27/02/13
6 preguntas para entender el posile fraude de la carne de caballo en productos elaborados cárnicos
Conforme el impacto se hace mayor, han ido apareciendo en el debate público términos técnicos que no siempre son entendibles. ¿Test de ADN?, ¿trazas y no ingredientes?, ¿etiquetado que incumple la legalidad?, ¿fraude o alerta alimentaria?. Las respuestas en el artículo.
Desde que se destapó el primer caso de carne etiquetada como vacuno con presencia fraudulenta de carne de caballo en Irlanda y Reino Unido, la identificación de nuevos casos no ha dejado de extenderse por toda Europa, afectando a diferentes productos y marcas.
El pasado 13 de febrero, las autoridades europeas aclaraban en un comunicado que no se trata de una crisis sanitaria, sino de un fraude de etiquetado, al tiempo que instó a los 27 países de la UE a que realicen pruebas de ADN de muestras aleatorias de carne para mostrar si han existido infracciones por algún operador de la cadena.
En esta línea, el pasado lunes, 25 de febrero, desde Bruselas se pidió a los gobiernos sanciones estrictas a los responsables del fraude. Y también las organizaciones más representativas en nuestro país de la industria cárnica, entre ellas Confecarne y Fiab, hacían sendos comunicados estos días dejando claro su apoyo a las pruebas e investigaciones puestas en marcha por las autoridades para “restaurar la confianza de los consumidores y depurar en su caso responsabilidades” y a la vez que conseguir que la situación “se normalice de forma inmediata”.
En este punto de la situación, todos los agentes de la cadena alimentaria coinciden en que es necesario potenciar los controles para evitar nuevos casos y sancionar a los infractores. Esos controles pasan por generalizar las pruebas de ADN sobre los productos cárnicos.
Para entender el posible fraude de la carne de caballo es necesario responder seis preguntas que aclaren algunos términos técnicos que se están utilizando:
1. ¿Qué son los test de ADN?
Se trata de una técnica de análisis para saber la procedencia de una carne. Sobre una muestra de producto (por ejemplo, un plato preparado) se extrae su ADN y a partir del análisis del mismo se identifican los diferentes tipos de ADN de la misma y, por lo tanto, se puede saber las diferentes especies animales con cuya carne está compuesto ese producto alimenticio.
Hasta ahora, estos test no se han utilizado de forma generalizada en el control analítico de los productos cárnicos. A partir del 1 de marzo las autoridades europeas, a través de los diferentes Gobiernos de la UE, van a realizar pruebas de ADN en muestras aleatorias de productos alimenticios con ingredientes cárnicos que se comercializan en Europa para comprobar si existe ADN equino de forma fraudulenta. Y muchas empresas también han iniciado ya controles propios y con sus proveedores.
2. ¿Qué son las trazas de ADN?
En algunas informaciones que se van publicando, se especifica el término “trazas de ADN”. Normalmente, se refiere a cantidades muy pequeñas, en algunos de los casos hablamos de rastros de carne de caballo en los que, precisamente, por ser tan pequeños se entienden que no hay intencionalidad en la mezcla de distintos tipo de carne.
Podemos decir que cuando hay menos del 1%, en este caso del caballo, puede considerarse una mezcla accidental y, por tanto, no se considera fraude. Esta mezcla puede proceder de, por ejemplo, haber picado carne equina y vacuna en la misma máquina.
La Comisión Europea recomienda que cuando se encuentra más de un 1% hay que hacer un seguimiento de control más estricto.
3. ¿Por qué se habla de fraude?
Según insisten tanto los productores como las autoridades sanitarias europeas, este caso no presenta a día de hoy problemas de seguridad alimentaria y su consumo no parece entrañar riesgos, aunque sí parece que en algunos casos detectados no se ha cumplido la legislación sobre etiquetado de productos informando qué productos cárnicos comercializados como carne de vacuno, contenían también carne de caballo.
La legislación alimentaria en materia de etiquetado de alimentos obliga a citar la lista de ingredientes de un producto; lista que “estará constituida por la enumeración de todos los ingredientes del producto alimenticio en orden decreciente de peso en el momento de su preparación”. En definitiva, la información incluida en el etiquetado debe permitir al consumidor conocer la naturaleza real del producto que compra y de todos sus ingredientes. Los interesados en este tema pueden leer un artículo más detallado sobre la legislación que aplica en este post.
4. ¿Cómo averiguamos dónde puede estar el origen?
Europa tiene uno de los más avanzados sistemas de control y seguridad alimentaria del mundo. Sus sistemas de trazabilidad (el control de la cadena alimentaria desde la granja a la mesa) son en sí mismos una garantía, ya que permiten identificar en qué punto de la cadena de valor ha surgido el problema y depurar responsabilidades.
Los controles puestos en marcha van dando pistas e identificando el origen del ADN de los ingredientes de los productos. También muchas empresas ya están realizando autocontroles adicionales y están trabajando conjuntamente con sus proveedores para reforzar los controles de las cadenas de suministro, como informaba Fiab en su comunicado.
Los actuales métodos analíticos para identificar el ADN, basados en biología molecular, tienen un altísimo nivel de sensibilidad y precisión (PCR Real Time).
5. ¿Qué hacer con los productos alimenticios retirados?
Ya hay voces que comienzan a señalar esta pregunta, para la que de momento no hay una respuesta definida por parte de las autoridades. Lo único cierto es que hay una importante cantidad de alimentos mal etiquetados que se están retirando de la comercialización en toda Europa. Algunos están siendo destruidos y otros retenidos a la espera de tomar una decisión sobre qué hacer con los mismos.
6. ¿Cómo funciona el sistema de alertas alimentarias europeo?
Para hacer un repaso de los riesgos actuales, contamos con una excelente herramienta, las bases de datos de RASFF (Rapid Alert System for Food and Feed). El RASFF se constituyó en el año 2002 para facilitar a las autoridades en materia de control de los alimentos y piensos de la Unión Europea una herramienta efectiva de intercambio de información que permita la rápida toma de decisiones ante la aparición en el mercado de riesgos relevantes en materia de seguridad alimentaria.
El RASFF cuenta con una base de datos pública, accesible a través de su página web, en la que se recogen las diferentes notificaciones al sistema y que permite tener información actualizada sobre el estado de la seguridad alimentaria en la UE.