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RAIF: Condiciones favorables para el desarrollo de oídio en vid

Las condiciones climatológicas actuales, de temperaturas entre suaves y altas y humedad relativa moderada con ausencia de precipitaciones, favorecen el desarrollo en la viña del oídio (Uncinula necator). Se extiende su incidencia por las zonas vitícolas de todas las provincias, aunque en niveles de ataque bajos, posiblemente a causa del ambiente caluroso y seco que se registra en los últimos días. Se observan síntomas en todas las provincias, destacando Málaga y Huelva con 4´4 y 3% de cepas afectadas. En Málaga se registra un 1´8% de racimos afectados. En Córdoba se observan síntomas extendidos en mayor superficie, pero con un menor nivel de ataque (0´13% de racimos afectados).

Se recomienda prestar especial atención a esta enfermedad en parcelas con mucha vegetación que impida el paso de la luz por el interior de la cepa y con mala aireación de la misma. La temperatura, la humedad y en menor medida la insolación, son los factores climáticos que condicionan el desarrollo del oídio. La temperatura es el factor más influyente: alrededor de los 15ºC empieza a ser favorable, alcanzando el óptimo entre los 25ºC Y 28ºC, deteniendo su desarrollo en los 35ºC y resultando letales temperaturas superiores a 40ºC.

El desarrollo de la enfermedad se ve favorecido por humedades altas, pero las lluvias abundantes frenan su desarrollo.  Los síntomas son los siguientes:

  • Hojas: pueden aparecer tanto en el haz como en el envés, en ambos casos suele observarse un polvillo blanco ceniciento, que puede limitarse a algunas zonas, o bien ocupar toda la superficie de la hoja.
  • Brotes y sarmientos: se manifiestan por manchas difusas de color verde oscuro, que van creciendo y que pasan a tonos más oscuros al avanzar la vegetación y hasta negruzcos según aumenta la lignificación de la viña.
  • Racimos: al principio aparecen como un cierto polvillo que recubre en poco tiempo todo el grano. Los daños importantes se localizan en los racimos, pues el hongo del oídio detiene el crecimiento de la piel del grano, por lo que es frecuente que se agriete, produciendo unos daños directos en la cantidad y calidad de la cosecha e indirectos por entrada de podredumbres.

 Los ataques fuertes también ocasionan un mal agostamiento del sarmiento con la consiguiente disminución de la acumulación de reservas en las yemas.

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