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Miguel HGL

10/03/13

Piden "un cambio en la cultura de la patata que salve este cultivo emblemático"

Los agricultores españoles dedican cada vez menos superficie a la patata, a pesar de que la demanda de este tubérculo es muy superior a la producción, lo que obliga a adquirir este alimento en terceros países. Esta realidad pone de manifiesto que el campo español tiene una asignatura pendiente en la recuperación de un público que ha ido perdiendo merced a diversas circunstancias, desde la posición dominante de los productores franceses hasta la resistencia a organizarse como sector.

Así se ha puesto de manifiesto en el encuentro sobre este cultivo celebrado en El Carpio (Valladolid), donde 250 participantes, entre expertos, productores y comercializadores, han analizado los retos a los que se debe enfrentar el mundo de la patata. Uno de ellos es el de trasladar la cultura de la patata a un consumidor que ha olvidado las posibilidades culinarias de un alimento emblemático, además de nutritivo y muy económico, algo que cobra especial sentido si tenemos en cuenta que nos encontramos en medio de una profunda crisis económica, como han apuntado varios de los ponentes.

Este cambio cultural “también debería llevar a que quien cocina y hace la compra aprenda de nuevo a apreciar los valores de la patata nueva, recién arrancada y con todas sus propiedades, frente a la vieja, sometida a cuestionables técnicas de conservación”, como ha subrayado el alcalde de El Carpio, Máximo Gómez, quien ha recordado que su municipio es el que más patata produce de toda España; la superficie dedicada a este tubérculo en la localidad ronda las 2.000 hectáreas.

Durante el encuentro se ha recordado que las alteraciones en el modo de vida de los españoles han llevado a pasar de un consumo de 66 kilogramos por persona y año de hace un cuarto de siglo hasta los 30,6 kilos de la actualidad, lo que sitúa a España a la cola de la UE, a la par con Bulgaria. Según las cifras ofrecidas esta mañana, si España está en los últimos puestos de consumo, dentro del país Castilla y León vuelve a situarse en el furgón de cola: sus habitantes compran 24 kilos, empatados con los navarros y solo por delante de los extremeños. Quizá la cifra de la región “se pueda matizar con la constatación de un fuerte autoconsumo, de forma especial en las zonas rurales”, como ha apuntado Máximo Gómez.

El análisis del mercado depara algunas sorpresas, como que los españoles más jóvenes son los que menos patatas consumen, o que los hogares con niños también reducen las compras de este tubérculo. Asimismo, Castilla y León, que con 800.000 toneladas anuales es la principal región productora, ve cómo sus habitantes apenas consumen la patata local. La región se presenta, así, como un reflejo aumentado de lo que sucede en el conjunto de España, donde apenas el 65% de la patata consumida procede de explotaciones del país.

Recomendaciones técnicas

Uno de los participantes en la jornada ha sido el jefe de servicio de Comercialización Agraria y Asociacionismo de la Junta, Jesús Paradinas. Como uno de los responsables del Boletín de la Patata, publicación bianual que la consejería remite a los agricultores con recomendaciones técnicas, ha recordado a los presentes la necesidad de planificar la siembra con la necesaria cautela, “ya que los buenos precios de la pasada campaña no garantizan los de la siguiente”, y ha recomendado de forma especial “la formalización de contratos, ya que estos son la única garantía de precio para el agricultor”.

De este modo, la firma de contratos con los compradores “es la mejor manera de controlar los riesgos derivados de la volatilidad de los precios: cuanta más producción esté bajo contrato, más seguridad tendrá el agricultor de percibir beneficios”. En el contrato han de estar definidas tanto la variedad como la fecha de arranque, “lo que evita situaciones de sobreoferta que pueden causar derrumbes de precios”.

Una fertilización ajustada

José Ángel Cortijo, responsable del Servicio Agronómico de Fertiberia de la zona Noroeste, ha señalado durante su intervención que una fertilización ajustada a las condiciones de suelo y meteorología de cada explotación de patata “permite obtener los mayores rendimientos con una inversión correcta”. Así lo reflejan las investigaciones realizadas en el marco del convenio entre la Consejería de Agricultura y Ganadería y la compañía, con el objetivo de obtener normas de interpretación foliar “que permitan ofrecer una recomendación de fertilización más racional y específica para las condiciones edafoclimáticas de la comunidad”.

El convenio ha recorrido ya sus dos primeros años. En el primero se tomaron más de 1.200 muestras en 23 variedades de patata, que tras su análisis en los laboratorios del Itacyl sirvieron para generar normas de interpretación foliar para ser utilizadas como herramienta de ajuste y optimización de la fertilización. Durante la campaña pasada se han desarrollado siete campos de demostración, en colaboración con agricultores de referencia, donde se comparaba la fertilización tradicional realizada por ellos con la propuesta por el Servicio Agronómico de Fertiberia, realizada con arreglo al sistema de interpretación analítica Siddra. “Los resultados obtenidos han demostrado la idoneidad de las normas descritas el primer año y que la práctica de un abonado racional, calculado en función de la fertilidad del suelo y de la producción esperada, corregida por el sistema de interpretación Siddra, es la forma más rentable para calcular la fertilización de los cultivos”, ha apuntado Cortijo.

Destaca el ejemplo de fertilización realizado en Villamuriel de Cerrato (Palencia) por los “excelentes” resultados obtenidos, así como por la diferencia registrada entre los fertilizantes utilizados por el agricultor y Fertiberia. Por su parte, el ensayo que obtuvo mayores diferencias en rentabilidad se localizó en Samboal, en la provincia de Segovia, donde la fertilización propuesta alcanzó hasta 1.662 euros más que con la realizada por el agricultor.

Patata tardía

Según los datos ofrecidos por la Junta a los participantes en el encuentro, en Castilla y León se dedicaron al cultivo de la patata 19.768 hectáreas el pasado año, lo que coloca a la comunidad en una posición de liderazgo a nivel nacional, con un 38% de la producción total de este tubérculo. En concreto, este porcentaje es considerablemente mayor en la producción de patata tardía, en la que Castilla y León produce el 72 % del total nacional.

La importancia de este cultivo en la región, unida a la situación de especial dificultad que los agricultores sufrieron durante la campaña de 2009, llevó a la Consejería de Agricultura y Ganadería a poner en marcha el Plan Estratégico de la Patata. El proyecto, desarrollado entre los años 2010 y 2013, nació con los objetivos de mejorar la producción agraria, incrementar la capacidad de almacenamiento y de conservación, así como impulsar la rentabilidad de este cultivo.

El plan recogía medidas para la autorregulación del mercado, la mejora de la calidad y la promoción de la venta de patata de la comunidad. Además, una de las líneas de actuación que se proponía era la aportación de información continua al sector, que se ha concretado en la puesta en marcha de los boletines informativos de la patata, que se publican al comienzo de la campaña y al final, en el mes de julio. En estas publicaciones se da a conocer al productor los datos actualizados de la producción y comercialización de este producto en cada campaña a nivel nacional y europeo, y se ofrecen recomendaciones básicas para mejorar la competitividad de las explotaciones.

Patata de siembra

Otra de las áreas de actividad abordadas durante la jornada es la de la patata de siembra, que ofrece un buen termómetro para analizar la nueva campaña de este cultivo, que por el momento mantiene un comportamiento general similar a 2012. Por variedades, se está registrando un ligero repunte en la demanda para siembra temprana, mientras que la de media estación desciende en el número de pedidos y se mantiene la tardía. El sector prevé que Castilla y León dedique a este cultivo en torno a 20.500 hectáreas, aunque solo existe una previsión oficial con respecto a la patata temprana: una pequeña representación de 48 hectáreas, concentradas en su mayor parte en la provincia de Ávila.

Castilla y León es la principal productora de patata de siembra de España, con el 70% de la producción, pero esta cifra dista mucho de significar que domine el mercado. El control de la distribución y la evolución de las preferencias de agricultores y consumidores ha llevado a que el sector de la semilla esté en manos holandesas y, en menor medida, alemanas y de otros países del viejo continente.

Como en el caso de la patata de consumo, a día de hoy el consumidor se fía más de la apariencia que de otros factores, lo que perjudica a la calidad española frente al pequeño calibre y la buena presentación de la patata francesa. Un análisis del problema debe tener en cuenta otros factores, como que el productor español no ofrece los calibres demandados por el agricultor, que prefiere pagar más dinero por los calibres inferiores que llegan del extranjero. Al mismo tiempo, al no haber propiedades propias, el mercado depende del sector exterior.

En lo que coincide todo el sector es en que la patata de semillas española no es peor que la de importación: en el año 2012 la Junta de Castilla y León efectuó 39 inspecciones a partir de reclamaciones de agricultores y almacenistas, por mala calidad de la semilla, en seis provincias diferentes. Ello llevó a inspeccionar 306.893 kilogramos entre lotes de semilla y campos de cultivo. La semilla procedía de Alemania, Bélgica, Francia, Holanda Reino Unido, mientras que no se recibió reclamación alguna en relación con patata de siembra nacional.

Otra situación que se produce con frecuencia es que, ante una reclamación por la calidad de patata de importación, esta ha pasado por en torno a cuatro intermediarios, lo que ha encarecido el producto y, sobre todo, había favorecido que se pasaran la ‘pelota’ de la responsabilidad de unos a otros.