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Irene Campos

13/06/13

Las altas temperaturas aceleran la maduración de la fresa

Las explotaciones comerciales de fresa en la localidad de Moguer (Huelva) están consideradas como uno de los mejores espacios de producción fresera en España. El impacto del cambio climático en estas plantaciones en las últimas décadas ha llevado a los profesores Fátima Martínez, de la Universidad de Huelva (UHU) y Pedro Palencia, de la Universidad de Oviedo, a estudiar la relación entre los factores ambientales y la eficiencia de la producción de fresa.

En agricultura, los factores ambientales como los cambios relativos de temperatura, precipitación y radiación UV-B, son las variables que condicionan el éxito de cualquier cosecha. Por ello, los investigadores seleccionaron campos de producción comercial de fresa en la provincia de Huelva en los que analizar la variedad ‘Camarosa’ en las temporadas entre 2003 y 2006.

Se establecieron dos periodos diferentes en la temporada de cosecha: una entre enero y marzo, caracterizada por bajas temperaturas y alto grado de humedad relativa, y una tardía más cálida entre abril y mayo, con baja humedad.

Tras la recolección y análisis de los frutos, determinaron que la fresa de la primera etapa fue clasificada como fruta de primera clase, con gran calidad y con buenas características de color y forma para esta variedad, mientras la segunda solo obtuvo los requerimientos mínimos.

Los datos de los análisis fueron correlacionados con los datos climatológicos y mostraron una relación directa entre el rendimiento y la temperatura, y entre la radiación solar y el rendimiento.

Disminuir los efectos del cambio climático

Las altas temperaturas incrementan la absorción de vapor de agua del aire y provocan la demanda de más agua. Un alto índice de evapotranspiración puede minimizar las reservas de agua de la tierra, lo que no reduce la productividad del cultivo, pero sí acelera la maduración de la fruta.

Según los científicos, "la producción de la variedad de fresa ‘Camarosa’ puede verse afectada por los cambios climáticos, y un incremento de la temperatura daría por resultado un aumento en la producción temprana, reducciones en la cosecha total y en la duración del ciclo de cultivo".

Estrategias fisiológicas y agronómicas, como sistemas de cultivo diferentes, podrían disminuir los efectos de los cambios climáticos sobre la producción de cosecha y la calidad de alimentos. Alternativas que controlen los cambios de temperaturas, los patrones de precipitación y la frecuencia e intensidad de los cambios climatológicos extremos permitirían a los productores a minimizar las pérdidas en la cosecha.