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Marta García

23/07/14

Luces y sombras de la agricultura ecológica

Un simple paseo por la sección de frutas y verduras de supermercados e hipermercados andaluces basta para comprobar que la oferta de productos ecológicos es escasa, cuando no inexistente. Y si lo que se busca es carne ecológica, la cosa se pone más difícil. Quizás se encuentren huevos y poco más. Pero esto no es así en muchos países europeos, donde las mismas multinacionales de la distribución que operan en España ofrecen a sus clientes una amplia gama de productos ecológicos. Y en esa oferta, posiblemente, se incluye mercancía con origen en Andalucía, la región que lidera la producción ecológica europea. El sector no ha parado de crecer desde el cambio de milenio. De las 107.000 hectáreas registradas en 2001 se ha pasado a más de 800.000. Más del 3% de la producción agraria andaluza es ya ecológica.

Sin embargo, este espectacular crecimiento no se ha traducido en consumo interno. El mercado europeo se lleva casi el 80% de nuestra producción. Los pequeños productores son conscientes de que la relación directa con los consumidores, sin intermediarios, es la mejor forma de vender su mercancía. Por eso están apareciendo por toda la geografía andaluza mercadillos que ofrecen a los vecinos productos ecológicos, así como asociaciones de consumidores que fomentan la relación directa con los productores, tiendas especializadas y páginas web que sirven a domicilio frutas y verduras ecológicas. La Consejería de Agricultura promueve, por su parte, el consumo de productos ecológicos en colegios, hospitales y centros de la tercera edad.

Pese a todas estas iniciativas, apenas el 1% de la cesta de la compra de los andaluces es ecológica.

Almonte, el municipio con mayor producción ecológica de España, unas 16.000 hectáreas, es un buen ejemplo del enorme tirón de la exportación. Aquí tienen su sede la empresa Flor de Doñana. Dos ingenieros técnicos agrícolas decidieron apostar hace más de una década por la agricultura ecológica, conscientes de que en un entorno tan sensible como Doñana, este tipo de cultivo tenía un enorme potencial de futuro.

Juan María Rodríguez Romero, copropietario de Flor de Doñana, afirma que desde los primeros momentos fueron conscientes de que la demanda del mercado español era insignificante, así que acudieron a ferias agrícolas europeas para garantizar la salida de sus productos.

En la actualidad, Flor de Doñana exporta al mercado de la Unión Europea y Suiza cerca de un millón de kilos de fresas, frambuesas, moras y arándanos. Y desde 2009, además, producen vino ecológico. "En la última campaña -señala con orgullo Rodríguez Romero- hemos envasado 25.000 botellas".

Rodríguez Romero anima a los andaluces a consumir productos ecológicos. "Entiendo que en estos tiempos de crisis los andaluces miramos con lupa la cesta de la compra, pero el consumo de productos frescos ecológicos, frutas y verduras, no supondría un incremento muy grande en los gastos familiares, sobre todo si ponemos en la balanza los beneficios que reporta el consumo de estos productos".

"Aunque los costes de producción -afirma Rodríguez Romero- pueden suponer hasta el doble de los cultivos convencionales, los productos ecológicos son más sanos y saben mejor, sin olvidar su componente social, ya que son más compatibles con la preservación del medio ambiente y requieren más mano de obra". Ese reto de transformar y distribuir sus productos lo tuvieron claro desde sus comienzos los propietarios de Flor de Doñana. "Nosotros queríamos controlar todo el proceso, insiste Rodríguez Romero, por eso implantamos un sistema integral, que abarca desde la producción y el envasado hasta la conservación y la comercialización".

La demanda de una agricultura más respetuosa con los ciclos naturales se remonta a los principios del siglo XX, cuando los avances en la bioquímica y la ingeniería propiciaron el desarrollo de la agricultura intensiva. Pero casi al mismo tiempo, en Europa se escucharon las primeras voces contra el uso indiscriminado de fertilizantes sintéticos y pesticidas químicos. Y en la década de los 40 surgieron en Alemania, Suiza y Francia las primeras asociaciones de agricultura orgánica, incluida la primera etiqueta biológica, Bioland.

Según los últimos datos disponibles, las tierras agrícolas cultivadas de forma ecológica en todo el mundo ocupan ya 37 millones de hectáreas. Argentina, con 4 millones de hectáreas, posee con diferencia la superficie más grande gestionada bajo este sistema. En el cultivo de estas tierras no se utilizan herbicidas, plaguicidas, fertilizantes de síntesis químicas o semillas transgénicas. Los beneficios, dicen los defensores de la agricultura ecológica, son evidentes, ya que no solo se reduce la concentración de productos agrotóxicos en los suelos, sino también en la atmósfera y en el agua. Beneficios para el medio ambiente, insisten, pero también para los consumidores, ya que los alimentos ecológicos son más nutritivos, al tener mayor concentración de minerales y vitaminas.

Europa y Estados Unidos, los principales mercados de la producción ecológica, acaparan casi el 60% del consumo mundial. Los ingresos por ventas superan los 36.000 millones de euros. Por lo que se refiere a Andalucía, el valor de la producción agraria ecológica, según los últimos datos, era de 338 millones de euros anuales. Nuestro principal mercado es Alemania. "Pero este país -según señala la Consejería de Agricultura- transforma y distribuye por toda Europa los productos ecológicos andaluces, una actividad que también llevan a cabo las industrias y comercializadoras de Bélgica, Francia y Dinamarca".

"La comercialización de nuestros productos ecológicos, reconoce la Consejería de Agricultura, es uno de los grandes retos del sector". También la transformación, aunque se ha avanzado más en este terreno. De hecho, en los últimos seis años, el número de actividades industriales dedicadas a la transformación de productos ecológicos se ha triplicado.

El reto de la ganadería

El éxito de empresas como Flor de Doñana contrasta con las dificultades a las que se enfrentan los ganaderos ecológicos, que sobreviven mayoritariamente gracias a los fondos europeos. En Andalucía están registradas más de 3.330 explotaciones, con cerca de 460.000 cabezas de ganado. Un ganado criado en libertad se alimenta de piensos ecológicos, sin hormonas, ni aditivos, y minimiza los tratamientos veterinarios.

José Luis Girón, propietario de una explotación de ganado vacuno ecológico en la Sierra Norte de Sevilla, es tajante: "No hay consumo". La carne de sus vacas ecológicas, criadas en libertad en la dehesa, acaba en el mercado vendida como carne convencional. "Con la crisis -reconoce Girón- es muy difícil convencer a los consumidores de que compren una carne que puede ser hasta un 30% más cara".

"Intentaremos aguantar dos años más, pero si el mercado no remonta tendremos que desistir ", afirma este ganadero, que reclama una mayor concienciación de los consumidores. "Si la carne ecológica no consigue hacerse un hueco en el mercado, se pondrá en peligro la supervivencia de la dehesa. Y el problema no se resuelve con las subvenciones -insiste-. Hay que fomentar el consumo".

Pero el pesimismo de José Luis Girón con su ganado ecológico se convierte en optimismo cuando habla de su otro negocio, el olivar ecológico. "Con el aceite, afirma, estamos muy satisfechos".

La organización agraria COAG ha alertado sobre algunas de las medidas propuestas en el reglamento sobre producción ecológica, presentado por la Comisión Europea el pasado mes de marzo. La más preocupante, señalan, es la prohibición de cultivos ecológicos y no ecológicos en la misma explotación, lo que afectaría al 50% de nuestras empresas agrícolas, que practican la explotación de tipo mixto.

También los ganaderos han dado la voz de alarma ante las propuestas de la nueva PAC, que duplican el número de cabezas de ganado por hectárea. "Si ahora tenemos 10 vacas por cada 100 hectáreas, indica José Luis Girón, con la nueva normativa serán 20. No habrá pasto suficiente y tendremos que comprar más pienso ecológico, que es muy caro".

Pros y contras de un método de producción que, pese a todo, será cada vez más demandado por los consumidores españoles, con un crecimiento sostenido del 12,5% anual hasta 2020, según las estimaciones de la COAG.

Sin lugar a dudas, el precio de los productos ecológicos es, hoy por hoy, el mayor obstáculo para el crecimiento de la demanda. Son más caros, sí, pero los beneficios son indudables, según insisten los productores, que reclaman a las administraciones campañas de concienciación para animar a los ciudadanos a consumir unos productos más saludables, más respetuosos con la naturaleza y que, además, generan empleo.

Consumo inspecciona

Los servicios provinciales de Consumo de la Junta de Andalucía están realizando controles para comprobar si alimentos declarados ecológicos cumplen la normativa vigente en cuanto al etiquetado e información del producto. Las actuaciones, que se iniciaron el pasado mes de junio, forman parte de una campaña de control de ámbito nacional en la que participa la Junta.

En Andalucía, las competencias para el control de estos productos se distribuyen entre las consejerías de Administración Local y Relaciones Institucionales, a través de la Secretaría General de Consumo, y de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural, que es la responsable de autorizar a empresas privadas como organismos de control competentes para certificar los productos ecológicos.

Sin las correspondientes certificaciones los productos no pueden incluir menciones como ecológico, biológico, bio, eco y otros similares.

Sobre el etiquetado, las inspecciones se centran en comprobar la identificación y domicilio del responsable, el lugar de origen o procedencia del producto y de las materias primas agrarias, la lista de ingredientes, la fecha de duración mínima o de caducidad o las condiciones especiales de conservación y de utilización, si las hubiera.

Además, se comprueba si el etiquetado cumple con la obligación de no inducir a error sobre las características del producto, sobre su naturaleza, identidad, cualidades y composición.

Estos incumplimientos constituyen infracciones leves con sanciones de entre 200 y 5.000 euros, según la Ley de Defensa y Protección de los Consumidores y Usuarios de Andalucía.

En concreto, las actuaciones se desarrollan en las provincias de Granada, Jaén, Málaga y Sevilla, con un total de 90 inspecciones y 12 tomas de muestras. Aceites, aceitunas, jamones y paletas son los productos objeto de las estas actuaciones, de acuerdo con la distribución realizada entre el Gobierno y las comunidades autónomas.