RAIF: Influencia de las altas temperaturas sobre las plagas
El factor climático que mayor influencia ejercen sobre el desarrollo de las plagas de los cultivos es, sin duda alguna, la temperatura. Cuando ésta alcanza valores extremos actúa como un factor importante de reducción de poblaciones, produciendo un considerable porcentaje de mortandad sobre los distintos estadios de desarrollo de las plagas (huevo, pupa o larva, crisálida y adulto). En otros casos, las altas temperaturas ayudan a un rápido desarrollo de la plaga. En este sentido es importante puntualizar que, según la previsión meteorológica, a partir de la segunda mitad de esta semana se va a producir un aumento importante de las temperaturas máximas, pudiéndose alcanzar en algunos puntos de nuestra comunidad hasta los 47ºC.
En el cultivo del algodón, unas elevadas temperaturas, además de acelerar y estimular un rápido desarrollo vegetativo de las plantas, ayudan a combatir ciertas plagas como los pulgones (Aphis spp.), produciendo una alta mortandad de individuos; o los lepidópteros (gardama (Spodoptera exigua), heliotis (Helicoverpa armigera), earias (Earias insulana), gusano rosado (Pectinophora gossypiella), etc), provocando la desecación de las puestas y la muerte de las larvas en sus primeros estados de desarrollo (L1 y L2). Sin embargo, su efecto sobre la araña roja (Tetranychus urticae) es muy distinto, ya que temperaturas de más de 30ºC (y hasta los 40ºC) aceleran su desarrollo, acortando su ciclo biológico.
En el caso de la vid, el comportamiento es muy similar, pues temperaturas de más de 30ºC, unido a un ambiente seco (humedad relativa inferior al 30%), provocan una mortandad del 50-60% de huevos de polilla del racimo (Lobesia botrana). En días con viento seco y altas temperaturas, el melazo o cochinilla algodonosa (Planoccoccus citri) abandona los órganos verdes de la planta para refugiarse en la madera vieja, debajo de la corteza. Plagas como mosquito verde (Empoasca spp. o Jacobiasca spp.) o araña amarilla (Tetranychus urticae), por el contrario, son amantes de las altas temperaturas, viéndose reducida la duración de su ciclo biológico, con el consiguiente aumento de sus poblaciones.
En el cultivo del olivar, plagas como Mosca (Bactrocera oleae) también se ven muy influenciadas por las altas temperaturas. Con temperaturas superiores a 30ºC limitan decisivamente los distintos estados de desarrollo del insecto, disminuyendo la viabilidad de los huevos y de las larvas pequeñas, así como de su mortalidad. Con temperaturas superiores a 34-35ºC se produce la mortalidad de los huevos, mayores de 30ºC provoca la muerte de las larvas (sobre todo las pequeñas), temperaturas de más de 36ºC ocasionan la muerte de las pupas, y por encima de los 40ºC ya no sobreviven los adultos.