24/09/14
La viticultura más escarpada del mundo, en el corazón del Sil
Marcada por la abundancia de monasterios y por sus bellos paisajes, la Ribeira Sacra, conocida como la Catedral de Dios, está volcada con la vendimia, ese momento en el que el trabajo de los viticultores se muestra con toda su dureza, al portar la materia prima por escarpadas laderas.
El esfuerzo en la recogida de la uva convierte a los trabajadores en unos auténticos héroes. En Europa, tan sólo el 5% de la superficie dedicada a la viticultura está catalogada como viticultura heroica, un oficio que persiste por pura perseverancia de estos viticultores para hacer fértil la tierra y que, en el caso de Galicia, se mantiene en el sur de Lugo y en Ourense.
¿Qué es lo que permite que tenga este sello?
“Las viñas se hallan en terrenos con fuertes pendientes, desde el 30% y pueden llegar al 80%, las vides se cultivan en terrazas, lo que hace la mecanización del trabajo prácticamente inviable”, explica a Efe el presidente del Consello Regulador de la denominación de origen Ribeira Sacra, José Manuel Rodríguez.
Si se valorase el resultado final en función del esfuerzo, podríamos estar hablando del auténtico oro líquido de Galicia. La excepción, el sistema de carriles instalado en algunas viñas para transportar las cajas, y que deja atrás los pesados cestos y los animales de carga, como mulas y caballos.
“Pura artesanía”
El resto del trabajo, pura artesanía. Desde las ocho de la mañana y, en algunos casos, hasta las 18:00 horas, los trabajadores no paran de subir y bajar laderas rocosas, a pleno sol, cargando decenas de cajas sobre sus hombros, un paso indispensable para elaborar después vino de primera calidad. En algunos casos, la única forma de acceder a las viñas es en barca, lo que le imprime, si cabe, algo más especial a este tipo de viticultura.
A pesar de la complicada orografía, el propietario de una de las bodegas, Régoa, situada en la subzona de Amandi, José María Prieto, asegura que el resultado merece la pena. “La calidad del vino, lo compensa todo”, añade desde su viñedo, cuyo acceso está limitado a todoterreno o el tractor.
Rematada la recogida, la uva se prepara para fermentar, dando paso a la maceración, unos 40 días, antes de que pase definitivamente a barrica, donde el vino envejecerá cerca de dos años. En algunas bodegas, todavía se puede ver el pisado de la uva. El resultado, un cúmulo de sabores que impregnan a los caldos de esta zona aromas “más dulces y afrutados” que los de otras áreas.
Larga tradición
Sin embargo, este oficio no es nuevo. Hace unos 2.000 años, los romanos plantaron las primeras cepas, labor que continuarían los monjes en el siglo X y que vivió sus momentos más duros en el siglo XX, con la emigración.
En bodegas como Algueira, en Sober (Lugo), los recolectores explican que todavía se pueden ver restos del camino romano. Familias enteras y gente joven se afanan en recoger el producto.
La recompensa empieza a llegar en forma de reconocimiento. Los vinos de la Ribeira Sacra han obtenido varios premios, que comparten con zonas con viticultura heroica como las Islas Canarias, y con denominaciones italianas, austríacas, suizas o francesas, que están integradas en la asociación europea Cervim (Centro de ricerche, studi e valorizzazione per la viticoltura Montana).
A la espera de que la mayoría de bodegas comience la vendimia en los próximos días, el presidente del Consello Regulador estima que las perspectivas son buenas. Para esta campaña, calcula que la recogida de uva será similar a la de los últimos años, en torno a 5 millones de kilos. El resto irá destinado a consumo propio.
Mencía, Godello y Merenzao
En cuanto a los vinos, el Mencía sigue conformando el grueso de la producción, con cerca del 93%, quedando el restante reservado para variedades como Godello y Merenzao. Los retos a partir de ahora, detalla Rodríguez, pasan por seguir potenciando su comercialización para que el negocio sea rentable, especialmente en el exterior. Y es que, aunque se han incrementado las cifras de exportación, lamenta que estas “todavía no superan el 3 o el 4%”.
Un segundo reto sería ampliar la producción a fin de recuperar esplendores pasados. Muchas laderas —antiguamente cubiertas de viñedo— no tienen producción, a raíz de la emigración. Eso, junto con la entrada de los vinos más baratos, provocó que “muchos viñedos desaparecieran”.
Los viticultores se esfuerzan para recuperar esta labor. El objetivo es convertir a la Ribeira Sacra en referente con vinos de primera calidad.