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RAIF: Cítricos. Incidencia de la mosca blanca en otoño

De entre las especies de mosca blanca presentes en los cítricos andaluces destacar, por su extensión, Aleurotrixus floccosus. Este homóptero, de la familia de los aleuródidos, es un pequeño insecto que en su fase adulta no llega a los 4 mm de longitud. En campo es fácilmente reconocible por sus cuatro alas recubiertas de un polvillo blanco.

Las moscas blancas, en general, atacan a todas las especies de cítricos. Las hembras realizan la puesta, casi siempre, en el envés de las hojas jóvenes, formando característicos círculos o pequeños arcos de huevos, de donde, después de la larva de 4ª edad y ninfa, saldrán las “mosquitas” adultas, pudiendo tener hasta cinco y seis generaciones al año, dependiendo  de las condiciones climáticas de la zona en que se encuentren.

Su desarrollo y multiplicación se ve favorecido por temperaturas cálidas y presencia de brotes nuevos, por lo que es más usual observarlas en primavera-principios del verano, aunque también en otoño. Es recomendable, por tanto, muestrear las plantaciones, especialmente, durante las brotaciones de los cultivos.

La existencia de melaza en grandes cantidades es la principal señal de que nuestros campos tienen mosca blanca. Esta sustancia azucarada favorece la aparición de negrilla (hongos del género Capnodium) sobre hojas y frutos, ocasionando la pérdida de superficie fotosintética y daños estéticos. A ello hay que sumarle los daños directos de adultos y larvas al succionar la savia de las hojas, produciendo, cuando la población es elevada, un decaimiento general del árbol que se puede traducir en menor brotación, defoliación y disminución de la cosecha.

Según los últimos muestreos realizados por los técnicos que integran la RAIF, esta plaga no representa un gran problema en los cítricos de nuestra Comunidad, salvo en casos anecdóticos en los que se dan un conjunto de factores que favorecen el aumento de su población. Para que esto no ocurra es importante, ante todo, respetar su fauna auxiliar (especialmente al parasitoide Cales noacki). Las estrategias de control deben apoyarse en la gestión integrada de plagas, contemplando como primera herramienta la llamada lucha biológica. En todo caso, de realizar aplicaciones químicas autorizadas, las materias activas a escoger serán aquellas que tengan el perfil más respetuoso con la fauna auxiliar. Por otro lado, se debe evitar el exceso de vigor del árbol con una poda y abonado adecuados.

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