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María Martín

21/10/14

Solución para la seguridad alimentaria: patatas que se riegan con agua salada

A veces, incluso las cosas más trascendentes empiezan con una pequeña semilla y, en este caso, la semilla es la de una patata neerlandesa. Marc van Rijsselberghe, productor ecológico de 59 años de la región norte de los Países Bajos, y dos doctores llamados Arjen de Vos y Jelte Rozema han creado una patata que bebe agua salada diluida.

En caso en que no advierta la importancia que tendría que un alimento pudiera regarse con agua salada, pensemos en que el Banco Mundial, las ONG, los activistas y prácticamente todo el mundo consideran que la escasez de agua será el mayor problema al que se enfrente la humanidad. Y los hechos y las cifras están ahí para probarlo.

Actualmente, 783 millones de personas no tienen acceso a agua limpia y casi 2.500 millones no tienen acceso a una higiene adecuada, según las cifras de las Naciones Unidas. Si añadimos a ello los efectos amplificados del cambio climático, se vuelve bastante obvia la necesidad de recursos alternativos para alimentar nuestra población creciente.

Pero no nos adelantemos a los acontecimientos. Las semillas de patata se han enviado recientemente a Pakistán, donde su éxito dependerá de si pueden o no adaptarse al clima asiático. En cualquier caso, “es un cambio de juego”, afirma el doctor De Vos a The Guardian. “No vemos la salinización como un problema, la vemos como una oportunidad”.

Habiendo reconocido el problema de la escasez de agua, varios Gobiernos y compañías han tratado de transformar agua salada en agua potable. Según relata The Guardian, el 70% del agua potable de Arabia Saudí es agua salada reprocesada. Sin embargo, se necesita tener los bolsillos llenos de dinero, como los ricos petroleros saudíes, para poder costearse este tipo de proceso y tampoco es lo más deseable que la salmuera sobrante se convierta en residuo.

No obstante, aparte del precio, según estos agricultores neerlandeses milagrosos, desalinizar el agua es una estrategia equivocada. “Hasta ahora, todo el mundo se ha estado concentrando en cómo convertir el agua salada en agua potable, nosotros nos centramos en lo que la naturaleza ya nos ha proporcionado”, afirma Rijsselberghe a The Guardian.

El equipo, que se denomina Salt Farm Texel, está empezando a recibir atención por su trabajo. La semana pasada las patatas no modificadas genéticamente se alzaron sobre otros 560 proyectos de 90 países en el prestigioso premio concedido por USAid.

Con esta subvención adicional, quién sabe lo que puede suceder y qué otros productos sedientos de agua salada podrán producir. El doctor De Vos indicó a The Guardian que han hecho pruebas con fresas salinas que siguen sabiendo dulces y no demasiado saladas a pesar del agua salada con que se riegan. Otra cosa que De Vos afirmó que podría hacerse en el futuro es césped salino, que podría regarse sin desperdiciar agua potable.