raigón, presidenta de la Sociedad Española de Agricultura Ecológica, asegura en esta entrevista con eldiarionorte.es en que es preciso formar al consumidor en que los alimentos tienen un coste y de que el gasto en alimentación es el "más importante que debemos realizar". "Hemos confiado demasiado en que alguien va a decidir por nosotros lo que tenemos que comer". Raigón ha presidido el XI Congreso de la Sociedad Española de Agricultura Ecológica, celebrado en Vitoria y donde se han expuesto las últimas innovaciones del sector.
¿Cuáles son los retos a los que se enfrenta la agricultura ecológica?
Existe un reconocimiento institucional, pero la velocidad es lo que falla. El salto que tiene que dar debe ser exponencial, aunque debe hacerlo de una manera tranquila, pero sin pausa. Es preferible que el incremento sea pausado, pero que se asiente de verdad.
¿Quién tira del carro?
Los agricultores de la mano de los grupos de consumo. Es decir, de los ciudadanos concienciados de la importancia de una alimentación de calidad y de una producción acorde a las exigencias del medioambiente.
¿La administración cree en los beneficios de la agricultura ecológica?
Hay algunas que se lo creen, pero hay tantas presiones del otro lado que terminan por echar el freno.
¿Se refiere a la agricultura industrializada como grupo de presión?
Sí, hay mucho poder detrás de ese sector. A veces no nos damos cuenta de que la producción de alimentos es la base de todo.
Otro de los frenos es la imagen que tiene de vender productos caros.
Puede ser, pero no deja de ser una imagen. La FAO ha puesto de manifiesto que no es cara en comparación con lo que significa el coste global de la producción convencional. Por cada euro gastado en un alimento convencional hay que gastar otro euro en el sistema en general, otro para reparar los daños medioambientales que ocasiona la agricultura intensiva y otro euro más para subsanar los daños en salud.
Y en la agricultura ecológica, ¿cuál es el coste?
No hay gastos añadidos. La idea que hay en el consumidor es que la agricultura ecológica es cara, pero ¿no será que la agricultura convencional es demasiado barata? Ese tipo de agricultura está provocando el ahogamiento de los agricultores y de los productores en general que no pueden soportar la carga y la presión de la comercialización de los productos.
¿Cuál es el modelo ideal?
Pues un modelo más racional de producción, respeto a los productores y una venta digna para que la calidad de vida del agricultor sea también digna. Es el momento de llegar a un modelo más equilibrado de producción, consumo y de reconocimiento de los impactos en el medioambiente.
¿La sociedad está preparada para ello?
Hay muchos intereses, pero cada uno de nosotros tiene una responsabilidad a la hora de elegir los alimentos. Yo soy responsable de dónde compro los alimentos, dónde repercute el gasto de mi alimentación....
¿Cómo es la generación de nuevos agricultores que se incorporan al campo?
Está mucho más convencida de que el camino es la agricultura ecológica, saben que ese es el camino. La crisis está dando otra perspectiva de futuro y ha hecho abrir los ojos a lo que estaba pasando en el campo. Ese abandono de las zonas rurales para concentrarse en las ciudades, los despropósitos de aumentar la producción de alimentos industriales en esas áreas....eso no lleva a ningún sitio. Cuando la gente vuelve al campo lo hace para implantar una nueva rutina de trabajo, generando una confianza en el consumidor, quiere conocer la cara del que consume. En la medida en que los consumidores nos concienciemos de lo que significa el acto de comprar comida podrá beneficiar a que todo juegue de mejor manera.
Introducir el concepto de agricultura ecológica en las escuelas contribuiría a concienciar a las nuevas generaciones.
Es una asignatura pendiente. Nuestros padres y abuelos nos lanzaban mensajes de que la modernidad estaba en la ciudad y no en el campo y eso hay que revisarlo. Hay que poner en valor la función del agricultor y eso se hace con formación, indicando a los jóvenes la función del agricultor en el diseño del paisaje, en la contribución a que el territorio esté creado por personas. El colegio ayudaría mucho a enseñar cómo un modelo de agricultura ecológica ayuda a minimizar los impactos medioambientales. Para ser agricultor o ganadero ecollogico te lo tienes que creer, partir de un nivel de concienciación donde te creas que es el futuro. Si te lo crees, no ves obstáculos. El pensar que el actual modelo de producción de alimentos puede ser viable en los proximos 50 años no es sostenible.
El consumidor busca las marcas y la calidad en productos como la ropa, electrodmésticos o coches, pero le da igual en la comida.
Así es. Necesitamos formar al consumidor en que el coste de los alimentos es el coste que tienen. Algunos consumidores cuando compran ropa o un coche no reparan en que tiene que ser de una marca relacionada con calidad, pero cuando sometemos la alimentacion al mismo juicio solo buscamos alimentos baratos. El gasto más importante que debemos realizar es el relacionado con la alimentación y hay que hacerlo de una manera justa. Hemos confiado demasiado en que alguien va a decidir por nosotros lo que tenemos que comer.
Los productos han dejado de ser de temporada. En cualquier momento del año se puede comer cualquier fruta. ¿No es antinatural?
Sí. Antinatural para el sistema productivo, para el coste de la huella de carbono que va detrás y para las personas. Ahora toda la temporalidad y los calendarios se cumplen, pero nos podemos encontrar con melones en invierno que proceden del cono sur. ¿Cuántos kilómetros han hecho esos melones para llegar hasta Europa, en qué condiciones hunanas se han producido? Todo eso se debe contemplar a la hora de consumir.