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Marta García

18/06/15

Productos de usar y plantar

Se puede fabricar bioplástico a partir de maíz, de cabezas de gamba o de cáscara de mejillón. También sirve la fécula de patata. Esta es la opción que más convenció a Maite Cantón para diseñar un chubasquero 100% biodegradable. Su proyecto apuesta por devolver a la tierra lo que es de la tierra. Las instrucciones son simples: tras dos o tres años de vida útil del protegelluvias, en lugar de tirarlo, se entierra. En seis meses no queda ni rastro de él.

“Durante dos años estuvimos investigando con una empresa británica qué tipo de bioplástico era el más adecuado para fabricar un chubasquero”, cuenta Cantón, emprendedora de 47 años que en 2009 lanzó Equilicua, una compañía de productos ecológicos que, como reza su lema, “te hacen pensar”. La idea le surgió durante la Expo de Zaragoza de 2008. “Vi unas imágenes de montañas de chubasqueros de plástico convencional en un vertedero. Eso me hizo reflexionar sobre la cantidad de eventos deportivos o musicales en los que estos residuos contaminantes acaban en el mismo lugar”, explica.

Al primer prototipo, de color blanquecino, siguieron otros con tres estampados: zanahorias, guisantes y tomates. No era solo un nuevo diseño. Esta vez los modelos incluían un pequeño bolsillo con semillas de estas plantas en su interior. Utilizaron una técnica japonesa llamada Nendo Dango, que consiste en rellenar una bolita de arcilla del tamaño de un garbanzo de semillas y un poco de abono. Fabricados en España, el 90% de las ventas de estos chubasqueros se efectúan en el extranjero, su principal mercado es el asiático. “En España falta concienciación y el precio –entre los 8 y los 16 euros– puede parecer alto”, asegura Inge Olabarri, otra de las socias que se unió al proyecto en 2014.

Desde mayo de 2011, el número de emprendedores que desarrollan su actividad dentro del sector medio ambiental se ha incrementado en España en un 281% llegando a los 7.180 profesionales, según datos de la Red Emprendeverde, la primera plataforma española especializada en el negocio verde impulsada por la Fundación Biodiversidad, dependiente del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente.

Desde mayo de 2011, el número de emprendedores verdes en España ha crecido un 281%

El compromiso de las empresas europeas con el respeto al medio ambiente sigue creciendo. Según una encuesta realizada en 2013 por la Comisión Europea a 13.500 pymes internacionales, de ellas 11.207 europeas, el 92% del total aseguró cumplir con la legislación medio ambiental. Solo el 19% dijo contemplar acciones de carácter sostenible más allá de los requisitos legales. Según datos de este informe, el Flash Eurobarometer 381, de las empresas europeas que ofrecen servicios o productos relacionados con el medio ambiente, el 26% lo hace en el sector de la construcción; el 24% en el alimentario; el 22% en maquinaria industrial; el 20% en muebles, y el 9% en textiles.

Compromiso sostenible

De un curso de robótica del Massachusetts Institute of Technology (MIT), en Cambridge (Boston), nació un lápiz con una cápsula de semillas en uno de los extremos que, una vez usado, se planta y brotan hasta 13 plantas distintas como la menta, la albahaca o el romero. Tres estudiantes de ingeniería diseñaron un robot capaz de fabricar ese lápiz. Necesitaban financiación para construir la máquina y subieron el proyecto a la web de crowdfunding Kickstarter.com, donde más de 2.000 personas donaron 37.000 dólares para ello (unos 33.700 euros). Ese anuncio llamó la atención del emprendedor danés Michael Stausholm, de 45 años, que acabó comprando la idea y fundando la compañía Sprout, de venta de productos sostenibles. “Mucha gente habla de consumo responsable, pero a veces es difícil entender cómo contribuir. El objetivo de este lápiz es revertir el pensamiento de que al final todo es inservible y se tira a la basura”, explica.

Enterrado con la parte de la cápsula hacia abajo, la semilla tarda en brotar entre 24 horas y dos semanas, depende de la planta que se escoja. Ya ha vendido más de tres millones de lápices y entre sus clientes está Disney, Pepsi o Bank of America. Para hacer un encargo personalizado lo mínimo son 500 unidades. En tienda, se puede conseguir uno por 2,75 euros. “Se fabrican a mano con madera ecológica –la que no procede de la tala de árboles– en talleres de Estados Unidos y Polonia. El robot que diseñaron los estudiantes del MIT es lento y no es productivo. Estamos desarrollando una técnica para que la producción sea automática”, zanja Stausholm.

La compañía Sheedo fabrica productos con papel de fibra de algodón con semillas dentro

Gloria Gubianas tiene 20 años y ya es dueña de un proyecto verde. Bautizado como Sheedo se trata de una compañía que, como ella misma define, fabrica productos de marketing offline, tarjetas de visita, invitaciones, trípticos o cajas con papel de fibra de algodón con semillas en su interior. Junto a otros cinco compañeros del grado Leinn (Liderazgo Emprendedor e Innovación), acreditado por la Universidad de Mondragón e impartido por el laboratorio educativo TeamLabs en Madrid, lanzaron la empresa hace dos meses y ya han facturado unos 4.000 euros. Este grupo de jóvenes emprendedores, de entre 20 y 24 años, se ha asociado con un productor de papel de semillas de Girona, un molino papelero tradicional.

“Cada vez más empresas y particulares quieren comprometerse con el medio ambiente y una forma muy bonita de hacerlo es encargando tarjetas corporativas que una vez usadas tienen una segunda vida”, explica Gubianas. La lámina de papel se humedece en un plato con agua, y una vez que las semillas de manzanilla brotan y alcanzan un centímetro de altura, se vierte un poco de tierra. “En la fase de prueba se nos morían muy pronto las plantas. Estuvimos consultando a varios ingenieros agrónomos y nos hicieron esa recomendación. Sin tierra, no sobrevive”, cuenta. El tipo de tinta impermeable que usan hace que el mensaje no se borre.