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Irene Campos

11/09/13

Potencian con bacterias el crecimiento de árboles frutales hasta en un 40%

De acuerdo con el doctor Víctor Olalde Portugal, responsable del proyecto, una de las partes fallidas de los sistemas de reforestación es lograr la sobrevivencia de las especies cuando son plantadas. De ahí la importancia de los microorganismos que aportan beneficios a los árboles, por ejemplo, aumentan su desarrollo, brindan mayor adaptabilidad cuando se trasplantan y aportan agua del subsuelo ante situación de estrés hídrico.

“Comprobamos que en un periodo de tres años se obtienen ejemplares de encinos, pinos, mezquites y huizaches de entre dos y tres metros, proceso que por lo general ocurre entre seis o siete años. Y aplicado a árboles de cítricos, manzana, guayaba o limón, se logra que fructifiquen entre los tres y los cuatro años, cuando normalmente lo hacen a los seis”, refiere el investigador, adscrito al Departamento de Biotecnología y Bioquímica del Cinvestav.

Asimismo, explica que las bacterias benéficas se localizan en la zona inmediata a la raíz o rizosfera, y entre ellas existe un grupo clasificado como “promotoras del crecimiento”, las cuales cumplen la función de ayudar al desarrollo de la planta al protegerla del ataque de microorganismos patógenos o mediante la producción de fitohormonas; estas sustancias permiten un abasto de nutrientes y agua.

Los hongos que aportan beneficios, señala Olalde Portugal, son los denominados micorrízicos. Al estar en contacto con las raíces comienza una comunicación bioquímica que permite a los árboles adaptarse sin problema cuando se trasplantan. Además, el microorganismo se encarga de explorar el suelo más allá de lo que pueden alcanzar las raíces para llevarles elementos útiles para su desarrollo, como el fósforo.

Hongos micorrízicos

Por otra parte, el especialista destaca que las plantas con hongos micorrízicos realizan la fotosíntesis de manera más eficiente, utilizando menos agua para esta función que aquellas que no los contienen. Al mismo tiempo, todos los procesos fisiológicos cambian, de tal suerte que los árboles se desarrollan con mayor rapidez.

Sin embargo, no todas las bacterias ni los hongos actúan con la misma eficiencia. “Por esta razón, una parte muy importante de la investigación consistió en seleccionar las mejores cepas específicas para encinos, pinos, mezquites, huizaches y árboles frutales. Posteriormente, buscamos las condiciones idóneas para impulsar su propagación masiva”, apunta el experto.

Agrega que no sólo se ocupan de la reforestación con especies maderables, sino también con agave y nopal, que son específicos para las zonas áridas. Esta parte del proyecto la trabajan en colaboración con la Universidad de Guanajuato.

El grupo de científicos a cargo del doctor Olalde Portugal ha obtenido cepas nativas del estado de Guanajuato, aunque se han probado con éxito en estados aledaños. El especialista expuso que con este hallazgo esperan realizar paquetes tecnológicos que puedan transferir a una empresa interesada en el desarrollo de esta alternativa a los agroquímicos o vincularse con productores de viveros.