08/04/15
Un estudio exculpa a los insecticidas como únicos causantes de la desaparición de las abejas
Los declives en las colonias son una gran amenaza para las abejas melíferas en todo el mundo, así como para las muchas plantas silvestres y cultivos que estos insectos polinizan. Entre los posibles culpables que se han buscado al llamado síndrome de despoblamiento masivo -incluyendo parásitos, enfermedades, estrés climático y desnutrición- muchos han señalado directamente con el dedo a los insecticidas como principal sospechoso. Sin embargo, un nuevo estudio de la Universidad de Maryland muestra que los insecticidas más comunes en el mundo, en las dosis que se utilizan en la actualidad, no dañan significativamente las colonias de las abejas melíferas, según un estudio que publica la revista “PLOSOne”.
La investigación analizó los efectos del insecticida “imidacloprid” en las colonias de abejas melíferas durante un periodo de tres años. Para ver efectos negativos significativos, incluyendo una fuerte disminución en las tasas de supervivencia durante el invierno, los investigadores tuvieron que exponer a las colonias al menos a dosis cuatro veces mayores de insecticida de las encontradas en circunstancias normales. Y a dosis 20 veces superiores a los niveles normales de exposición, las colonias experimentaron consecuencias más graves.
El estudio no absuelve de toda culpa al “imidacloprid”, pero insiste en que los insecticidas no son sino uno de los muchos factores que están poniendo en jaque a las poblaciones de abejas melíferas en el mundo. “Todo el mundo está señalando con el dedo a estos insecticidas -dice Galen Dively, profesor emérito de entomología en la Universidad de Maryland y autor principal del estudio-. Este documento dice que no, que no es la única causa, contribuye, pero hay un panorama más amplio”.
El peor escenario posible
El “imidacloprid” es el insecticida más utilizado en el mundo y pertenece a una amplia clase de insecticidas llamados neonicotinoides, denominados así porque se derivan químicamente de la nicotina. Para el estudio, Dively y su equipo alimentaron con polen que contenía distintas dosis del insecticida a las colonias de abejas melíferas. El equipo planteó deliberadamente el peor escenario posible, incluso con niveles de exposición más bajos. Así, por ejemplo, se alimentaba a las colonias con alimentos contaminados hasta 12 semanas consecutivas. Se trata de una exposición mucho más prolongada de la que las abejas experimentarían en el mundo real, pues la mayoría de los cultivos no florecen durante un período de tiempo tan largo.
Los resultados mostraron que, incluso en estos períodos de exposición más largos, unos niveles realistas del pesticida en cuestión no causaron efectos significativos en las colonias de abejas. Sólo a dosis superiores las colonias empiezan a tener problemas para producir una descendencia sana y sobrevivir durante el invierno.
Combinación de factores
Por tanto, los investigadores están de acuerdo en que es muy probable que la culpa de la desaparición de las abejas esté en una combinación sinérgica de muchos factores. En este sentido, explican que las colonias que utilizaron para su ensayo no estaban expuestas a otros factores de estrés adicionales, como la desnutrición o la acción de múltiples pesticidas, y advierten de que las colonias que hacen frente a estas presiones adicionales pueden ser más sensibles al “imidacloprid”. Y se encontraron algunas pruebas para apuntalar esta hipótesis en una combinación sinérgica. Con las dosis más altas (20 veces la dosis realista) las colonias se volvieron más susceptibles a los ácaros Varroa, parásitos que atacan a las colonias de melíferas. Una infestación de estos ácaros puede causar una gran variedad de problemas, incluyendo infecciones virales y una mayor necesidad de otros pesticidas para controlar los ácaros.
Por tanto, concluyen los investigadores, se trata de “un problema multifactorial, con una gran cantidad de factores de estrés”, dice Dively. “Las abejas tienen una gran cantidad de plagas y enfermedades a tratar. La exposición a insecticidas es uno de los muchos factores, pero no es el villano solitario”.