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Y el pan se convirtió en recipiente

En esta línea está el último logro del Centro Tecnológico de Cereales de Palencia Cetece que ha desarrollado, junto a otros centros de investigación, un plástico totalmente biodegradable y además hecho con los residuos de la industria de la panadería y la pastelería.

«Buscábamos un polímero plástico hecho a partir de las cortezas de pan de molde y restos de bizcochos, que pudiera ser luego utilizado en la conservación de estos productos y así cerrar el ciclo», explica Ana Garcinuño Prados, responsable de I+D+i en el Cetece.

Con esa idea arrancó en 2010 el proyecto BREAD4PLA, acrónimo de 'pan para plástico', un proyecto europeo de tratamiento y valorización de residuos financiado por el programa de la Unión Europea LIFE+, que finaliza este año, y que ha unido los talentos de investigadores del CETECE -Centro Tecnológico de Cereales (España), el Leibniz-Institut für Agrartechnik Pstdam-Bornim ATB (Instituto de Agricultura, Alemania), el Biocomposites Centre de la Universidad de Bangor (Inglaterra) y la Asociación de materiales plásticos AIMPLAS de Paterna (Valencia).

El material muestra un comportamiento perfecto para conservar mantecados o pastas

Entre todos, y con el apoyo de empresas como Panrico y Grupo Siro, han conseguido obtener ácido láctico y ácido poliláctico, -la materia prima del plástico-, a partir de las reacciones enzimáticas de cortezas y residuos de pan de molde y bizcochos. Ese ácido se ha polimerizado para elaborar con él envases plásticos. Y el resultado ha sido un nuevo material, un film de PLA (acido poliláctico) con el que se han hecho bolsas y bandejas ideales para envasar muchos productos alimentarios.

En este punto, el CETECE, que antes analizó las características y rendimientos de cada residuo, se ha encargado ahora de comprobar las ventajas del uso de este bioplástico con los productos a los que iba destinado el proyecto. «Hemos cogido los productos y hemos analizado su vida útil, conservación y cualidades organolépticas dentro del plástico», explica Garcinuño. Y aunque en principio con el pan de molde y las galletas se ha visto que este plástico acorta la vida útil del producto con respecto a los que hay en el mercado, en el caso de mantecados y pastas su comportamiento es perfecto. «Este plástico tiene más permeabilidad al oxígeno, lo que en principio es un inconveniente para el pan de molde que es bastante tierno y húmedo, pero es una ventaja para pastas y mantecados». En este caso, la investigadora asegura que el film obtenido es equiparable a los plásticos que ya existen, con la ventaja de que este es totalmente biodegradable. De hecho desaparece totalmente en el agua o se desintegra en la tierra sin impedir el crecimiento de plantas. Además se elabora con residuos de la panadería, es decir productos de desecho y biodegradables, en lugar de con recursos fósiles como el petróleo que se usa para hacer los plásticos tradicionales, o de alimentos de consumo humano como los cereales, las harinas o el almidón de patata que hoy se usan para hacer bioplásticos degradables.

Pero además se evita la deposición en los vertederos de al menos 175.000 toneladas de residuos de la industria europea del pan. De esta forma se valorizan los residuos de la industria de la panadería y la bollería, que hasta ahora no tenían ningún uso, y se consiguen envases biodegradables y respetuosos con el medio ambiente, que vuelven a ser utilizados por la misma industria de la que proceden. «Por eso, además de poner en valor lo que le sobra a la industria del pan, este plástico contribuye en gran medida a la sostenibilidad medioambiental», insiste.

Se evita la deposición en los vertederos de 175.000 toneladas de residuos de la industria europea del pan

Pero tiene otras ventajas que lo hacen más atractivo, como que reduce el «enranciamiento» de los alimentos que se envasan en este material, ya que permite el intercambio de oxígeno, además de su transparencia y brillo y su resistencia, superior a la de los plásticos que hay en el mercado.

Unas características que apuntan ya los múltiples usos que puede tener este plástico, ya que las bandejas pueden contener cualquier tipo de alimento, y pueden ofrecer una conservación óptima a frutas y verduras, pasta alimenticia, bollería o chocolates.

Ahora solo falta que las empresas que producen plásticos decidan utilizar este residuo como materia prima, y ya hay alguna interesada en Alemania, donde la producción de plásticos bio está a la orden del día, pero a partir de otros residuos, como el maíz, los cereales o la piña, por lo que los residuos de panificación se plantean como una alternativa interesante. Sobre todo para las empresas agroalimentarias que podrían dar un valor añadido a un residuo que ahora les sobra.