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Miguel HGL

19/10/14

Ser vintage es lo (eco)lógico

Piénsalo bien. ¿De qué va realmente la agricultura ecológica? Pues, ni más ni menos que de cultivar los alimentos como siempre se ha hecho. Si nos remontáramos a los tiempos de los tiempos, desde que el ser humano descubrió que el muslo de un jabalí salvaje no era la única comida que podía llevarse a la boca. Desde el Neolítico, vamos.

Y desde que nuestros abuelos aún no eran abuelos. La agricultura ecológica es la agricultura tradicional, la de toda la vida. No es, ni mucho menos, una novedad. Preparar la tierra, plantar la semilla, regarla y esperar a que dé sus frutos. ¿Hay algo más retro que eso? ¿Más que arrancar una manzana del árbol y arrebatarle un mordisco ipso facto? Si es una moda, que venga Dios y lo vea, ¡porque entonces Eva fue una trendsetter!

Sin embargo, muchas veces caemos en el error de pensar que se trata de un modelo innovador, de algo inventado por unos sibaritas que se quieren desmarcar del rebaño y entrar en un selecto club de ecologistas. Nada más lejos de la realidad. Lo más probable es que tu vecina te agasaje de vez en cuando con unos limones de su patio o que la tía abuela de tu madre te lleve unas brevas en verano. Pues sí, aunque no lo creas, estás comiendo ecológico y seguro que las modas te traen sin cuidado.

Lo que es nuevo, en realidad, es la agricultura que no es ecológica. Quizás se le debería poner otro nombre y a la ecológica quitarle la etiqueta y dejarla en agricultura, a secas. Porque lo lógico es ser eco y lo eco es ser lógico. La agricultura ecológica no es una tendencia, es el modelo que algún despistado cree que se fue pero que, necesariamente, ha vuelto para quedarse. Llámalo, si quieres, revisitado, porque lo de nuevo no le hace justicia. Comer ecológico es lo que siempre han hecho padres, abuelos y tatarabuelos; la vuelta (o, mejor, el mantenimiento) a nuestras raíces, al sabor, a lo natural. La agricultura ecológica no es una moda, sino la reivindicación de lo mejor de nuestras costumbres. Asúmelo, ser vintage es lo más (eco) lógico.