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Marta García

25/02/13

Nuevos datos sobre el tomate de árbol y su comercialización

Los resultados, algunos de los cuales se han publicado en las revista Euphytica, abren las posibilidades para obtener nuevas variedades apropiadas a las necesidades del mercado.

En Ecuador, y en la región andina en general, el cultivo y comercialización del tomate de árbol tienen sin embargo un ámbito principalmente local. A pesar de constituir una excelente alternativa a otros cultivos, su producción sigue lastrada por la falta de estudios básicos sobre su diversidad y por su ausencia en programas de conservación y mejora. Las variedades no están claramente diferenciadas y frecuentemente no se planta la más apropiada a cada situación.

La inadecuada comercialización del producto perjudica además su exportación, con caídas recientes de más del 70% del volumen exportado por Ecuador. Por otra parte, en países mediterráneos como España podría constituir un cultivo prometedor. Esta situación despertó el interés del ingeniero agrónomo Pablo Acosta Quezada, quien dedicó su tesis al estudio de la diversidad morfológica y genética del tomate de árbol.

El cultivo experimental en terrenos de la Universidad Técnica Particular de Loja (Ecuador) le proporcionó las muestras que utilizó posteriormente para llevar a cabo su detallado trabajo de caracterización. Analizó exhaustivamente los caracteres morfológicos del tallo, las hojas, las flores, los frutos y las semillas, y estudió la diversidad genética expresada en el ADN por los marcadores moleculares llamados AFLPs (polimorfismos de longitud de fragmentos de ADN amplificados) en colaboración con investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid y de la Universidad Politécnica de Valencia.

Más de 80 descriptores

Como resultado de este trabajo, además de publicar artículos sobre la diversidad morfológica y genética de este frutal, se ha elaborado una lista de más de 80 descriptores –caracteres morfológicos– para la descripción e identificación de las variedades, así como para la identificación de plantas y características de interés agronómico, y que se acaba de publicar en la web de Bioversity International, la organización de apoyo a la investigación, conservación y utilización de la biodiversidad agrícola, que trabaja en estrecha colaboración con la FAO.

Los caracteres morfológicos del fruto han resultado de especial interés por la variabilidad y heredabilidad mostradas, lo que abre las posibilidades de los fitomejoradores para obtener variedades apropiadas a las necesidades del mercado. Por otra parte, los 78 fragmentos de ADN polimórficos hallados revelan asimismo la presencia de una amplia diversidad genética que, de nuevo, da amplio campo de acción a la mejora y obtención de nuevas variedades.

Este estudio es una contribución pionera y de gran relevancia para el conocimiento de la diversidad del tomate de árbol, que pone bases imprescindibles para la conservación y mejora de este cultivo marginado de alto potencial para los países andinos, en especial para Ecuador.

El tomate de árbol (Solanum betaceum o Cyphomandra betacea) llega a medir hasta tres metros de altura y pertenece a la familia Solanaceae, la misma a la que pertenecen la patata, el tomate y la berenjena. Es originario de la región andina de Sudamérica y ampliamente cultivado en toda la zona, desde el norte de Chile y Argentina hasta el sur de México y, de manera especial, en Ecuador.

Sus frutos son carnosos, de forma ovada o elíptica y de color amarillo, anaranjado o purpúreo, con pulpa de sabor muy agradable, ligeramente ácida y aromática, rica en vitaminas y minerales. Son muy apreciados para consumir como fruta fresca o en forma de zumos o conservas y también se han hecho populares en otros lugares: el tamarillo (nombre bajo el que es conocido internacionalmente) se cultiva y consume en algunos países europeos y asiáticos, y sobre todo en Nueva Zelanda, que lleva la delantera mundial en la producción y exportación de este fruto.