22/01/15
Naranjas baratas pero sin sabor
Si vamos a los supermercados e hipermercados y nos fijamos en las naranjas, podemos comprobar que la mayoría de ellas proceden de países como Argentina, Sudáfrica, Brasil, Marruecos, etc. Los intermediarios traen la fruta de estos países porque les resulta mucho más económica y aunque se ofrezcan a un precio menor en nuestro país, obtienen mayor rentabilidad que con las naranjas de calidad que produce nuestra tierra. Aunque hay veces que se pueden comprar naranjas de la provincia en algunos hipermercados, pero no en todos.
Generalmente en las cadenas de distribución directa hay naranjas baratas sin sabor y la razón es que es una fruta industrializada, es decir, a fin de poder preservar su vida útil durante más tiempo y poderla exportar desde el país de origen hasta el mercado, se cortan en verde y se mantienen en dos tipos de cámaras, una de calor que se encarga de dar color a la naranja, y una cámara de frío que se encarga de mantenerla en condiciones aptas para el comercio durante un largo periodo de tiempo. Muchos consumidores ven en los comercios las naranjas a precios muy buenos y a pocos parece importarles su origen, son naranjas con menos sabor, y también con menos aroma, menos vitaminas… para algunos el precio prevalece sobre estas cualidades y esto es un grave error.
Podíamos hacer una comparativa con las lentejas estadounidenses, un 80% de las lentejas que se comercializan en España proceden de ese país, son algo más baratas pero de nuevo destacan por la falta de calidad. Las lentejas españolas, ponemos como ejemplo la lenteja Pardina Tierra de Campos, tienen la certificación del sello de Indicación Geográfica Protegida y la garantía de la máxima calidad, esa certificación representa pagar unos céntimos más, pero de nuevo el consumidor únicamente compara precios y se lleva el paquete más económico.
Los consumidores deberíamos tener más información sobre el origen de las naranjas y preocuparnos por constatar esas diferencias de sabor, la verdad, merece la pena pagar 50 céntimos más por un producto que nos dejará satisfechos en todos los sentidos. Además, comprar naranjas baratas de calidad deprimida procedente de otros países, o cualquier otra fruta y verdura que proceda de terceros países pero que también se produce en España y contribuye a destruir el tejido económico agroalimentario de nuestro país, facilita que los intermediarios abusen y revienten precios en el campo español, basta con dar un vistazo al IPOD (Índice de Precios de Origen y Destino de los alimentos) para darse cuenta de ello. No es extraño que cada vez más agricultores abandonen su actividad al no poder hacer frente a la invasión de frutas y verduras de terceros países a precios reventados.
Como decíamos, la naranja que podemos adquirir en los supermercados está industrializada, está sometida a diferentes procesos que degradan la calidad de forma significativa, hay que tener en cuenta que pueden pasar varios meses en cámaras. Claro, que a los consumidores nos las presentan con un buen lavado de cara, se les aplican productos químicos para que tengan un aspecto exterior apetecible (saben que comemos con los ojos) y ceras de efecto brillo que se encargan de enmascarar rasguños e imperfecciones.
Las grandes superficies ofrecen las naranjas a precios muy buenos porque aprovechan la situación de mercado, exigen precios ridículos por el producto, el intermediario accede pero no renuncia a su margen y traslada la reducción al agricultor, como ya sabemos es el eslabón más débil de la cadena. No es la primera vez, y no sólo con las naranjas, que se ha denunciado que lo que se paga en el campo por el producto no llega a cubrir ni los costes de producción, lamentablemente esta situación obliga a abandonar la producción dando aún más alas a los cítricos de terceros países. Se podrían citar otros problemas que sufre la naranja española, como por ejemplo la venta a pérdidas, se utiliza este alimento como reclamo para comercializar otros productos, de ello ya hemos hablado en otras ocasiones.
Pero hay más, las naranjas que proceden de terceros países provocan muchas más alertas alimentarias, esto es lógico ya que se utilizan productos fitosanitarios prohibidos en la UE, pesticidas, fungicidas, abonos, antibióticos… curiosamente parece que se aplican excepciones y se comercializan en vez de devolverlas al país de origen. Véase como ejemplo el caso reciente de las frutas y verduras turcas. Al final los verdaderos perjudicados son los agricultores y los consumidores, los primeros acaban abandonando la producción, los segundos adquieren naranjas con una mala calidad, nada que ver con una naranja recién recolectada, con más aroma, sabor, vitaminas e incluso más zumo. Si habéis comprado naranjas en el mercado de la naranja de Castellón o en algún comercio en el que vengan directamente del árbol, habréis comprobado las diferencias. Iniciativas como el mercado de la naranja de Castellón, en las que se vende directamente del campo al consumidor, los intermediarios se dejan al margen y agricultores y consumidores salen beneficiados. Pero este mercado es local y no puede acceder cualquier consumidor de nuestro país, ¿quién se va a desplazar desde Madrid a Castellón para comprar varios kilos de naranjas de calidad?
Tal y como está el mercado, una buena opción es comprar las naranjas en una tienda online que garantiza que el producto se recolecta diariamente, y va del árbol al domicilio en menos de 24 horas. De estas tiendas hemos hablado en más de una ocasión, cada año algunas ponen en marcha nuevas ofertas e iniciativas para convencer al consumidor de la calidad de sus productos, ofrecen nuevas variedades o condiciones especiales al estar muy seguros de la calidad de sus naranjas, como por ejemplo devolver el dinero si no se está satisfecho con el producto recibido, un ejemplo a citar es esta tienda online.
Nosotros abogamos por el proteccionismo, quizá para algunos políticos europeos el tiempo del proteccionismo ha pasado a la historia, pero si no somos un poco proteccionistas y abogamos por el producto nacional, el día de mañana lo lamentaremos, no podremos disfrutar de los alimentos de calidad que produce España. Es preferible pagar un poco más por naranjas o cualquier otro alimento nacional de calidad, nosotros tenemos la sartén por el mango, si no compramos los alimentos de terceros países que también se producen en España, obligaremos a los centros de distribución y a los intermediarios a cambiar su política y prestar más atención al producto español.