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Blanca Perez

29/10/14

Biotecnología agraria, la asignatura pendiente de Europa con sus productores

Pero en este escenario hay un sector, el agropecuario, que está trabajando duro y obteniendo importantes resultados a nivel internacional. No tenemos más que mirar los datos referentes a las exportaciones para darnos cuenta del buen hacer de nuestros agricultores, ganaderos y agroindustria.

Son muchos los retos, muchas las dificultades y muchas las ilusiones, pero también en demasiadas ocasiones los sinsentidos. Y es que el productor, el profesional de la agricultura, ve con desconcierto y asombro cómo en su explotación no tiene acceso a las mismas tecnologías y herramientas que el resto de productores de otros países del mundo, con los que por cierto sale a competir.

El agricultor europeo y, en este caso el español, no entiende, y es que es muy difícil hacerlo, que la misma Unión Europea que le prohíbe el cultivo de las semillas modificadas genéticamente, abre sus puertas a estos cultivos cuando proceden de terceros países. En la Unión Europea están autorizados para cultivo únicamente dos semillas biotecnológicas (maíz MON810 y patata Amflora) pero, desde el año 2007, cada año se ha ido aprobando la importación y el consumo de nuevos cultivos modificados genéticamente -más de 47 hasta la fecha-. ¿No podemos cultivar pero sí podemos importar estas producciones? Así es para sorpresa de todos e incomprensión del sector. Importamos productos derivados de semillas MG procedentes de países que han apostado claramente por esta tecnología y que, por qué no decirlo, en pocos años están convirtiéndose en los grandes productores de materias primas a nivel global.

Según se desprende del Informe Anual sobre la situación mundial de la comercialización de cultivos modificados genéticamente en 2013 elaborado por el International Service for the Acquisition of Agri-Biotech Applications (ISAAA), la superficie mundial de cultivos modificados genéticamente (MG) superó las 175,2 millones de hectáreas en 2013 y un total de 18 millones de agricultores sembraron estas semillas. ¿Y nuestros productores? ¿No tienen acceso a las mismas herramientas?

Lo que es más grave, ¿porqué renunciamos a unas semillas cuya seguridad está avalada por nuestras propias autoridades científicas competentes en la materia? En la Unión Europea es la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) y en España la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan), y ambas coinciden -con el respaldo de la Organización Mundial de la Salud- en que los productos modificados genéticamente autorizados son tan seguros como los convencionales para la salud y el medio ambiente.

Son otros los motivos los que llevan a la Unión Europea a esta sinrazón, pero las consecuencias las estamos pagando todos: agricultores, ganaderos, consumidores, investigadores… Todos.

La experiencia española

El único cultivo modificado genéticamente que se siembra en nuestro país, el maíz Bt, fue autorizado para su cultivo en la Unión Europea en mayo de 1998, con excelentes resultados de eficacia y seguridad confirmados, anualmente, en los Planes de Seguimiento que realiza el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente.

Desde que en el año 1998 se iniciara el cultivo de maíz Bt en España con 22.317 hectáreas, hasta el año 2014, donde esta cifra ha alcanzado las 131.538, los agricultores españoles han ido repitiendo en el uso de estas semillas lo que pone de manifiesto que les ha dado buenos resultados. Así es, los profesionales del campo han apostado abiertamente por esta tecnología.

En estos momentos, Aragón se sitúa como la comunidad autónoma con mayor superficie sembrada de maíz Bt con 54.040 hectáreas, seguida de Cataluña (36.381 hectáreas), Extremadura (13.814 hectáreas) y Andalucía (10.692 hectáreas). Y es que los agricultores andaluces apuesta claramente por este cultivo mientras piden "a gritos", entre otros, un algodón modificado genéticamente que les permita salir a competir en el mercado. ¿Sabían ustedes que los billetes de euro se fabrican a partir de fibras obtenidas de algodón MG procedente de terceros países? En Bruselas desde luego, lo saben.

Según se desprende del informe 15 años de cultivo de maíz Bt en España: beneficios económicos, sociales y ambientales elaborado por Laura Riesgo, Doctora en Economía por la Universidad de Oviedo y Profesora Titular de Economía Aplicada en la Universidad Pablo de Olavide, la adopción del maíz Bt ha permitido que España redujera desde 1998 a 2013 las importaciones de maíz en más de 853.000 toneladas, con un ahorro de 156 millones de euros. Y es que el cultivo de maíz Bt ha permitido en los últimos 15 años una producción extra de un total de 853.201 toneladas.

Para el agricultor, en el día a día de su explotación, las razones económicas que impulsan la adopción del maíz Bt son los mayores rendimientos agronómicos y sus menores costes de producción. Esto se debe a un menor uso de fitosanitarios, la reducción de los costes derivados, un menor contenido de fumonisinas (micotoxinas) en el maíz, así como la reducción de las pérdidas productivas causadas por la plaga del taladro. Las diferencias medias de rendimiento varían entre el 7,38% y el 10,53% en función de la zona y de la severidad de la plaga, y la diferencia de margen bruto (MG frente a no MG) puede alcanzar hasta los 147 euros por hectárea en función de la zona y del año de estudio.

Tenemos grandes profesionales trabajando en el campo, debemos defender su actividad y poner a su alcance las herramientas necesarias para que sean competitivos. ¿No quería Europa que la PAC sirviera, entre otros temas, para conseguir productos de máxima calidad a buen precio y que nuestros productores se convirtieran en altamente competitivos? No lo parece.