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María Martín

09/07/15

¿Se podría aumentar el rendimiento de los cereales modificando su geometría?

Antes, cuando no se dispo­nía de herbicidas, declara Phi­lippe Auriau, jefe de investiga­ción de la estación de mejora de las plantas del INRA, en Versa­Iles, era preciso disponer de ce­reales grandes que asfixiaran las hierbas malas y crecieran rápi­damente para ocupar el terreno. La aparición de los herbicidas modificó totalmente el plan­teamiento del problema".

El empleo de una fertilización cada vez más abundante, parti­cularmente en nitrógeno, hacía igualmente imperiosa la bús­queda de variedades resistentes al encamado. Esta modificación de las condiciones de cultivo es, en parte, lo que ha obligado a los mejoradores a obtener tipos de cereales que presentan nuevas características.

Para Bill Fiddian, respon­sable de los cereales en el NIAB (Instituto Nacional de Botánica Agrícola) de Cambridge (Gran Bretaña), aún es posible realizar progresos: "El trigo procede de cruces espontáneos entre espe­cies silvestres herbáceas del Oriente Medio, algunas de cu­yas cualidades, especialmente importantes en otros tiempos, no presentan ningún interés en la actualidad".

Ahijamiento reducido. El ahi­jamiento abundante contribuye a crear un estado de competen­cia nefasta entre las diferentes espigas. Así, en los trigos clási­cos, se observa a menudo que hay uno o dos tallos dominan­tes, y los restantes tienen una producción inferior hasta en un 50 por ciento. Algunos espe­cialistas preconizan, incluso, tri­gos con un solo tallo por planta. No obstante, esta fórmula haría sumamente frágil a la planta an­te los ataques climáticos. Por el contrario, existen trigos que producen hasta 50 tallos por planta, con un bajo rendimien­to, pero una gran rusticidad.

"Son numerosos los vástagos estériles que no dan. espigas" continúa B. Fiddian. "Hacia fi­nales de abril, alrededor de un tercio de la materia seca de un trigo de invierno se encuentra en vástagos que no sobrevivirán. De esta fracción, una parte mínima se convierte en vástagos subsistentes, pero el resto se pierde". Pruebas realizadas en siete centros del NIAB, en 1977, demostraron que algunas va­riedades con pocos retoños eran, sin embargo, capaces de proporcionar muchas espigas por metro cuadrado. Así, mientras que la variedad Maris Huntsman formaba 3,3 vásta­gos por planta, produciendo 365 espigas por metro cuadrado, la Mardler, por su parte, formaba 3,01 vástagos y daba 408 espi­gas. En la misma experiencia la Armada formaba 2,06 vástagos, y producía 441 espigas por metro cuadrado.

Tallos cortos. En materia de tallos, en todos los cereales, los trabajos se centran fundamen­talmente en el acortamiento de la paja. "Si se tiene en cuenta la mayor abundancia de los abo­nos —declara P. Auriau— un trigo, que medía antes 1,1 m. mide en la actualidad 1,5 m.".

A partir de variedades enanas de trigos japoneses, se consiguió en los EE.UU. aislar el gen Norin-10 para el acortamiento dP los tallos. "La forma ideal sería la que contara con entrenudos cor­tos en la base del tallo y un cuello largo (último entrenudo), de manera que el tallo tenga una cierta flexibilidad, a fin de redu­cir, no sólo los riesgos de enca­mado, sino también los riesgos de arranques de raíz". Y, lo que es más importante, parece que los trigos cortos presentan un desarrollo mejor sincronizado de los diferentes tallos de una misma planta. En el mercado francés, los trigos Talent y Courtot son bastante cortos,